Arabia Saudita es uno de los objetivos principales que tiene el EI ya que allí se encuentran los lugares más sagrados para el islam y que, según sus líderes, forman parte del emirato que buscan instalar en la región. Por eso, sus diplomáticos en la Argentina y sus dirigentes y políticos prefieren evitar hacer declaraciones públicas al respecto.
Quizás por eso es que su gobierno se niega a aceptarlos como un estado, insiste en llamarlos grupo terrorista y remarca que su ideología y pronunciamiento “nada tienen que ver con el verdadero islam”.
Según fuentes cercanas a la administración de Riad, la situación interna del país se encuentra tranquila, pese a los combates que se libran en Irak y no temen por el avance de los fundamentalistas sobre su territorio.
Sin embargo, su gobierno se encuentra alerta porque han detectado entre su población “pequeños grupos aislados que simpatizan con el EI, que fueron rápidamente identificados y encarcelados, antes de que pudieran realizar cualquier tipo de operaciones o atentados en el país”.
A su vez, Arabia Saudita ha reforzado sus medidas de seguridad, que se suman a la cerca electrónica en la frontera con su vecino, para evitar el ingreso de células terroristas en su territorio. Por eso, se niega a aceptar la entrada de refugiados iraquíes, a diferencia de lo que había hecho durante la primera Guerra del Golfo.
Su gobierno confía en que continúen los ataques aéreos contra el Estado Islámico, pero hace hincapié en la importancia de los trabajos de inteligencia en el terreno para evitar que sus miembros se oculten en otros países.
Si bien no ha tomado aún una decisión de qué posición tendrían las fuerzas internacionales que decidieran realizar un ataque terrestre, resalta el “rol importante que deben cumplir el ejército iraquí y el ‘Ejército Libre de Siria’”, a quienes apoyan en su lucha contra el régimen de Al Asad, para combatir y derrotar al EI.