El presidente de los EE.UU., Donald Trump, acaba de establecer un arancel del 25% a la importación de acero y aluminio, medida que vuelve vulnerable a la industria del sector argentino y que la alineación dogmática de Milei con Norteamérica no ha logrado frenar.
Este nuevo arancel se enmarca dentro de la guerra comercial iniciada por Trump en 2018 e incluye a Europa y países como México, Canadá y Japón. Esta política tiene como objetivo asegurar una sólida base industrial en EE.UU., impedir el desarrollo de rivales que desafíen su supremacía global (Rusia y China) y utilizar la negociación comercial bilateral para conseguir objetivos políticos estratégicos. El alcance global del arancel da cuenta de que dicha batalla comercial se encuentra dirigida contra adversarios pero también contra aliados, encontrándose entre estos últimos nuestro país, el cual bajo la administración de Milei subordina sus intereses a los de EE.UU.
En cuanto a los efectos sobre la industria local, este nuevo arancel pone en estado de vulnerabilidad al sector metalúrgico y del aluminio. Esto se debe a que la Argentina exporta un 62% de su producción de aluminio a EE.UU., principalmente a través de la empresa Aluar. En el caso del acero, Tenaris (Grupo Techint) exporta el 46% de su producción a EE.UU. y México, poseyendo una participación del 30% en la operación mexicana de Tenaris, uno de los mayores exportadores a EE.UU. y que también va a sufrir la suba de aranceles. Si sumamos el total de exportaciones argentinas entre los dos sectores hacia EE.UU., se encuentran en peligro exportaciones por una suma de US$ 627 millones, en el marco de una crisis por falta de divisas. Esto efectúa un duro golpe contra los dos sectores que van a ver menguada gran parte de sus envíos al exterior.
A su vez, los aranceles aparecen en medio de una crisis en los dos sectores nacionales. La producción de acero cayó un 24% intermensual y un 26% interanual en diciembre de 2024 debido a la caída del consumo y la demanda a partir de la crisis económica que vive la Argentina y la decisión de Milei de frenar la obra pública. Esta situación llevó a que se realizaran “paradas operativas” en plantas siderúrgicas, esquemas de suspensiones con descuentos salariales y anuncios de despidos que movilizaron a los trabajadores de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) a tomar medidas de fuerza. A la crisis de producción y empleo debe sumarse la financiera, ya que Aluar registra una caída del 16,7% en la Bolsa argentina en los últimos 12 meses, mientras que Tenaris acumula en febrero un descenso del 10,8%. A esto, debe agregarse el impacto de la decisión del gobierno nacional de mantener atrasado el dólar, lo que genera una pérdida de competitividad del sector exportador aumentando sus costos en dólares. Los aranceles comprometen a dos sectores golpeados por la crisis y el modelo antiindustrialista de Milei, poniendo en juego la capacidad de inversión, producción, financiera y laboral de las empresas, y la cadena de valor asociada.
A las políticas económicas de Milei como factor debe sumarse su política exterior, ya que Trump utiliza los aranceles como moneda de cambio para negociar objetivos políticos estratégicos propios (táctica de golpear y negociar). Aranceles similares al acero y el aluminio fueron aplicados en 2018, accediendo el gobierno de Macri a limitar exportaciones para evitarlos; sin embargo, los mismos fueron restituidos en 2019 tras la acusación de Trump a Argentina de “manipular su moneda”, “comprometiendo” al agro estadounidense. Esta experiencia, sumada al planteo actual de Trump de que “los datos de Argentina no son confiables” y que el país “exporta a EE.UU. en cantidades insostenibles”, prefiguran una negociación dura y a pérdida, debido a la alineación dogmática y subordinación que lleva a cabo Milei con respecto a EE.UU. y su estrategia global, lo que genera que su política exterior no se encuentre guiada por intereses nacionales y del sector industrial argentino, creando dudas sobre la posición que va a adoptar el Gobierno, teniendo en cuenta que Europa ya amenazó con represalias, Canadá expresó que va “a defenderse” y México exigió diálogo.
Otra arista que agrega un halo de sombra a la probable negociación con Trump es la posibilidad de que el Gobierno comprometa activos soberanos en el marco de una ola privatizadora que ya se llevó puesta a la metalúrgica nacional Impsa, vendida a capitales estadounidenses. Este llamado de atención se funda en la experiencia reciente de Brasil, cuando ante el establecimiento de los aranceles de 2018 el gobierno brasileño accedió a facilitar la compra del fabricante de aviones Embraer por parte de la estadounidense Boeing, haciéndose EE.UU. de un activo estratégico a partir de una negociación comercial. Este antecedente y la política desnacionalizadora de Milei ponen en peligro a los sectores estratégicos del país y a sus activos soberanos, los cuales pueden ser incluidos dentro de una negociación para bajar los aranceles.
Por lo tanto, con el establecimiento de esta medida por parte de Trump, sumado a la política económica y exterior de Milei, corren peligro las empresas del sector y activos soberanos del país, así como también miles de puestos de trabajo en el marco de una crisis económica extendida, donde el Gobierno no puede darse el lujo de poner en juego ni un solo dólar proveniente de exportaciones.
A su vez, esta medida demuestra que la política de subordinación de Milei no redunda en beneficios para el país, ya que ha sufrido la imposición de aranceles igual que el resto del mundo. No solo no beneficia a la Argentina sino que la vuelve más vulnerable. Es por esto que urge el establecimiento de una política exterior autónoma y soberana que cuide el empleo y a los sectores productivos nacionales en la búsqueda de relacionarse en pie de igualdad con el resto del mundo, sin subordinarse a intereses de otros países ni entregando su autonomía ni capacidad de decisión soberana.
*Profesor de Historia, maestrando en Estudios Estratégicos y coordinador en Ocipex.