El estadounidense Walter Molano es economista jefe de BCP Securities. Cuenta con un PhD en la Universidad de Duke, maestrías en Administración de Empresas y en Relaciones Internacionales, y un Certificado en Derecho Internacional. Fue Director Ejecutivo de Investigación Económica y Financiera en UBS. Es autor de “La lógica de la privatización” y “En la Tierra de Plata: 200 años de desarrollo político-económico argentino”. A su vez, forma parte del Consejo Asesor Internacional de la Consultora Sistémica.
—El triunfo de Donald Trump se explica en parte porque la mejora de la situación económica, que había remontado, no llegó al bolsillo de la gente. Trump queda con un poder que pocos presidentes en Estados Unidos tuvieron. ¿Cómo estás viendo Trump segunda temporada?
—Interesante. Es muy ilógico que la gente haya votado por él porque es en contra de su propio bolsillo, de sus propios intereses económicos. La segunda temporada de Trump va a ser muy inflacionaria. Todo de lo que ellos estaban quejándose, de la pérdida de poder adquisitivo por la inflación, que se vio desde el covid-19, va a ser aún peor, porque los aranceles que va a subir, especialmente contra China, que están hablando que sería de entre 40 y 60%, son sobre los que fabrican los productos baratos. El 60% de los productos que se venden en Walmart son hechos en China. Todo eso va a subir de precio.
Además, los recortes de impuestos, de los que él está hablando, serán para los ricos, no para los pobres. Y van a subir el déficit fiscal y, por ende, la tasa de interés. Y para los que se estaban quejando tanto del costo de vivienda, el costo de hipotecas va a ser aún más alto de lo que es hoy. Eso va a hacer que la FED no baje la tasa de interés o que las tasas de interés de largo plazo sigan subiendo, lo que otra vez impacta en el bolsillo. Entonces, no entiendo cómo gente que está tan furiosa, votó masivamente en contra de sus intereses económicos.
—Sobre el aumento de los aranceles de entre el 40 a 60%, ¿hay algún detalle de si será una suba ‘across the board’, horizontal, o en algunos segmentos? ¿O es un anuncio que hizo en genérico el presidente Trump?
—Lo que se comenta, a partir de declaraciones de gente que va a ser parte del equipo económico, es que van a ser puntos de negociación. Se sabe que ciertos sectores de la industria americana van a realizar reclamos, porque esto les va a impactar en la competitividad. No van a poder competir teniendo que pagar aranceles altos como se proyecta en ciertos productos. Se va a empezar una negociación con los chinos o con sectores de la industria estadounidense. Es importante notar aquí que él no necesita la aprobación del Congreso, que la tendría, porque consiguió mayorías en las dos Cámaras, porque la fijación de los aranceles es una potestad del Poder Ejecutivo. Para otras cuestiones comerciales, como la negociación de Tratados de Comercio, sí necesita la aprobación de 2/3 del Congreso.
—Elon Musk, quien está muy cerca de Trump y que produce autos eléctricos en EE.UU., ha dicho públicamente que no puede competir con China, con su escala y sus costos, si no tiene alguna protección. China es un problema para todo el mundo productivo.
—Más para los europeos en temas de automotores que para EE.UU., que no importa de China. No sé si es un tema de licencia o un tema de estándares, de regulación, lo cierto es que acá no se encuentran marcas chinas. En Europa sí, en América Latina también, sí creo que, en algún momento, van a llegar.
—Claudia Sheinbaum fue una de las primeras líderes de Latinoamérica en hacer pública su comunicación oficial con el presidente electo. ¿Cómo analizas que va a ser esa relación?
—Trump está apuntando bastante hacia México, pero yo creo que es más retórica que lo que va a hacer en la realidad. La relación entre los dos países es bastante buena. Fue buena también con Andrés Manuel López Obrador.
Con respecto al Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y EE.UU., el original Nafta (North American Free Trade Agreement), fue impulsado por las empresas automotrices estadounidenses, que lo pidieron, y son los que lo necesitan. La historia es que, en el 73, el presidente Nixon puso en marcha, por primera vez, un Departamento Ambiental y empezó a imponer reglas y estándares sobre las empresas automotrices. Los efectos se empezaron a sentir fuerte en los años 80, al mismo tiempo que la industria automotriz europea estaba a todo motor, con Mercedes Benz y diferentes marcas que le estaban generando mucha competencia a los EE.UU. Entonces ellos movieron partes de la producción que ambientalmente era peligrosa, como pinturas y ese tipo de cosas, a México, donde no tenían las mismas reglas. Y todo lo que tenía que ver con mano de obra calificada o era intensiva en mano de obra, lo movieron a Canadá porque había nacionalizado su sistema de salud, entonces las operaciones canadienses no tenían que pagar el seguro médico para los trabajadores. Eso abarataba los costos. Así, la industria automotriz americana pudo sobrevivir y ganar el impulso que había perdido contra los europeos y los japoneses.
