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Mayra Arena: “Aparecieron críticas a Milei que antes no se veían en los sectores populares”

La cientista social y directora de Arena Consultoría participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de Comunicación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). El apoyo al Gobierno entre los más humildes. Y la desorientación del peronismo.

Mayra Arena
Mayra Arena participó del Ciclo de Entrevistas con estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires. | valentino farinatti

Mayra Arena participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) del Grupo Perfil, en la que se refirió al apoyo que aún recibe Javier Milei desde los sectores más humildes a pesar del ajuste que puso en práctica desde que asumió. "Los más pobres siguen viendo con esperanza al Gobierno. Pero aparecieron críticas a Milei que antes no se veían en los sectores populares", sostuvo.

La cientista social y directora de Arena Consultoría también cuestionó al peronismo por no encontrar la forma de recuperar el apoyo de los votantes más humildes, que antes lo respaldaban. El peronismo ya no tiene esa masa popular mayoritariamente apoyándolo, sino que ahora tiene que luchar con gente del Conicet, con gente de Villa Crespo. Está todo bien, pero esa gente no lucha de la misma manera. Son otras maneras, Y el peronismo se está convirtiendo cada vez más en un partido de clase media, en lugar de ser el gran movimiento nacional. Esa es mi gran preocupación”, destacó Arena en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y vicerrector de USBA.

—¿Los sectores más humildes aún sostienen la esperanza que depositaron en Milei?

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La respuesta rápida es sí. Los más pobres siguen viendo con esperanza al Gobierno. Pero aparecieron críticas a Milei que antes no se veían en los sectores populares. La primera crítica es que se lo ve cerrado a Milei, o no dispuesto a reconocer sus errores. No se lo ve como una persona dispuesta a admitir que se puede estar equivocando. Esa es una de las críticas que se da como alguien cerrado, alguien que no puede admitir que se equivocó y que prefiere chocar antes que desacelerar. La otra crítica que vimos es que la gente siente que a Milei le importa más la opinión del resto del mundo que la de los argentinos. Le importa más qué opinan los de afuera que los argentinos que están viviendo y sufriendo acá. Esa bala entró. Y ahora dejo de ser consultora, porque ustedes sabrán que soy peronista, y como peronista me voy a aferrar a eso. Porque hay una luna de miel que resulta increíble con Milei, los más perjudicados son los que más lo sostienen. Sin embargo, entró esa bala. La gente que entrevistamos dice: “Estás paseando por el mundo, sos cerrado, no reconocés una y no te estamos importando tanto como creíamos que te importábamos”. Así que sigo viendo el apoyo a Milei pero, por primera vez, empiezo a ver críticas que hasta hace muy poquito no veía entre los más pobres.

—¿Por qué no perdió el apoyo el Gobierno en los sectores más humildes, a pesar de la feroz inflación de los primeros meses de su mandato?

—Con la gestión Massa arrancan los 10 puntos de inflación mensual. Todos los días aumentaban las cosas en diciembre. En enero llegamos al veintipico y en febrero también. Fue una agudización total de la inflación. Pero la mayoría, por no decir la totalidad, responsabiliza a la gestión Massa por la inflación de diciembre, enero y febrero. ¿Esto es verdad? Para mí no, pero para estos sectores sí lo es. Yo creo que a Milei se lo va a empezar a responsabilizar de acá en adelante en materia económica. Ahora empieza a ser responsable por las decisiones que toma, pero todo lo demás se lo toma como la herencia que recibió. A mi criterio es un error, porque si no hubiera tomado las decisiones que tomó, no hubiéramos tenido la devaluación que nos comió vivos y se llevó la comida a unos precios que son de lujo. Nosotros siempre tenemos una pregunta en la consultora que es qué harías si te cae una plata del cielo. El año pasado nos respondían que comprarían un terrenito electrodomésticos. Es una pregunta abierta, en la que nosotros no ponemos ningún tope al dinero que recibirías. Solo decimos qué harías si tuvieras plata extra. Ahora hay un empobrecimiento tan grande que la mayoría de la gente responde que con esa plata harían un asado o llenarían la heladera. Se achicó muchísimo la fantasía. Vos podés soñar que te cae un millón de dólares, pero ahora la gente está pensando en llenar la heladera. Se ha achicado el concepto de lo que es darse un gusto, los lujitos a los que uno puede acceder.

