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La Logia Juan D. Perón 704

Peronistas y masones, ¿y qué?

Lleva tres años de funcionamiento la Respetable Logia Juan Domingo Perón N° 704, que se propone conciliar los principios de la legendaria institución “filantrópica y filosófica” con los de la doctrina justicialista. Una curiosa iniciativa que, en el marco de una sociedad agrietada, se propone como ejemplo de la tolerancia que falta en la Argentina actual.

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La Logia Juan D. Perón 704. | cedoc

En el siglo XIX la masonería argentina era una de las principales puertas de ingreso a la vida política del país. Si alguien quería formar parte de las discusiones en las que se tomaban decisiones relevantes para la patria naciente, no había mejor modo de aproximarse a ellas que lograr la invitación para convertirse en parte de la hermandad.

Sobre la masonería puede decirse con propiedad que, al igual que cualquier otra organización humana, “no es tan buena como lo proclaman sus partidarios, ni tan mala como lo sostienen los contrarios”, como decía un masón muy cercano: Pablo Schvartzman, mi padre.

Hay abundante bibliografía acerca del papel de la masonería en las disputas por la organización nacional en la Argentina y en las nacientes repúblicas latinoamericanas. La propia masonería se jacta de haber jugado un rol importante en la emancipación continental y particularmente en el desarrollo institucional de la República Argentina: Alcibíades Lappas, en la introducción a su diccionario de masones argentinos (La masonería argentina a través de sus hombres, 1958) aseguraba que en esa orden militaron “las más destacadas figuras de la nacionalidad” y añadía, de manera temeraria: “En todos los tiempos, fueron miembros de la masonería los mejores ciudadanos de cada país”. Un dirigente masón que tuvo a su cargo la reactivación de logias masónicas en Entre Ríos, Néstor Hernández, hace casi dos décadas me aseguraba en una entrevista que la Argentina “es el país que más presidentes masones ha tenido”.

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Y aquí comienzan las discusiones: ¿hay que agregar a Juan Domingo Perón a esa lista?

Perseguida y denostada. La masonería ha sido perseguida por regímenes totalitarios y por religiones intolerantes. Y acusada de algo lógicamente inconsistente: de ser afín al comunismo y a la vez al capitalismo burgués. Entre los gobernantes que combatieron y proscribieron a la masonería se cuenta a Adolf Hitler, Benito Mussolini, Francisco Franco y José Stalin, una curiosa coincidencia entre autoritarismos de diferente signo y parecidos métodos. 

El Vaticano mantiene hasta la actualidad su condena formal a la masonería, que data de 1884. Aunque han moderado las palabras, el rechazo sigue firme. El papa anterior, Joseph Ratzinger, ratificó como cardenal “el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas” ya que “sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas”. 

Esas disposiciones continúan vigentes, evidenciando que quedan cenizas tibias de aquellas antiguas hogueras: el actual pontífice, Jorge Bergoglio, tan abierto en otros aspectos, ratificó la prohibición a los católicos de adherir a la masonería, en un documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe firmado por su titular, el cardenal argentino Víctor Fernández, que el papa Francisco aprobó en noviembre del año pasado. Allí se lee que “la inscripción activa a la masonería por parte de un fiel está prohibida, a causa de la incompatibilidad entre la doctrina católica en la masonería”.

“En la patria de Perón, ni judío ni masón”. Esta insólita consigna fue vitoreada con motivo del nombramiento del fascista Alberto Ottalagano, como rector normalizador de la Universidad de Buenos Aires en 1974. Los sectores de ultraderecha peronista la coreaban como parte de uno de sus clichés más tradicionales

Para la derecha católica de la Argentina la masonería siempre fue visualizada como una “fuerza oscura” o “maligna”. Dentro del peronismo, los sectores más nacionalistas han sido fuertemente hostiles a la masonería e incluso hay estudios académicos acerca del tema que muestran cómo ese sector, que rechazaba cualquier tipo de vínculo entre peronismo y socialismo, al mismo tiempo enfatizaba su carácter anticomunista, antiliberal, antimasónico y antisemita. Organizaciones como la Concentración Nacional Universitaria (CNU), la Juventud Sindical Peronista (JSP), la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA), la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN) y el Comando de Organización componían una cultura política que concebía al peronismo como un movimiento nacionalista de extrema derecha, en donde el enemigo histórico era la llamada “sinarquía”; una supuesta conspiración mundial integrada por fuerzas que, en apariencia y en forma pública, serían enemigas entre sí, pero en el fondo se repartían el poder global. 

