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opinión

Alejandro Grisanti: “Harán falta 25 años para reconstruir lo que Maduro destruyó”

El analista venezolano examina en detalle la destrucción que el presidente chavista ha provocado a la economía de su país que, desde que asumió, en diciembre de 2013, se ha desplomado un 75%. La seudodolarización actual y el duro ajuste, los millones de migrantes y la difícil transición política, desafíos de una nación en crisis profunda.

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Alejandro Grisanti Capriles (Phd en Economía- University of Pennsylvania) es uno de los economistas venezolanos más destacados. Se ha desempeñado como profesor, consultor, investigador y funcionario público. En su trayectoria profesional se destaca su paso como Consejero por Venezuela en el directorio del BID, en Washington (1996-99), Economista Jefe del Banco de Venezuela, del Grupo Santander (2000-04), Jefe de investigación de América Latina para Barclays Capital (2008-16) y su participación en Knossos Asset Management (2016-17). Actualmente es Director de Ecoanalítica, compañía que fundó en el año 2004, y que hoy es referencia obligada en economía y finanzas en América Latina.

—Primero deseo preguntarte tu evaluación del momento económico de Venezuela.

—Yo creo que lo más importante aquí es ver la película a largo plazo. La película de largo plazo es 2012, Nicolás Maduro asume el poder en diciembre, en una economía que tenía 385 mil millones de PBI, en tanto el año pasado se produjeron 105 mil millones de dólares. Es casi una caída del 75% lo que ha tenido la economía venezolana en 12 años. Más allá de que había caído a niveles de 60-65 mil millones de dólares y que en los últimos tres años creció un poco, al final el resultado luego de 12 años es una economía que cayó un 70% a hoy. Hay una cifra que me parece terrible: nuestras proyecciones marcan que, incluso si la oposición llegase a acceder al poder, si se restituye la confianza, si podemos crecer a tasas del 6% a 7%, se van a requerir 25 años para construir lo que Nicolás Maduro destruyó. Creo que es muy importante tener ese dato en la cabeza, mucho más allá de lo que ha venido pasando en los últimos dos o tres años, que ciertamente salimos de la hiperinflación y que ha habido algo de crecimiento sobre la base de una economía muy chiquita.

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—Es de las destrucciones económicas más grandes de la historia mundial. No debe haber una economía que se haya desplomado como lo hizo la venezolana.

—Ha habido otros declives parecidos, pero de economías en guerra. En el caso venezolano no ha habido una guerra, sino una muy mala práctica económica con controles de precios y cambios.

—Esto generó que el 25% de la población de Venezuela abandonara el país.

—Esa es otra de las cifras más dramáticas. La falta de oportunidades, la falta de posibilidades de encontrar trabajo. Lo vimos muy fuerte en 2017-2018: personas buscando comida dentro de la basura, una crisis que generó un éxodo masivo de venezolanos. Actualmente un poco más de 7 millones de venezolanos viven en el exterior.

—Volviendo al corto plazo, ¿la mejora relativa pequeña en el último tiempo a qué se debe?

—Con casi el 25% menos de la población, has tenido una apertura y se ha dado un mayor pragmatismo oficial. El régimen viene desaplicando algunas leyes. No las ha cambiado, no es que ha habido un cambio de paradigma y se han derogado leyes y creado otras, sino que se están desaplicando las leyes de control de cambio, de control de precios, de ganancia máxima. El gobierno está haciendo la vista gorda con estas leyes y con estas regulaciones. No las aplica, pero sin embargo, están allí para momentos políticos difíciles, como el que estamos viviendo ahora, donde quizás es necesario volver a reprimir al sector privado. A lo mejor es necesario volverle a poner un cerco a la producción privada, porque claramente el sector privado en general está enemistado, está muy en contra del gobierno, pero siempre con la amenaza de un control de cambio y de precios, de posibilidades regulatorias y expropiatorias que realmente minimice el rango de acción en lo político.

—Generalmente, cuando se daba el ranking mundial de los países con más inflación, estaba primero Venezuela y luego seguían Argentina y algunos países de África. En el último tiempo, Venezuela redujo esa inflación, en el marco de una seudodolarización que se dio en el país. ¿Cómo podrías explicar ese fenómeno?