Ellos necesitan ese Tratado de Libre Comercio para seguir sobreviviendo. Y otra vez, esos son estados que votaron masivamente para Trump, como lo fue Michigan, Wisconsin u Ohio. Entonces yo no creo que él dé marcha atrás completamente contra esos Tratados de Libre Comercio.
—Muy interesante esto que contás, porque el Mercosur también tiene un régimen especial automotriz, que es muy potente y existe desde los comienzos de esta integración una política de complementación entre Argentina y Brasil a nivel de terminales. Respecto a la economía que describís de Trump: ves una economía con más inflación, con menos ingresos fiscales, y por lo tanto más déficit fiscal, una Reserva Federal que va a tener que subir la tasa porque justamente va a tener que luchar contra el aumento de la inflación y, además, financiar ese déficit fiscal creciente ¿Qué consecuencias tiene para el resto del mundo y para América Latina?
—Para América Latina las consecuencias son muy negativas. Porque tasas de interés más altas en EE.UU. va a generar problemas para todos los mercados emergentes que dependen mucho del ahorro externo para financiar sus déficits y para refinanciar sus deudas. También América Latina se va a ver afectada negativamente por el impacto que esto va a tener sobre China. China, que ya venía sufriendo por años el colapso de su sector inmobiliario y que hasta ahora está tratando de recuperarse con diferentes programas de estímulos monetarios y fiscales, va a tener que enfrentar problemas en su comercio externo. La demanda interna en China va a tener que caer y eso impactará en commodities, que es el sector en el que América Latina compite tanto a nivel mundial y que exporta mucho hacia China. Esto es muy negativo para América Latina.
—Vos ves impacto por el lado comercial, vía el impacto indirecto o directo sobre China e indirecto sobre la demanda de commodities de América Latina. Por otro lado, también ves impacto sobre el lado financiero, porque el aumento de las tasas va a hacer que los capitales vayan a Estados Unidos y salgan de la región. Y, por otro lado, ¿esto también le pegaría a la región por la sobrevaluación del dólar?
—Así es. Y hay otro impacto que tenemos que analizar. Esta elección de Trump significa que la guerra en Ucrania se acabó. No sé cómo va a ser la paz, pero esto no va a seguir. Ya se está perdiendo el impulso en el lado ucraniano, los rusos están avanzando. América Latina se benefició con esa guerra. Porque mucha de la inversión directa que iba a materias primas en Rusia y a esa parte del mundo, fue para América Latina. Bastante de esa producción de abastecimiento, como en cereales que salían de Ucrania, también fue reemplazada con productos latinoamericanos. Especialmente de Argentina, Uruguay y Brasil. Para los uruguayos y los brasileros en proteínas y para los argentinos más en cereales. Esa inversión directa va a regresar a Rusia y a Ucrania cuando se acabe la guerra. Ese va a ser otro elemento importante. Brasil este año tiene casi 63 mil millones de dólares en inversión directa, y creo que una buena parte de eso era inversión que iba a ir a Rusia.
—Hay un debate muy interesante en torno a eso también, ya que hay expectativas de que Argentina se convierta en un proveedor seguro de gas natural licuado, por la gran producción de gas proveniente de Vaca Muerta, reemplazando la provisión de gas ruso. ¿Crees que esto va a ser así o que rápidamente se van a restablecer las relaciones comerciales de la guerra? ¿O crees que va a primar una sospecha sobre Rusia y por lo tanto van a continuar las posibilidades para que estos desarrollos continúen?