El propio Perón utilizó la expresión “sinarquía” en La hora de los pueblos, aunque sin dar demasiado detalle acerca de las fuerzas que, según el viejo líder, formaban parte de ella: “El justicialismo no era sino la transformación indispensable, dentro de las formas incruentas, hacia un socialismo nacional y humanista, en contraposición a la contumacia reaccionaria o la influencia del socialismo internacional dogmático comunista que, para el caso, estaban unidos entre sí y aferrados con el cordón umbilical de la sinarquía internacional”, escribió Perón en ese trabajo. 

Como suele ocurrir, el mensaje del líder indiscutido fue retomado por los sectores más fundamentalistas de manera más precisa y a la vez oscura: “sinarquía” pasó a ser cualquier cosa que oliera a izquierda, a extranjería, a liberalismo, y por supuesto a masonería. Hay también alguna entrevista donde Perón, en una simplificación luego muy trillada, asocia la masonería a una de las dos grandes vertientes de la lucha en nuestra historia: la masonería así sería la gran animadora, “desde Rivadavia”, dice el líder, de la línea “antinacional”, probritánica, unitaria y liberal. 

Se trata de una simplificación poco útil para explicar fenómenos arduos, pero eficaces sí para cazar brujas y estigmatizar adversarios. Y que no resisten un asedio riguroso: ¿cómo explicar, de ser así, la pertenencia a la masonería de San Martín, de Belgrano, de líderes federales y populares como López Jordán, de pensadores agudos e insobornables como Arturo Jauretche, entre muchos otros? 

Perón, masón italiano. Sobre todo, ¿cómo explicar la pertenencia del propio Perón a la masonería, sostenida por diferentes historiadores e incluso reivindicada desde dentro de la institución?

La relación de Juan Domingo Perón con la masonería incluye leyendas oscuras, vínculos tenebrosos y una figura bastante siniestra como la de Licio Gelli, quien aseguró haber iniciado en la orden al líder político más importante de la Argentina del siglo XX. Pero también, como señalé antes, aparece en sus entresijos el anatema de los sectores más radicalizados por derecha en el amplio espectro del movimiento peronista, aquellos que incluían a la masonería entre “las cinco internacionales” de la conspiración sinárquica (las otras eran el Vaticano, el sionismo, el comunismo y la socialdemocracia). 

Durante muchos años hubo polémicas –dentro y fuera del peronismo, y dentro y fuera de la masonería– respecto de la pertenencia a esa institución bicentenaria por parte del fundador del justicialismo. Discusiones enrarecidas por las conocidas pero mucho tiempo ocultas relaciones del General con Licio Gelli y la logia italiana P2, de vínculos por lo menos opacos con ámbitos más que reprochables de diferentes países (en especial Italia, Argentina, Uruguay y Brasil), y con miembros tenebrosos como José López Rega, el almirante Emilio Massera, el general Suarez Mason o Silvio Berlusconi. Pero esa es otra historia. 

Hay varias versiones. Una de ellas, recogida por Antonio Las Heras (autor de Masonería en la Argentina, 2023) indica que Perón ingresó a la orden durante 1936, en Chile, donde actuaba como agregado militar en la Embajada argentina. Otras indican que se sumó en Italia y tres años después, cuando formó parte de la misión de estudios en ese país, enviado por el Ejército Argentino. 

Para la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, la condición de hermano masón del General no está en discusión. Según el Dr. Nicolás Orlando Breglia –quien llegó a ser Gran Maestre–, “Perón muere como masón regular del Gran Oriente Italiano”.