—Se dio una desregulación de facto, pragmática. El gobierno se opone a la dolarización, pero entendió que para que el sector privado pudiera incrementar la oferta de bienes tenía que dejar dos políticas: puertos abiertos, donde por corrupción no se cobran aranceles y se permite importar prácticamente cualquier cosa, y que muchas de las transacciones se volcaran al dólar. En Ecoanalítica medimos que hasta el 77% de las transacciones comerciales en el país se ejecutaban en dólares. Y por supuesto, entre más cerca estuviera la ciudad de la frontera, por ejemplo San Antonio, San Cristóbal o Maracaibo, el nivel de dolarización o de utilización de otra moneda extranjera, de divisas, para hacer transacciones llegó casi a un 95%-97% Por otro lado, es cierto también que el régimen ha hecho un ajuste draconiano y voy a dar dos cifras que son muy alarmantes. Hoy un pensionado, una persona de la tercera edad en Venezuela, recibe apenas 4 dólares al mes. No al día, al mes. Es la pensión de una persona que dedicó su vida, ahorró y aportó a la Tesorería de la Seguridad Social. Obviamente, estas personas no viven de la pensión, pero este es el nivel del ajuste del que estamos hablando, tanto de pensionados como del sector público. Y yo creo que eso se refleja mucho también en la parte política. Las personas que salieron del país, que emigraron, son profesores o personas que trabajaban directa o indirectamente en el sector público, donde después de este ajuste no tenían ninguna capacidad para vivir en Venezuela. Lo que tuvimos fue un ajuste muy fuerte que ha logrado reducir la inflación, pero en la medida en que no haya un cambio de paradigma, en la medida en que no haya realmente un movimiento a favor del mercado, en la medida en que no deroguen las leyes de controles de cambio, de controles de precios, yo le veo muy poco aliento a que Venezuela pueda mantener esta trayectoria.

—¿Cómo estás viendo la situación política? ¿Ves la posibilidad de una transición? ¿O crees que el régimen se va a mantener como una dictadura lisa y llana?

—La oposición tuvo una victoria espectacular. En votos estamos hablando de un 67% contra un 30%. La oposición fue capaz de publicar las actas, las actas oficiales del Consejo Nacional Electoral, y las puso a disposición de todas las personas que quieran hacer investigación sobre esta elección. Y al final esta elección no ha sido reconocida.

La respuesta a tu pregunta tiene dos costados. Te voy a dar una respuesta económica y una respuesta política. La respuesta política es no sé. La verdad es que hay un momento de máxima incertidumbre. Un régimen que se niega a negociar y que está buscando de cualquier manera quedarse en el poder. Pero al mismo tiempo, lo que te puedo comentar, es que es muy difícil la situación de un gobierno que tuvo una derrota de la magnitud de la que tuvo Nicolás Maduro, donde los sectores populares, los sectores más pobres que solían ser afectos al chavismo, votaron masivamente por Edmundo González bajo el liderazgo de María Corina Machado. Entonces, en ese caso cuesta también ver cómo pueden quedarse en el poder. La respuesta en lo político es no sé, en lo económico sí te puedo adelantar algo con respecto al tema de inflación, a mí no me cabe duda de que en los próximos 12 meses, en algún momento, Venezuela va a volver a tener una senda de crecimiento desafortunado de la inflación y que Argentina va a seguir bajando este tema inflacionario, este flagelo que tiene. No me cabe duda de que en los próximos 12 meses Venezuela volverá a pasar a Argentina como el país que tiene más inflación en el continente.

—¿Cómo estás analizando la cuestión en el escenario internacional?

