Un mes atrás se presentó en Nuñez, en el Centro de Espiritualidad Palotina, el libro Lo que he visto y oído. Sobre mis cinco hermanos palotinos, del Padre Rodolfo Capalozza. El texto lleva un prólogo de Monseñor Jorge Casaretto, quien lo presentó junto al Padre Rubén Fuhr, rector regional de los Padres y Hermanos Palotinos en la Argentina y notario en la causa de beatificación.
Haciendo memoria. La “masacre de los palotinos” fue un crimen atroz cometido durante la dictadura militar argentina, en la madrugada del 4 de julio en 1976. Ocurrió en la iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano R. Un grupo de asesinos acribilló a tres sacerdotes y a dos jóvenes seminaristas, que ni tiempo tuvieron de sacarse el abrigo. Venían de ver una película muy tarde, porque tuvieron que esperar a que empezara otra función. El Padre Capalozza estaba con ellos, pero decidió irse a dormir a casa de sus padres, ya que ese domingo había combinado ir a almorzar. La casa quedaba relativamente cerca. Fue una decisión que tomó a último momento y eso lo salvó de ser la sexta víctima.
Fueron asesinados a sangre fría los sacerdotes Alfredo Kelly (párroco), Alfredo Leaden y Pedro Dufau, junto con los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. Esto fue el mayor atentado contra miembros de la Iglesia Católica argentina en su historia.
Recuerdos y lecturas. “Yo tenía 16 años cuando ocurrió esta masacre: solo recuerdo a mi madre repitiendo la frase: ‘qué desastre’. La vida con sus vueltas me trajo, hace casi tres años, a vivir a una cuadra de la iglesia del Centro de Espiritualidad Palotina y, entonces, comencé a informarme del tema: en primer lugar, por YouTube donde puede verse un documental y notas a quienes vivieron ese momento y, luego, por el libro La masacre de San Patricio (1989) de Eduardo Kimmel, el periodista valiente que narró todo lo sucedido esa noche y los avatares de la causa judicial posterior y que terminó como el único condenado a un año de prisión en suspenso. En 2007, el Gobierno tuvo que revocar esa sentencia, por intercesión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El único castigado por este crimen fue Kimmel, quien publicó qué sucedió, después de la masacre, en la Justicia argentina”.
Hay otro libro, inconseguible, que trata el tema: es de Daniel Brion (2017) y se titula Hosanna-La masacre de San Patricio y, a fin de 2024, se publica el del Padre Rodolfo. Muy poco se escribió y se sabe todavía sobre los responsables de la masacre. Todavía no está claro quiénes entraron esa madrugada a la casa parroquial, destrozaron y llenaron de inscripciones que acusaban a los sacerdotes y que los acribillaron sin piedad. El gobierno de facto les echó la culpa a los Montoneros; otros dijeron que fue un grupo de tareas de la exESMA; también, hay rumores sobre personal policial (hacía pocos días del ataque montonero al comedor del Departamento de Policía, donde murieron unas 30 personas). Casi 50 años después, no se sabe quién fue ni por qué.
Un libro que responde. “El libro del Padre Rodolfo puede leerse, en primer lugar, por su estructura, como respuesta a todas las preguntas que uno se hace: por qué los mataron; por qué los considera verdaderos mártires, testigos de la fe; su experiencia como sobreviviente; qué son hoy para nosotros las cinco víctimas y qué nos dice la vida y entrega de los cinco. Es un libro pequeño en cuanto a sus páginas pero encierra tantos sentimientos y tanta fe que realmente impacta”. El autor cuenta su desconcierto y su dolor cuando se enteró de lo ocurrido, el tiempo del terror por ser el único en Buenos Aires que quedó con vida (otros dos seminaristas más estaban de retiro ese fin de semana): “Tengo conciencia de que, si yo quedé vivo, entre otras cosas, fue para dar testimonio de lo que vi y oí en ellos y a través de ellos”, dice.
Más adelante, explica cuánto le cuesta escuchar, todavía hoy, gente que dice: “en algo andarían…” Otros opinan que el párroco era muy duro en sus sermones; otros, que uno de los seminaristas pertenecía a Cristianos por la Liberación. Yo me pregunto: ¿hay algo que justifique una matanza semejante?
Dice el Padre Capalozza que la comunidad palotina continúa exigiendo justicia (la humana y en la Argentina –qué difícil–) y agrega esto que es lo que distingue a su libro: “Tan cierto como esto que necesitamos, para poder vivir en paz, saber perdonar. Un perdón que no es impunidad, no es tapar lo que pasó, dar vuelta la hoja, renunciar a la búsqueda de las justas sanciones a los que protagonizaron semejante horror.”
“Experimento que si, a la vez, no perdono de corazón, no estaría siendo fiel a todo lo que me enseñaron y testimoniaron con su vida. Los argentinos y la humanidad necesitan esa reconciliación que es fruto de la verdad, la justicia y el perdón.”
El Padre Rodolfo, en cada sermón dominical, derrama su fe entre quienes compartimos con él la misa. Cree que hoy, después de tanto tiempo, está viviendo una especial resiliencia “… que llega su realización más profunda en la honda experiencia de la misericordia de Dios. Dios siempre pone su corazón en la miseria, en el mal, en lo que nos daña, para sacar de él, el bien.”
Monseñor Jorge Casaretto expresó, el día de la presentación del libro, que este texto que empezaba como testimonio de una masacre, terminaba siendo un texto de una profunda comprensión teológica del amor de Dios.
El papa Francisco era el confesor y asistente espiritual del Padre Kelly, el párroco de San Patricio. Cuánto conocería su corazón. “De la muerte Dios quiere sacar la vida”, escribe el Padre Rodolfo. En el cierre del texto, asegura: “Estoy convencido de que son mártires por su compromiso con la verdad y la justicia, sabiendo que ello los podía llevar a la persecución y a la muerte.”
Finalmente. No puedo imaginarme el espanto que habrá vivido Rolando –hoy un hombre de unos 60 años- que tenía solamente 16, cuando encontró a los cinco religiosos asesinados–. El llanto de muchas de las personas que estaban en la presentación me motivó a escribir sobre este libro, que nos interpela a no dejar de lado el reclamo por la justicia pero, también, a abrir el corazón dolido para el perdón de los perpetradores, a quienes no sé, si algún día, podremos identificar.
* Escuela de Posgrados en Comunicación. Universidad Austral.