La Logia Juan Perón 704. Por todo eso es que resulta tan llamativo e interesante constatar un fenómeno novedoso en la masonería argentina: la creación de lo que podría llamarse la primera Logia masónica peronista. En febrero de 2021 se creó en la capital de la Argentina la Respetable Logia Juan Domingo Perón N° 704, creada y autorizada bajo los auspicios de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, tal como explican en su sitio web (https://www.logiaperon.com.ar/). 

La aceptación del nombre de Perón y la propia existencia de esta logia viene a zanjar la discusión (¿de forma definitiva?) si no respecto a la pertenencia del líder, al menos sí en su aceptación como figura histórica y en relación a los valores de su pensamiento, desde la óptica de la Orden. Viejos enfrentamientos, ancestrales odios parecen disolverse sin más en lo que tiene que ver con la relación entre masonería y peronismo. 

La creación de la logia no ha tenido, hasta ahora, la difusión que merece, con la curiosidad (al parecer sui géneris) de tratarse de la única logia masónica que públicamente se identifica con una doctrina partidaria: como indican en el propio sitio, se proponen “trabajar incansablemente para llevar adelante acciones que conjuguen los principios de nuestra Orden con la mirada social y profundamente humanista del Justicialismo” y con la intención de convocar “a que se unan a nuestra Orden a muchos profanos que se identifican con el peronismo, y que por desconocimiento y preconceptos, no se deciden a golpear las puertas de nuestros templos”. 

Supe de la existencia de esta logia porque un viejo y querido amigo, apasionado además por la historia, se sumó a ella y me mostró con orgullo una de las medallas que mandaron a acuñar (ver foto).

De cara al sol. Además, la logia se presenta como un esfuerzo para contribuir a suturar puntos de ruptura en la sociedad argentina. Buena parte de sus trabajos están centrados en recuperar el mensaje de unidad que el Perón maduro procuró llevar a sus compatriotas.

Algunas de las actividades públicas que la Logia Juan D. Perón viene realizando se pueden visualizar en sus redes sociales, y tienen que ver con esa intención. Por ejemplo, reivindican públicamente a personalidades que también han sido motivo de controversias interminables, como las figuras de Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza. O el infaltable abrazo entre Perón y Balbín. El discurso de unidad nacional y de concordia para superar las divergencias entre hermanos es lo que más impera en las actividades de la logia Juan Perón.

Han organizado disertaciones como la de Gustavo López sobre “La comunicación como derecho básico universal”, Nicolás Breglia sobre “Historia de la Masonería en la Republica Argentina”, Daniel Filmus sobre “Malvinas, causa nacional” y Ernesto Alonso sobre “Malvinas, pasado, presente y futuro”. En sus redes sociales se puede ver también a autoridades de la Logia cuando realizaron una ofrenda floral en el cenotafio de la Plaza San Martín, al cumplirse cuarenta años de la finalización de la Guerra de Malvinas.

Uno de los más activos y entusiastas integrantes de la Logia es Alejandro Bruzzo, Venerable Hermano de la Logia Juan Perón, y uno de sus rostros públicos, y el principal responsable de obtener el auspicio de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones. 

Toda una curiosidad masónica y peronista que hará las delicias de muchos estudiosos de la orden y que seguramente no ha de caer tan simpática a masones herederos del antiperonismo de muchos de sus hermanos.

En una sociedad tan dividida como la nuestra actual (a partir de “grietas” muchas veces impuestas y falaces), la existencia de un punto de intersección entre dos conjuntos tradicionalmente contrapuestos o lejanos ¿podrá constituirse en un ejemplo de convivencia, de tolerancia, de búsqueda de síntesis compartidas para la vida pública del país? ¿O será solo un testimonio más de las curiosidades peronistas… o masónicas de la sociedad argentina? Solo el tiempo lo dirá.

*Doctor en Filosofía (Unsam). Periodista. Integra la cooperativa periodística y cultural El Miércoles, de Entre Ríos.