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¿Bolsonaro y Milei son lo mismo?

El mesías de Dios y el rey del mercado

El Observatorio de Economía y Política Brasil-Argentina (OBRA), de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad de San Martín, tiene en marcha una serie de análisis concisos y periódicos que resaltan similitudes y diferencias claves entre ambos países, subrayando las complejidades y contrastes que han moldeado su evolución histórica, política y cultural, y que influyen en sus políticas y en su relación bilateral. Aquí, una comparación entre los dos referentes de la ola de extrema derecha global que se afianza en la región.

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Jair Bolsonaro y Javier Milei son los dos referentes indiscutidos de la nueva ola de ultraderecha que viene asomando con cada vez más fuerza en nuestra región. Sin embargo, aunque compartan el mismo club de amigos y coincidan en ciertos elementos de su retórica salvacionista, la base de sus liderazgos y las condiciones de sus gobernabilidades difieren substancialmente.

Una mirada comparativa sobre los procesos electorales que llevaron a Jair Bolsonaro (2018-2022) y a Javier Milei (2023-2026) a la presidencia de las dos federaciones más importantes de Sudamérica, echa luz sobre importantes diferencias entre los dos países y nos permite comprender más precisamente las estrategias y contornos de sus liderazgos. Esta breve nota busca destacar dos diferencias fundamentales entre ambos: las dimensiones de su apoyo partidario y el elemento central de su retórica.

Elecciones y resultados electorales. En primer lugar, es importante conocer una diferencia substancial entre ambos países: la estructura de su federalismo electoral. Los estados, municipios y el gobierno federal, en Brasil, comparten un mismo sistema electoral y las elecciones se realizan en forma simultánea en todos los niveles de gobierno. Además, el sistema partidario brasileño es altamente fragmentado –en la Cámara de Diputados de la Nación se encuentran representados alrededor de treinta partidos–. En cambio, en la Argentina, las provincias tienen potestades para definir tanto su sistema electoral y el de sus municipios, como las fechas de las elecciones subnacionales. El sistema partidario argentino ha mostrado estabilidad a lo largo del tiempo –con dos– y luego tres partidos centrales (Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical y Propuesta Republicana-PRO) a nivel nacional, aunque, en la actualidad se observa un proceso de mayor fragmentación, profundizado con la entrada en la disputa del partido La Libertad Avanza (LLA). En segundo lugar, mientras Bolsonaro respaldó sus dos candidaturas con el apoyo de tradicionales partidos prebendarios del “Centrão”, Milei entró en la contienda política con un incipiente sello partidario propio. 

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Dicho esto, en el año de 2018, el presidente electo, Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal-PSL) obtuvo cerca de 55% de los votos válidos en la segunda vuelta y cosechó el apoyo explícito de quince de los veintisiete gobernadores, que también resultaron electos en las elecciones del mismo año. En términos de apoyo en el Congreso Nacional, el partido de Bolsonaro (PSL) fue el segundo partido con mayor número de representantes electos (cincuenta y dos de quinientos trece) en la Cámara de Diputados, un poco detrás del Partido dos Trabalhadores (PT), de Luiz Inácio Lula da Silva, con cincuenta y seis diputados electos. En el Senado Federal, el partido de Bolsonaro, que obtuvo representación por primera vez, eligió a cuatro (de ochenta y uno) senadores, el mismo número que el PT y el PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira), del expresidente Fernando Henrique Cardoso. Dato no menor.

En la elección de 2022, aunque Bolsonaro salió derrotado (Lula obtuvo 50,90% de los votos, contra 49,10% de Bolsonaro), su partido (Partido Liberal-PL, en esta ocasión) obtuvo el mayor número de diputados federales electos (noventa y nueve de quinientos trece), dejando atrás al PT con setenta y nueve. En el Senado, el partido de Bolsonaro, obtuvo ocho senadores, y quedó como el mayor partido de la Cámara Alta con quince representantes. A su vez, de los veintisiete gobernadores electos o reelectos, trece habían declarado su apoyo al candidato derrotado. Los resultados de las elecciones de 2018 y de 2022 muestran que la fuerza política del bolsonarismo caló hondo en la sociedad brasileña, logrando presencia importante en los principales locus de decisión.

La elección que ungió a Milei como presidente, sin embargo, mostró otro mapa en la distribución de apoyos políticos. A pesar de la menor fragmentación del sistema partidario argentino en relación con el brasileño, las y los electores siguieron estrategias disímiles al momento de decidir su voto. La Libertad Avanza, en coalición con pequeños partidos provinciales y figuras –en su mayoría– independientes, ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con el 56% de los votos, frente al 44% de Sergio Massa de Unión por la Patria (UxP), alianza liderada por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En cuanto a la composición del Congreso, La Libertad Avanza incrementó su presencia en la Cámara de Diputados, pasando de tres a treinta y ocho escaños (de un total de 257) y en el Senado sumó ocho senadores (de setenta y dos), mientras que Unión por la Patria mantuvo treinta y dos escaños. Paradójicamente, Javier Milei no eligió gobernadores en ninguna provincia, lo que denota que su estrategia estuvo más centrada en la presidencia y en la conformación de una base legislativa más sólida. Aunque algunos candidatos se alinearon con La Libertad Avanza en diferentes regiones, la estructura territorial y las candidaturas a nivel provincial fueron más limitadas.

