Diez meses después de que Javier Milei tomara las riendas del Ejecutivo Nacional, la economía argentina sigue enfrentando dificultades, inestabilidad y profundas turbulencias. Los datos de pobreza del primer semestre exponen una realidad devastadora: más de la mitad de los argentinos cayeron por debajo de la línea de pobreza. Aunque la inflación muestra señales de desaceleración, aún se mantiene entre las más altas del mundo, con una tasa interanual del 209% a septiembre. Además, la actividad económica registró una contracción interanual del 5,2% en el primer trimestre y del 1,7% en el segundo.
Es cierto que el punto de partida ya era difícil; a finales de 2023, la pobreza superaba el 40% de la población y no surgió de repente este año. Más bien, se potenció debido al impacto de la inflación, que dilapidó los salarios en términos reales, extendiendo el “no hay plata” a una mayor cantidad de hogares. Dado que en Argentina la pobreza se determina únicamente por el nivel de ingresos, la inflación es la principal fuente generadora de pobreza: si los salarios no crecen al mismo ritmo, cada vez más personas quedarán bajo ese umbral. En este contexto, vale la pena recordar que la inflación acumulada entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023 alcanzó el 1.193%, mientras que los salarios, según el índice del Indec, crecieron un 991%, lo que significó una pérdida del 16% en el poder adquisitivo.
De igual modo, la actividad económica comenzó a caer de manera ininterrumpida desde septiembre de 2023, incluso antes de las elecciones generales, y la tendencia de crecimiento a largo plazo sigue estancada desde hace más de una década.
Con esta perspectiva establecida, resulta posible trazar un panorama más claro de las condiciones actuales de la economía y de lo que se puede esperar en los próximos meses.
Cuáles son los datos de pobreza, deuda e inflación de la Argentina
Según datos de agosto, el nivel de actividad mostró una recuperación por segundo mes consecutivo en la variación mensual de la serie sin estacionalidad. Esta métrica es clave para precisar si la economía efectivamente está repuntando, ya que, en un contexto recesivo, las variaciones interanuales continuarán siendo negativas hasta que el nivel de actividad recupere los valores previos al inicio de la recesión. En otras palabras, este análisis permite identificar si la economía ya tocó fondo o si está comenzando a emerger hacia la superficie.
Al examinar los datos, se observa que la actividad tocó su piso en abril. Y que a partir de mayo ha mostrado un modesto repunte. En particular, la actividad presentó un fuerte crecimiento en julio, y en agosto se mantuvo la tendencia positiva. Diversos indicadores sectoriales, como la producción industrial, la construcción y el patentamiento de autos, sugieren que en septiembre el nivel de actividad podría continuar en aumento, consolidando la recuperación.
Por este motivo, es posible que el PBI crezca cerca de un 3% en el tercer trimestre, marcando el potencial inicio de un camino de crecimiento. De todas maneras, la metodología tradicional para medir las cuentas nacionales anuales toma el promedio de los cuatro trimestres del año y lo compara con el promedio de los cuatro trimestres del año anterior. Esto significa que, aunque la economía crezca también en el cuarto trimestre, 2024 se verá marcado como un año recesivo, incluso cuando se haya recuperado en la segunda mitad, superado el nivel de diciembre de 2023.
Más allá de la estadística, se están sentando las bases para que Argentina vuelva a crecer. En primer lugar, se está controlando la inflación de manera exitosa: el año comenzó con una inflación mensual del 20% y cerrará diciembre con un valor cercano al 2%. En el acumulado del año, los precios habrán crecido un 119%, bastante lejos del 211% de 2023. Para 2025, la caída de la inflación será aún más pronunciada y perforará el 30%. En segundo lugar, el Gobierno ha demostrado poder político para imponer su agenda a pesar de la debilidad en ambas cámaras. Esto permitió la aprobación de la ley Bases y el paquete fiscal, y mantuvo los vetos a la reforma jubilatoria y al presupuesto universitario. Más allá del ahorro logrado con estas victorias en el Congreso, lo cierto es que el Gobierno demostró tener el coraje de tomar medidas impopulares para mantener su objetivo central: el equilibrio fiscal. Esto último, a su vez, contribuye a ganar credibilidad y confianza por parte del mercado. Una muestra de ello es que, desde diciembre de 2023, los bonos soberanos en dólares han aumentado más de un 70% y el riesgo país cayó a su valor mínimo en cinco años.
En cuanto a los salarios, tocaron su punto mínimo en marzo, según el índice del Indec, y desde entonces han recuperado un 12% en términos de poder de compra hasta el mes de agosto. Esta dinámica permitió que la pobreza en septiembre volviera a perforar el 50%, de acuerdo con la estimación de la Universidad Torcuato Di Tella. Además, si mantienen el ritmo actual de crecimiento, en el corto plazo podrían alcanzar el nivel de noviembre de 2023 e incluso superarlo en algún momento del próximo año.
Vale la pena señalar que los salarios del sector privado no registrado están creciendo con mayor fuerza que los de otros sectores. Solo en julio crecieron un 10,6% en términos reales y en agosto mejoraron otro 6,2%. Esto es relevante, ya que el sector privado no registrado representa el eslabón más frágil de la sociedad y es el que más poder adquisitivo perdió en los últimos años.
La asignatura pendiente del equipo económico sigue siendo la eliminación del cepo cambiario. Esto es fundamental para poder asignar eficientemente los recursos en la economía, eliminando precios distorsionados, y también para atraer inversiones, esenciales para mejorar la productividad. Con o sin cepo, Argentina probablemente crecerá el próximo año a una tasa cercana al 5%. Sin embargo, la eliminación de los controles de capital definirá si ese crecimiento se sostiene y se consolida con el tiempo, o si se diluye en el largo plazo.
Martín Ravazzani, de EcoLatina: “El promedio salarial del año va a caer cerca del 10%”
La segunda, la implementación de reformas estructurales que terminen de desarmar las reglas de la Argentina corporativa y, en cambio, promuevan la libre competencia y una mejora de la productividad media de la economía.
Todo lo analizado permite sostener que Argentina se ha alejado de los riesgos hiperinflacionarios y que, poco a poco, la economía comenzó a estabilizarse. La caída de la actividad se frenó y, pese a la heterogeneidad entre los sectores, existe una tendencia incipiente de crecimiento a partir del tercer trimestre del año que se proyecta continuará el próximo año. En paralelo, los salarios mantendrán la misma sintonía y el proceso de desinflación permitirá la recomposición del poder adquisitivo. En síntesis, la recuperación comenzó en el segundo semestre, partiendo de un subsuelo, pero asentando las bases para que el proceso continúe y Argentina pueda salir no solo de la recesión, sino también del estancamiento al que ha estado sometida.n
*Economista. Fundación Libertad y Progreso.