La importancia de la industria textil radica en su capacidad para sostener a las economías regionales y generar empleo: en Argentina da trabajo a más de 500 mil personas. Pero su impacto no sólo se mide en números: es un sector que emplea a grupos vulnerables como mujeres (un 70%), migrantes y ocupados de bajo nivel educativo o con pocas capacidades de reubicarse fácilmente en otras ramas productivas.
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En muchas regiones del país las fábricas textiles son un motor clave del desarrollo, que dinamiza el comercio y fortalece la producción. Un ejemplo de ello son los locales de Avellaneda, donde más de 3.000 puntos de venta abastecen a otros tantos miles de tiendas y consumidores finales que llegan desde todos los rincones.
La industria textil argentina sigue atrapada, desde hace décadas, en un péndulo de políticas que oscila entre extremos proteccionistas y aperturistas, sin puntos medios.

La inestabilidad macroeconómica y el cambio frecuente de reglas del juego atentan contra la planificación de las empresas y promueven comportamientos que agudizan la problemática. Pero la apertura indiscriminada tampoco es la solución a los altos precios de la ropa en Argentina: nunca abrir la importación de productos terminados redujo los precios al público, solo generó mayores ganancias a los importadores.
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A pesar de este péndulo constante -y a contramano de lo que comúnmente se piensa-, en los últimos años las empresas del sector han invertido más de 1.400 millones en bienes de capital, infraestructura y tecnología para mejorar sus procesos productivos y ser más sustentables. Sin toda esta inversión, los reiterados vaivenes económicos ya hubieran destruido todo su entramado.
Argentina necesita construir una hoja de ruta con consensos mínimos para la industria textil. Desmantelarla significaría perder miles de puestos de trabajo y debilitar una red de producción que abastece tanto a pequeñas marcas como a grandes fabricantes, afectando, en última instancia, a los consumidores.
En un país que ha atravesado fuertes cambios en tan poco tiempo, el sector se muestra resiliente. Lo demuestran las exposiciones y espacios de encuentro internacionales como Emitex en los que se hacen visibles los enormes esfuerzos de toda la industria por mantener su competitividad, abastecerse de novedades tecnológicas y ser una oportunidad para miles de emprendedores que encuentran en ella una genuina fuente de ingresos para sus hogares.
Hoy la industria textil-indumentaria nacional enfrenta riesgos que requieren medidas claras y urgentes. Abaratar la ropa en Argentina es posible, pero solo a partir de políticas inteligentes que no destruyan el empleo ni la producción local.
* gerente de Emitex, el encuentro anual de la industria textil.