—-Creo que es un escenario bien interesante porque se ha dividido el mundo entre demócratas y gente autoritaria. Es decir, en todos los países donde existe democracia, sean regímenes de derecha o de izquierda, se han opuesto al fraude de Maduro, como es el caso de Chile, muy abiertamente. Tenemos otros que se han pronunciado para que se publiquen las actas y se transparenten los resultados. Y, por supuesto, también hay regímenes de derecha que le han dado total apoyo a la oposición. Entonces no es una división entre derecha e izquierda. Es una división entre demócratas, gente que cree en la democracia, y los que no creen en la democracia, que están presionando para que en Venezuela no se reconozcan los resultados populares. Hay una iniciativa bien interesante de tres gobiernos de izquierda, que son México, Colombia y Brasil, y nos gustaría, por supuesto, que también entrara Chile, que están buscando cómo facilitar un diálogo para lograr una transición en Venezuela. Es una iniciativa que está poniendo mayor presión a Nicolás Maduro y que le está diciendo a Nicolás Maduro: “Mira, si crees que ganaste, presenta las actas y presenta actas que, por supuesto sean legales, que sean verificables”. Y si no ganaste, pareciera que tiene que haber una transición de aquí a enero, reconociendo los resultados y lo que fue una decisión del pueblo, que fue votar masivamente en contra del régimen actual.

—En caso de que hubiera cambio, que el régimen aceptara la derrota y que la oposición se hiciera con el poder. ¿Cómo crees que va a ser la transición económica en una situación como la de Venezuela? En un país con las distorsiones de Argentina está siendo muy difícil.

—Hay algunos acuerdos de mediano y largo plazo, quizás con diferencias en los detalles. Todos los sectores de oposición entienden que Venezuela tiene que encender la locomotora petrolera. Somos el país con las mayores reservas petroleras del mundo. Y una cosa muy importante es que producir petróleo en Venezuela es muy barato y muy sencillo. Es muy rápida la posibilidad de recuperación del sector. Y eso, por supuesto, hace que se busque utilizar y atraer esas inversiones internacionales en petróleo. El otro punto, que es una ventaja fundamental, es que todas las petroleras del mundo tienen ya más de cien años operando en Venezuela. Conocen muy bien la geología y saben dónde está el petróleo, cómo producirlo y cómo extraerlo. En esto hay un gran acuerdo nacional. La otra cuestión sobre la que hay consenso es que para poder encender esa locomotora es necesario reestructurar la deuda. Venezuela lleva casi siete años en default, sin pagar la deuda. Hay una serie de demandas, incluso con refinerías, que existen en los Estados Unidos. Y es necesario un proceso de reestructuración de esa deuda para poder atraer inversiones, tanto al sector petrolero como a otros sectores como el turismo.

También queda muy claro que las personas que destruyeron el país, el equipo que trajo esta desgracia, esta gran miseria, no va a ser capaz de crear la confianza para reconstruir el país. Entonces, una condición sine qua non es poder tener este cambio, poder empezar con estos procesos. Y este régimen en los últimos años ha hecho un ajuste muy fuerte, como comenté anteriormente, un ajuste muy draconiano, que desafortunadamente recae en los más pobres. Hoy hay sectores que no reciben nada, con salarios de 10 a 12 dólares, que, por supuesto, desde aquí empezar a construir puede ser incluso un poco menos difícil. No más sencillo, pero sí menos difícil de lo que le tocó afrontar a la Argentina en los últimos meses.

—Para terminar, ¿cómo estás viendo al resto de la región?

—Con respecto a América Latina, todavía preocupa el bajo crecimiento. Las dos economías más grandes de América Latina, México y Brasil, están creciendo muy lentamente. Creo que Argentina está causando una gran expectativa, una gran esperanza de ver si realmente se puede estabilizar y arrancar un proceso de crecimiento que sea más permeable y más perdurable. Pero muchas de las economías latinoamericanas se han aletargado. Chile, Perú, Colombia, los mismos Brasil y México, son economías que no terminan de tener un crecimiento que realmente se traduzca en mejoras para la población. Un caso distinto, por ejemplo, son las economías más pequeñas. República Dominicana ha logrado mantener tasas de crecimiento superiores o cercanas al 5%. Panamá, Guatemala, Honduras también tienen tasas de crecimiento relativamente importantes, pero son las economías más pequeñas cuando las vemos desde el punto de vista regional. Entonces es necesario ver cómo nos enfocamos en restablecer la productividad. Cómo nos enfocamos en poder atraer las inversiones y la tecnología necesaria para que nuestra población sea cada vez más productiva. Y eso, por supuesto, se tiene que traducir, en la medida en que sean más productivos, en mejores salarios, mayores riquezas y beneficios para todos, porque el tema de la desigualdad es algo que siempre me ha preocupado.

*Economista. Director de Sistémica.