Retórica discursiva. La retórica de ambos liderazgos se centra en la épica de una Batalla Cultural como su fuente de legitimación. Pero, ¿la batalla que se proponen emprender es la misma? Aunque existen claras similitudes, como el carácter disruptivo de sus presidencias y el tono agresivo de sus discursos, el calificativo de ultraderecha para describir estos nuevos liderazgos debe tener en cuenta sus variaciones. Si bien la explicación para esas diferencias se puede encontrar en las características de los procesos de formación política y social de cada nación, dejaremos esta discusión para otra nota.

Mientras Bolsonaro se enfoca principalmente en promover una agenda ultraconservadora en términos de valores y costumbres, manteniendo una estrecha relación con grupos religiosos (en su mayoría evangélicos neopentecostales) y con sectores de las FF.AA., Milei concentra su ideal de lucha en una transformación radical de la estructura económica, impulsando un ideario inspirado en el anarcocapitalismo. Estas diferencias se manifiestan no solo en la composición de sus partidos, sino también en las características de sus bases de apoyo político. 

Gran parte de la estructura territorial de Milei se gestó tras la pandemia de covid-19, específicamente después del período de confinamiento (ASPO). El contexto de la abrupta caída económica, cercana al 10%, se convirtió en un terreno fértil para un discurso dirigido a los sectores más afectados y frustrados con la denominada política tradicional, percibida como corrupta e incapaz de ofrecer soluciones efectivas a los problemas estructurales que se agravaron con la crisis sanitaria. El análisis de las candidaturas provinciales de LLA (o partidos afines), como muestran los resultados parciales de una investigación en curso sobre la Extrema Derecha Radical en las provincias argentinas, desarrollada en el ámbito del Observatorio de Economía y Política Brasil-Argentina (OBRA) de la Escuela de Política y Gobierno de la Unsam, son un claro ejemplo: la mayoría de los candidatos provienen de sectores económicamente relevantes en cada una de sus provincias, como productores agropecuarios, de la industria metalífera o de la rama inmobiliaria, con una preponderancia de empresarios Pyme o del “emprendedurismo” ligado al mundo de las finanzas y de las criptomonedas. La batalla política que Milei abandera se vincula a un futuro casi distópico de eficiencia económica guiada por la mano invisible de los conglomerados transnacionales, ávidos por la promoción de una sociedad “libre” del intervencionismo estatal. 

La “batalla cultural” de Bolsonaro, en cambio, está profundamente enraizada en una defensa de los preceptos de “Dios, Patria y Familia” promovidos por la dictadura militar (1964-1985) y que apela a sectores de la sociedad brasileña que sienten que su forma de vida está bajo ataque de los sectores más progresistas. Al contrario de Milei, Bolsonaro no promueve la disolución del Estado, sino la utilización de éste como instrumento de “re-educación social”. Rennó (2020) observó que, durante la campaña electoral de 2018 en Brasil, hubo una alta correlación entre posiciones conservadoras y el voto por Bolsonaro. Lo más contundente fue la fuerte presencia del afecto como variable central en la decisión del voto y la estabilidad encontrada en la politización de temas vinculados a cuestiones culturales (casamiento igualitario, aborto y educación religiosa), penales (pena de muerte, reducción de la edad imputable, flexibilización de la portación de armas y descriminalización de las drogas) y en torno a cuestiones de política social (cuotas raciales y programa Bolsa Familia). Del mismo modo, en las elecciones de 2022, de acuerdo con Folha de S. Paulo (2022), el 49% de las personas entrevistadas consideró que la religión es un criterio importante al momento de decidir su voto. 

Las distinciones presentadas en este breve análisis nos conducen a dos conclusiones potenciales. Por un lado, Bolsonaro moviliza a su base en torno a una identidad cultural ultraconservadora y religiosa, sustentada en una sólida estrategia de anclaje territorial –de abajo para arriba–. Por otro lado, Milei desarrolla su narrativa en torno al reino libertario del capital, formando una alianza implícita con poderosos grupos económicos. Este aspecto podría explicar su enfoque de construcción política, que parte del fortalecimiento de una plataforma nacional para bajar a las provincias. Estas variaciones impactan no solamente en la manera en que ambos líderes perciben el clivaje político, como en la selección de las batallas que definen sus proyectos de país.

* (IIP-EPYG-Unsam/OBRA) / ** Becario doctoral del IIP (EPyG-Unsam/Conicet/OBRA)