Sabido es que todo hecho cultural puede –debe– interpretarse en clave política. A veces, los mensajes no son tan directos. Otras, como en la reciente reinauguración del Museo del Holocausto, las cosas están clarísimas: políticos del oficialismo saliente, como María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y del entrante como Wado de Pedro, Juan Manzur y Sergio Massa y alguien que seguirá en el poder de una gestión a otra, como Horacio Rodrígez Larreta, junto a políticos como Juan Manuel Urtubey, Miguel Angel Pichetto, Roberto Lavagna, empresarios, periodistas como el Fundador y CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia acompañaron a las autoridades del Museo, como su presidente Marcelo Mindlin (ver nota de opinión aparte) en el evento: como para demostrar que la memoria posee un edificio lo suficientemente sólido. Sólido y, afortunadamente, sin grietas.
La obra es el resultado de un trabajo minucioso que demuestra que arquitectura y tecnología pueden –deben– unirse para construir explicaciones fuertes sobre lo que pasó. Explicaciones que son tomadas y sustentadas por toda la sociedad. Porque se trata de contar una historia viva: el espacio de 1.554 m² está destinado a contar no solo la historia del Holocausto, sino también la llegada de los sobrevivientes a la Argentina.
Obra. La exhibición permanente posee 1.554 m² y fue realizada por un equipo interdisciplinario conformado por sobrevivientes, historiadores, museólogos, educadores, arquitectos, técnicos multimediales y diseñadores gráficos, que junto a un nutrido equipo de voluntarios, desarrolló los contenidos. Además, tuvo el asesoramiento y la contribución de importantes especialistas internacionales. “La nueva muestra tiene herramientas pedagógicas y tecnológicas de última generación y está a la altura de los museos más modernos del mundo. También muestra testimonios interactivos de sobrevivientes en primera persona, y espacios sensoriales, mapas y líneas cronológicas temporales, detalla Marcelo Mindlin.
El edificio tiene ahora 3.091m² en total y, además de la exhibición permanente en subsuelos y planta baja, cuenta con cuatro pisos de oficinas, aulas y una sala de exhibiciones temporarias. Mindlin asegura que “dos pisos de este edificio serán dados en comodato gratuito a la Fundación Tzedaká, institución de gran trayectoria en la ayuda social, para el funcionamiento de las oficinas administrativas y del Programa de Ayuda a Sobrevivientes”.
El propio Mauricio Macri estuvo presente en la sede renovada antes de su viaje a la Cumbre sobre cambio climático de Madrid de esta semana.
El mensaje que emite su exposición está diseñado para llegar a toda la sociedad argentina, sabido es que una forma de participar e incidir también está en educar.
Ariel Shapira, secretario general del Museo, describe su función en términos sociopolíticos: “La razón de ser del Museo del Holocausto de Washington es decir esto ocurrió. La mayoría de las cosas que exhibe son objetos y documentos con los que trata de mostrar lo que ocurrió esos años. En cuanto a dimensiones debe ser diez veces más grande que éste, que no es pequeño. La razón de ser del que reabrimos aquí en Buenos Aires es educar a la población no judía sobre lo que el odio genera en la gente. Es la ‘antigrieta’”.
Historia. En el año 1994 nació la Fundación Memoria del Holocausto y en el año 1995 recibió del Estado argentino, durante la presidencia de Carlos S. Menem, el edificio de la calle Montevideo 919 para la realización de un Museo. En el año 2000 abrió sus puertas y desarrolló diferentes propuestas educativas y una muestra transitoria, que no fue actualizada hasta el año 2017, cuando comenzó la remodelación del edificio y el desarrollo de una exhibición permanente.
Mientras se realizaba la obra, el Museo siguió con sus actividades habituales e inauguró una muestra temporaria en el Seminario Rabínico Latinoamericano, llamada “Reflexiones sobre la Shoá”. En 2019 una versión itinerante recorrió el país y estuvo en Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Mar del Plata, San Juan, La Plata y Córdoba.
Habitualmente, quienes visitan el Museo son alumnos de las escuelas argentinas. La vida de éste consiste en encontrar aquellas claves para entender lo que pasó. Y también lo que vendrá.