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Estados Unidos

Menos ayuda, menos control

Durante las primeras horas de su mandato, Trump congeló los fondos al exterior. Las relaciones con los países receptores tambalean: el escenario perfecto para que China intente ser el nuevo faro de los desamparados.

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El que se fue a Sevilla... China podría aprovechar para fortalecer su propia influencia sobre los países afectados por la falta de fondos estadounidenses. | cedoc

Cuando aún no habían pasado 24 horas desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que congeló por noventa días los fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la más importante instancia de cooperación global del mundo. La medida impactó a miles de ONGs en cincuenta países, y ya se reportan muertes a causa de falta de dinero para ayuda médica.

En los últimos días, un juez federal estadounidense ordenó que Trump levantara el congelamiento hasta que demostrara la necesidad de tomar esa decisión. Sin embargo, el gobierno todavía no coopera con esta resolución.

Cleo O’Brien Udry, una profesora de Ciencia Política en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, está organizando una coalición de científicos políticos para investigar cómo los países, a lo largo del mundo, reaccionarán a raíz del vacío de ayuda internacional que deja la Usaid. “No tenemos evidencia existente o teorías acerca de cómo las organizaciones se van a adaptar en los países receptores”, dice Udry. “Mi conjetura es que va a haber un efecto negativo, muy muy grande antes de que veamos algún tipo de recuperación positiva”.

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Y es que, aun si la administración Trump reinicia la distribución de fondos, las consecuencias de la incertidumbre acerca de la ayuda internacional tendrán consecuencias a largo plazo para países receptores y los Estados Unidos. Udry explica que la inestabilidad alrededor de estos fondos llevará a que empleados con conocimiento administrativo busquen trabajos fuera del sector público para tener más estabilidad financiera.

“Las organizaciones que cierran perderán capacidad burocrática que se construye a lo largo de décadas”, lamenta Udry. “Todo ese conocimiento institucional se pierde cuando pierdes a esos individuos”.

Diplomacia. Las relaciones internacionales entre los Estados Unidos y los países receptores también se vuelven más frágiles a raíz del congelamiento de fondos. “Las relaciones entre naciones son algo más que la relación entre gobiernos”, comenta George Ingram, quien trabajó para Usaid en los años 90 y actualmente integra el Brookings Institute, una ONG no partidista de Washington que promueve las políticas públicas.

Ingram explica que las naciones también desarrollan relaciones a través de sus compañías privadas y organizaciones de sociedad civil. Usaid fue una de las formas con que Estados Unidos promovió relaciones positivas con otros países a través de apoyo financiero que iba directamente a organizaciones y no a sus gobiernos. Ahora, esas relaciones están en peligro. “Cuando en tu primer día detenés ese apoyo, rompés la confianza con todas esas personas y todas las organizaciones y gobiernos”, explica.

Según una charla entre el Brookings Institute y líderes de ONGs en el sur global, esta pausa rompe la solidaridad que se había forjado entre el Norte y el Sur. Sin confianza, expertos prevén que países receptores y ONGs intentarán desvincularse con los Estados Unidos y diversificar con quién trabajan.

Medios de comunicación reportan con preocupación que países como China podrían aprovechar la ocasión para fortalecer su propia influencia dentro de los países afectados por la falta de fondos estadounidenses.

Al proponerse como un socio más confiable que los Estados Unidos, China podría ganar alianzas internacionales que luego le podrían dar apoyo en debates globales. Entre otras, expertos dicen que China podría ganar votos para la política legislada por la asamblea general de la ONU y ganar influencia dentro del Banco Mundial. “Esto va más allá de una idea amorfa de la influencia”, asegura Ingram.

Además, China podría beneficiarse de negocios con países que comienzan a recibir más fondos del país asiático. Esto, por supuesto, afectará la economía estadounidense. Kim Thelwell, vicepresidenta de comunicaciones y política de The Borgen Project, una ONG estadounidense que aboga por políticas contra la pobreza global, explica que al ayudar a otros países a salir de la pobreza extrema Usaid suma a la economía global a consumidores de productos estadounidenses.

Udry añade: “China tendrá un porcentaje mayor en la participación del mercado en países receptores porque estará invirtiendo en ayuda y luego podrá desarrollar relaciones. Esto significa que fabricantes estadounidenses vinculados con Usaid sufrirán una crisis económica porque no estarán exportando tanto producto”.

Solo con permanecer como una figura estable, China ya podría ganar la simpatía de más países, particularmente en Latinoamérica y África.

Dependencia. Sin embargo, podría ser que las organizaciones y países que se ven afectados ahora no se interesen en desarrollar una dependencia con otro poder mundial.

Líderes de ONGs notan que los eventos de las últimas semanas han resaltado una necesidad de poner como prioridad la autosuficiencia y depender menos de la ayuda extranjera. Otros también abogan porque las nuevas alianzas económicas deban tener en cuenta las prioridades del desarrollo local, no las ganancias militares y económicas de financistas externos.

“Creo que lo que va a salir de esto es un enfoque relacionado con el movimiento de descolonización y en los movimientos de desarrollo locales, en el cual organizaciones del sur global demandarán estar más en control y tener más control”, opinó Ingram.

La transición a la independencia económica es larga y complicada. Hasta entonces, Ingram asegura que la ayuda internacional no está ni cerca de desaparecer por completo.