—En este contexto, ¿emerge alguna figura como líder de la oposición?

—En la vida real, no hay nadie que lidere a la oposición. Tengo un poco de miedo de ilusionarme pero también creo que objetivamente eso no llega nadie en la vida real. Todavía no hay nadie que transmita carismáticamente. Creo que el argentino es pillo en sentir ese olorcito de si el poder puede llegar a ir para tu lado o no. Nadie está pensando electoralmente en este momento, todos están pensando en que a Milei le vaya lo menos peor posible o lo mejor posible. No hay ni estallido ni bronca ni ganas de salir a la calle.

—¿A pesar de la recesión y el aumento de la pobreza, aún no hay crisis social?

Yo soy un gordo se viene. Para mí no se viene, pero yo creo que este gobierno corre más peligro por la clase media letrada que por los más pobres. Es decir, la clase media universitaria que ya no puede reventar la tarjeta, que ya no pueden comer como antes. Creo que hay más chances de que al Gobierno lo haga temblar la clase media que los sectores populares. Y el peronismo ya no tiene esa masa popular mayoritariamente apoyándolo, sino que ahora tiene que luchar con gente del Conicet, con gente de Villa Crespo. Está todo bien, pero esa gente no lucha de la misma manera. Son otras maneras, Y el peronismo se está convirtiendo cada vez más en un partido de clase media en lugar de ser el gran movimiento nacional. Esa es mi gran preocupación.

Mayra Arena
Mayra Arena participó del Ciclo de Entrevistas con estudiantes de Comunicación de la USBA.

—¿Puede establecer las diferentes lecturas que se hacen en este momento sobre la gestión del Gobierno?

—Los votantes de Milei tienden a minimizar los problemas económicos y a ser menos críticos con su figura, mientras que los votantes de Massa son más propensos a reconocer y describir los problemas. También se observa que las mujeres son más críticas con Milei, destacando sus defectos de personalidad, mientras que los hombres se centran más en su falta de apertura y su rigidez. Se plantea que los votantes de Milei que enfrenten dificultades económicas pueden tardar en reconocer su error o culpar a quienes lo rodean. Además, se discute cómo los sectores antiperonistas suelen atribuir los fracasos a la persistencia del peronismo en el poder, mientras que los peronistas tienden a responsabilizar al propio líder por los problemas. Mientras los progresistas creen que la derrota se debió a no ser lo suficientemente progresistas, los seguidores del peronismo culpan a la falta de intensidad en su modelo.

—¿El voto Rappi todavía está con Milei?

En los últimos focus que hicimos, salieron dos cosas que no venían saliendo en los votantes de Milei. Yo tengo una mesa que es de calle, de esta manera nombro a los remiseros, colectiveros, Rappi y barrenderos. Los que mejor están económicamente son los barrenderos y colectiveros, porque tienen el sindicato de Camioneros detrás. Si bien son trabajadores de calle, se encuentran en una mejor situación económica. Pero los remiseros y Rappi están en otras condiciones. El remisero es el fondo de olla, el prototipo de chabón que se quedó sin laburo, por encima de los cuarenta años, que no encontró en ningún lugar formal y termina en una remisería. Este grupo suele ser el más facho. Si uno quiere entender el alma de alguien de derecha, tiene que ver Taxi Driver. Uno tiene que ver cómo incide el fracaso amoroso en la derechización absoluta del varón. Y en cómo afecta estar en contacto con la calle constantemente, con todo lo que es el fondo social. En resumen, sí, el voto Rappi sigue con Milei. Cuando hablamos del Rappi yo englobo ahí la nueva forma de ver el trabajo. Unos trabajadores no sindicalizados, que no tienen acceso a un montón de derechos que en Argentina se han logrado y, sin embargo, no te los reclaman.

—¿Cómo explica usted la relación que Milei tiene con esas nuevas clases trabajadores?

