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Paulina García, actriz chilena

“La neurosis argentina es creativa”

La más destacada actriz de Chile, Oso de Plata del Festival de Berlín 2013, habla de su amor por el teatro y el cine, y analiza la escena de nuestro país, que conoce bien.

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Film. García en una escena de Gloria, que le valió el galardón en Berlín. | cedoc

Encontrarse con Paulina García a la salida de un teatro porteño abre camino para entrevistar a la que según muchos críticos es hoy día la actriz más destacada de Chile. Sin esconder el deslumbramiento que le genera Buenos Aires, y muchos de sus actores y directores, Paulina repasa con PERFIL su larga trayectoria, analiza las diferencias entre cine y teatro, y no olvida la importancia del Oso de Plata del Festival Berlín logrado en el 2013 por su interpretación en “Gloria”, galardón al que aspiraban también Catherine Denueve y Juliette Binoche.

—Venís a menudo a Buenos Aires, en cada viaje recorrés teatros, cine, museos. ¿Cuáles son tus referentes del panorama argentino?

—Es cierto, cada vez que viajo aprovecho todo lo que puedo, veo sobre todo teatro. Entre los nombres que me gusta recordar figuran Mercedes Morán y Susana Pampín. También Dolores Fonzi, que acaba de hacer una película (Blondi) muy sencilla, un universo muy pequeñito pero una película sin duda brillante y te diría incluso muy honesta. Me gustó mucho además lo que he visto de Luis Ortega (El Ángel) y entiendo que también es muy buena la película (El jockey), que está por ir al Festival de Venecia. 

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—¿Cómo te explicás el fenómeno del cine y el teatro en Buenos Aires? ¿Se debe a una larga tradición, a las influencias europeas, a una ciudad inmensa que ‘devora’ cultura?

—Creo que es una mezcla de todo esto, pero también cuenta el carácter argentino, que tiene cierta devoción por lo proprio, adoran a sus actores, directores, productores. Eso en Chile es más difícil verlo, no existe. En la Argentina hay una tradición muy profunda que es importante resaltar: aquí veo los cines y los teatros llenos mientras que en mi país si hay crisis el gasto destinado a la diversión baja de manera automática. En estos días fui a un par de museos: había cola, eso en Chile no existe.

—¿Hay diferencias entre el cine y el teatro argentino y ese mismo mundo en Chile?

—Encuentro que sí, el cine argentino tiene una raíz muy puesta en el carácter argentino, mucho más de lo que el cine chileno lo tiene en nuestro carácter. Me refiero por ejemplo a la neurosis argentina, que en el fondo me parece algo positivo. Creo que el chileno es más salvaje en ese sentido, diría incluso también más inocente e ingenuo. La neurosis nos permite tener un pensamiento más complejo y ser creativos. Sin neurosis quizás dejaríamos de producir arte como lo hacemos hoy día, dejaríamos de producir el mundo de la ficción, que es lo que por otra parte me compete. Creo que el creador argentino es un buen contador de cuentos y nosotros también, Neruda, Manuel Rojas, Gabriela Mistral, Antonio Skarmeta, hay una cantidad de escritores chilenos.

—¿Cine, teatro o ambos?

—Del teatro me interesa absolutamente todo, para mí es como estar en casa, donde uno puede hacer lo que quiere, y si de pronto algún día y por cualquier razón dejase de actuar podría dedicarme por ejemplo al control de las luces o de la música, a la dirección de escena, a escribir… ¡En fin, a cualquier cosa! 

—¿Y el cine?

—El cine es diferente, es como viajar –incluso físicamente– quizás porque cuando hago cine por lo general voy afuera: es como cambiar de país, la gente que te habla en otro idioma o español, pero con otro acento. Es como estar en otro lugar, me ocurre incluso si hago cine en Chile o en Argentina. En el fondo estoy siempre en una especie de realidad paralela.

—¿El cine es más superficial que el teatro? 

—No, para nada. No siento que haya superficialidad en la actuación para el cine. Lo que pasa es que en el teatro yo soy la cámara, o sea yo decido el encuadre, yo digo ‘voy en primer plano’ o ‘voy en plano medio’ o ‘sólo voy a enfocar mi mano’… Voy tomando decisiones de director en el escenario: no hay actor sin director interno.

—¿Y el cine es lo opuesto?

—Es lo opuesto, pero al mismo tiempo es muy liberador saber que hay ‘otro’ que está decidiendo por mí: yo sólo entro a una existencia completa y estoy muy pendiente de donde está la cámara. ¿Qué está haciendo ese ‘aparato’ ahí, donde me está poniendo, me pone por ejemplo lejos?: si me pone lejos no pierdo el tiempo llenándome de emociones y no sé qué porque no es eso lo que interesa. Lo del cine es un trabajo muy distinto que considera un ‘ojo’ que está detrás de la cámara todo el tiempo y que tengo que seducir: ese es en realidad, el público, mi público, ese ojo que está mirando.

—Tenés una gran carrera, un gran pasado, del cual no se puede dejar de lado el Oso de Plata de Berlín que ganaste en 2013, y un gran presente. 

—Lo del premio en Berlín es el gran pasado que está presente. Indudablemente es un reconocimiento muy importante pero no lo es todo. Creo que respecto de ese premio me sucedió algo que no sé si le ocurrió a muchos actores o actrices: me puso en un lugar a una edad inesperada (en ese momento tenía 53), cambió completamente mi mundo laboral y también mi vida.

—¿Cuando hiciste “Gloria”’sentiste que habías hecho una interpretación muy buena, percibiste algo?

—No, porque mi formación era muy teatral. Además, mientras se rodó Gloria paré del todo mi actividad teatral (estaba dirigiendo una obra) para dedicarme esos dos meses a la película. Pensé por otra parte que podíamos repetir al día siguiente las escenas que yo creía no habían salido bien, pero eso obviamente no se puede hacer y de hecho no se hace, a menos que cuentes con un gran presupuesto para la película…no olvidemos lo que cuesta esto en nuestros países.

—¿Tus nombres claves en cine y teatro?

—Yo me siento una actriz brechtiana. También me gusta el cine porque hay un tercer elemento al que atiendo constantemente y por lo tanto nunca estoy completamente enajenada en el rol: ésto me gusta mucho porque me permite conducir algo ese control, en el teatro y en cine. Y siempre vuelvo a algunos estudios para no olvidarme que actuar es algo muy extraño: el hecho de ser capaz de poner luz sobre mí misma y ‘ser alguien distinto de mi sin dejar de ser yo’.. “.

—¿Y los actores que te marcaron?

—Una actriz fundamental es Gena Rowlands (N de R: fallecería pocos días después), que trabajó mucho con su marido, John Cassavetes, y con Peter Falk. Gena simboliza la libertad de acción y el desparpajo siendo tan bella. Más recientemente Paola Cortellesi por su versatilidad y el humor para contar lo horroroso: lo que hace en Todavía hay un mañana es simplemente soberbio.