—No va a ser como un switch que se prende de un lado y llega al otro. Va a ser un poco lento. También se tiene que reparar mucha infraestructura que se dañó o destruyó en la zona de guerra. ¿Se acuerdan del famoso gasoducto, Nordstream, que conectaba Rusia con Alemania? Van a demorar años en reconstruirlo, entonces no va a ser inmediatamente, y Vaca Muerta tiene otras dinámicas también. Ese gas natural que se puede exportar, yo creo que es más bien de segundo orden. Primero, es el gas que se va a distribuir dentro de la Argentina, lo que se va a exportar a Chile, lo que se va a exportar a Brasil, a Bolivia, que es algo irónico, por cierto. Y después, sí viene la exportación del gas al mercado mundial. Yo sé que se están haciendo nuevos puertos, y se está pensando y hablando de hacer terminales, pero me parece que en este momento están más enfocados en petróleo, en aceites, no tanto en gas. Quizá Vaca Muerta pierda un poco del potencial, pero de Vaca Muerta ha salido un gran proyecto y el próximo proyecto es el de minería, que va a ser también sumamente importante.
—Nos metimos en Argentina, Walter. Estuviste hace poco en el país, venís siguiéndolo mucho. ¿Cómo estás viendo el proceso?
—Muy bien, de verdad, y mejor de lo que yo pensaba. Porque yo lo estaba mirando desde una óptica macro, desde el lado fiscal, su reducción, moviéndose a un superávit, que es algo histórico. Casi todos los países hacen sus programas de estabilización con política monetaria, con tipo de cambio, no tanto del superávit fiscal. Tratan, pero es difícil. Argentina lo logró. Yo estaba mirando eso y no le puse tanta atención a la parte micro. Lo que está haciendo Sturzenegger es una parte muy innovadora de este plan de estabilización. Están tumbando los cuellos de botella, los impedimentos a transacciones que subían los precios y creaban una presión inflacionaria permanente, porque no había competencia. El secreto de la inflación es la competencia. Si uno tiene más productos, si uno tiene más oferta, puedes atender la demanda y así es que puedes bajar el precio. La competencia es lo que hace bajar los precios. No es la política monetaria. Sí, en la transición, puede hacerlo, pero usando una mano dura. Y es una cosa muy cruel forzar a los productores a reducir precios a través de la recesión. Usando la competencia, los productores reducen los precios con eficiencia, productividad y con crecimiento, también. Es algo muy innovador que yo creo que quizá puede ser un patrón para muchos otros países y que lo puedan seguir en el resto del mundo.
—¿Te preocupa el proceso de apreciación cambiaria que está sufriendo la economía argentina?
— Sí, me preocupa. Esto es una cosa de etapas, y va a ser difícil para el Gobierno. Milei está tratando de mostrarles a los argentinos que se puede bajar la inflación. Que la inflación no es un monstruo que nunca se puede derrotar. Siempre se dice: “En Argentina, la inflación es un problema permanente”. Él está mostrando que la inflación sí se puede vencer. La segunda parte va a soltar el tipo de cambio y vas a tener otra vuelta de inflación. Pero el mensaje, entonces, va a ser: “Lo hicimos una vez, lo hacemos otra vez”. Y la inflación va a bajar mucho más rápido y con mucha más confianza.
—¿Crees que la llegada de Trump va a facilitar el acceso de la Argentina al endeudamiento en el Fondo Monetario Internacional, teniendo en cuenta que durante los cuatro años de Fernández no amortizamos un solo dólar y somos el principal deudor?
—El Fondo no es una institución autónoma. No tiene independencia. Es un instrumento de sus accionistas, y el accionista más importante es EE.UU. y, después, los europeos. Por eso no dejaron que los chinos tuvieran un incremento en su participación, porque el FMI es una herramienta de la política internacional de EE.UU. y la Unión Europea. Y ahí hay solo una palabra que va a definir cómo van a actuar con la Argentina: China. Es que hay un temor contra los chinos, porque los chinos incrementaron su presencia en todo el mundo, en mercados emergentes, con su cartera de financiamiento. Pusieron miles y miles de millones en todos esos países comprando amistad, relación y comprando también sectores estratégicos. La Torre del Espacio en Neuquén, por ejemplo. EE.UU. quiere sacar a China de la región y la forma que lo va a hacer es usando el FMI. Todos los países que tienen gobiernos que son más bien centroderecha o están más bien a favor de EE.UU., están teniendo toda la ayuda que necesitan del FMI. El FMI de hoy no es el FMI del 2001, que mandó a la Argentina al abismo porque no quería ayudar a los acreedores privados y ese tipo de cosas. Es otro Fondo. Hoy están ayudando a países como Ecuador, El Salvador y Argentina. Los que piden ayuda lo reciben y lo van a seguir recibiendo.
* Director de Sistémica. Colaboró Juan Cruz Guido.