El gran cambio de época, que a Milei lo beneficia, es que el tipo de trabajador moderno no busca responsables arriba, sino entre sus pares y en uno mismo. Es decir, se siente dueño de su propio futuro, responsable de sus problemas. Cuando hay conflicto social, culpa más a sus pares y a los que tiene alrededor, que a los que están arriba. Por eso caló tanto el voto de los antipolíticos en Milei. Porque no votan masivamente en blanco sino que votaron a este tipo de discurso antipolítica. Es un tipo de trabajador, que no quiere derechos, que no quiere sindicalizarse, que no quiere un defensor, todo eso es algo muy de la época. Si no se trabaja culturalmente para que haya un verdadero conjunto de beneficios materiales y simbólicos se va a seguir agudizando. Estamos cada vez más lejos del ideal que teníamos hace décadas del trabajador en la fábrica, uniformado y sindicalizado. El sueño de un laburo en blanco ya no sé si está entre los jóvenes. El sueño ahora es pegarla de otra manera.

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—¿De quién es la responsabilidad de que los jóvenes ya no aspiren a ese sueño?

Lo que vi en la última década es el gran problema entre los sectores pobres que deformó la economía. Fue durante varios años una cosa muy constante que aquel que vivía en un ranchito y solo tenía acceso a la política social y a ninguna otra cosa, viera cómo el que vivía al lado, salía a las cinco de la mañana a trabajar y volvía a las ocho de la noche, y llegaba reventado y no vivía mucho mejor que él. No vivía mejor que él en casi ningún sentido. Durante el gobierno de Macri empezó, y en el gobierno de Alberto se acentuó, eso de que el trabajo no sea motor de movilidad económica en los sectores pobres. El trabajo era empobrecedor. Los trabajos a los que podían acceder los pobres te hacían más pobre. Entonces, la política social se volvió un lugar de refugio, que te daba algo más o menos parecido por un sacrificio mucho menor. El trabajo termina quedando solo como valor cultural y nadie come de sus valores sin un acompañamiento en lo material. Uno puede decir que el trabajo es lo más sagrado de la vida pero, sin una parte salarial que implique un cambio sustancial en las capacidades de compra y de consumo, no tiene sentido buscar acceder a eso. Los pobres no son boludos. Creo que el trabajo, si no puede ser un factor de movilidad económica, se convierte en una cuestión cultural y pierde su valía. Los jóvenes ahora saben que la plata no está agarrando la pala, entonces buscan otras salidas.

—¿Qué opina de la denuncia en relación al fallido reparto de alimentos del Gobierno y a los comedores de organizaciones sociales que no existen?

El kiosco ventana es un gran detector de que estás entrando a un barrio pobre, como cuando empezás a ver más perros en la calle. No es un kiosco para hacer guita, es un kiosco para salir hecho con el pan, el fiambre, la leche y los puchos que uno consume y con la diferencia de lo que uno vende, salís más o menos cubierto. Y el merendero ocupó ese lugar en muchos casos. Le creo a la señora que está ahora gestionando Capital Humano cuando dice que en algunos lugares seguramente no se encuentra con el merendero que decía haber. ¿Son la mayoría? No. ¿Es el problema más grave? Tampoco. Lo que logran con estas noticias es que digan que es todo una mentira, que no hay pobres. Sentarse a dar esa discusión es un error. Yo les creo a las dos partes y las dos partes tienen su verdad. Pero el problema es que la pobreza sí se agudizó drásticamente. La comida se encareció y vos necesitarías esa estructura que está sobrerrepresentada en los censos y ahora no la tenés. Y este Gobierno no tiene ni la inteligencia, ni la estructura ni los contactos como para contener, ni tampoco la voluntad política de hacerlo.

—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas con estudiantes de la USBA y le damos la posibilidad de cerrar con un comentario final.

Quiero contarles algo novedoso y preocupante. Tengo datos sobre distintas familias de distintos sectores del fondo de Laferrere, donde se han formado, barrios cerrados en barrios muy pobres. Estoy hablando de barrios con ranchos, en los que no hay ni una casa revocada pero que se ponen de acuerdo entre un grupo de vecinos y ponen portón, alambre de púas, cámaras y se arma una especie de country villero. Esto está pasando y es como un poco la fantasía, el sueño de los liberales. Gente que se organiza por el temor a la inseguridad. Es algo que me preocupa mucho.

Por Montserrat Montagut, Paola Carrasco y Paola Ramirez
Estudiantes de la Facultad de Comunicación
Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA)