La corrida cambiaria que sufre Brasil implicó un salto de su tipo de cambio del 29% y genera incertidumbre para la economía argentina. Este salto del dólar frente al real convierte al principal socio comercial argentino en más competitivo y presiona sobre el mercado de cambios locales. Economistas aseguran que este shock externo debilitará a las exportaciones a menos que Javier Milei tome cartas en el asunto.
“La devaluación del real impacta directamente en la economía argentina al volver más caras nuestras exportaciones hacia Brasil y más baratas las importaciones brasileñas, lo que puede agravar el déficit comercial bilateral. Esto afecta principalmente a sectores industriales locales, como el automotor y alimentos procesados, que dependen en gran medida del mercado brasileño. Además, genera presión sobre el tipo de cambio local, ya que el peso argentino pierde competitividad, agravando lo comentado anteriormente”, comentó a PERFIL Leo Anzalone, economista y director del Centro de Estudios Políticos y Económicos (Cepec). Y agregó: “En términos de reservas internacionales, un saldo comercial negativo con Brasil podría obligar al BCRA a usar más divisas, debilitando su posición externa. A nivel industrial, la pérdida de competitividad amenaza la producción y el empleo. En este contexto, Argentina enfrenta el desafío de manejar la presión cambiaria para mitigar los efectos de la volatilidad brasileña”.
El gran temor para la economía argentina con la depreciación del real es que derive en un aluvión de importaciones de productos brasileños y acentúe el rojo en la balanza comercial bilateral, en un contexto de crecimiento del comercio entre ambos países. De acuerdo al último informe de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), el saldo comercial bilateral arrojó un déficit para Argentina de US$ 81 millones. El movimiento fue de US$ 2.468 millones en el noviembre, un 27,9% superior a igual período de 2023. Acumuló así su tercer mes consecutivo en alza. Por el contrario, el intercambio cayó con respecto a octubre pasado un 17,2%, debido a la caída de las exportaciones en un 16,6% y a la disminución de las importaciones en un 17,8%.
“Las ventas argentinas a Brasil crecieron en noviembre de 2024 un 24,8% con respecto a noviembre de 2023 (la variación fue positiva por sexto mes consecutivo) al sumar US$ 1.194 millones, mientras que las importaciones desde aquel destino fueron de US$ 1.275 millones y mostraron un alza interanual del 30,9%. Así, el saldo comercial para Argentina arrojó un déficit de US$ 81 millones”, expresó el último documento de CAC. Y continuó: “El comercio entre ambos países acumula en once meses de 2024 un saldo negativo para la Argentina por US$ 256 millones. Vale señalar que las exportaciones aumentaron 11,1% durante once meses de 2024 con respecto a once meses de 2023, mientras que las importaciones desde Brasil mermaron un 20,7% en el mismo período. La suba interanual de las exportaciones de Argentina hacia Brasil registrada en noviembre (24,8%) correspondió principalmente al alza de productos agrícolas, vehículos y autopartes, mientras que el alza interanual de las importaciones (30,9%) se explicó principalmente por el incremento de automóviles, motores y partes”.
¿Qué pasó en Brasil? La FED bajó las tasas y provocó una apreciación del dólar a nivel mundial, sobre todo en las economías emergentes. Así, acentuó aún más la devaluación del real que, en lo que va del año, ya acumula más del 20%.
“Esto impactó en un Brasil cuya macroeconomía ya venía mostrando signos de volatilidad, llevando la cotización del dólar a 6,29 reales. De esta forma, el tipo de cambio del principal socio comercial de Argentina acumula una suba del tipo de cambio del 29% anual”, destacó un estudio de Vectorial. Los episodios devaluatorios anteriores más recientes fueron en 2015 (crisis de Dilma Rousseff) donde el dólar/real aumentó un 60% en el año, y en 2020 (pandemia) donde fue del 45%”, dice el informe.
“La economía en el gobierno de Lula va muy bien, varios sectores están creciendo, la industria está creciendo, la inversión está aumentando, el consumo también, la inflación está bajo control y las cuentas externas están muy bien”, planteó Guido Mantega, exministro de Finanzas de los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. El economista del oficialismo denunció al canal UOL que se “un clima político adverso fue creado a propósito, se creó una crisis artificial”.
“A lo largo de este año, Brasil ha enfrentado una gran incertidumbre que se reflejó en una significativa depreciación de su moneda, la cual tocó un máximo histórico de más de 6 reales por dólar. En gran medida, esta desconfianza se explica por el importante deterioro de la situación fiscal desde la asunción de Lula”, sostuvo un informe de la consultora Invecq.
La corrida implicó que el Banco Central de Brasil (BCB) tuviera que intervenir el tipo de cambio con US$ 17.000 millones para contener la moneda local en estas ruedas. Para contextualizar, la autoridad monetaria brasileña cuenta con más de US$ 300.000 millones en sus reservas, por lo cual tiene un poder de fuego para tratar de contener al real, algo que hace unas semanas parecía resistirse a utilizar pero ante la situación parece no haberle dejado opción. Esto se vio reflejado el jueves, cuando el BCB tuvo la mayor venta diaria de dólares desde 1999, con unos US$ 8.000 millones. A su vez, tuvo que subir las tasas de interés para contener el cimbronazo.
Por otra parte, los analistas sostienen que el mercado se muestra cada vez más escéptico de la sostenibilidad de las cuentas fiscales y de la deuda de Brasil. El país tiene un déficit presupuestario anual de alrededor del 10% del PBI y a su vez que la deuda bruta comenzó a expandirse y alcanzó alrededor 78,6% del PBI, según datos de BloombergLínea. A pesar de su delicada situación con la deuda en moneda local, la deuda en moneda extranjera es ínfima, puesto que apenas representa el 4% del Producto Bruto Interno.
“Cabe destacar que Brasil tiene un alto porcentaje de su deuda en reales, que está estrechamente vinculada a la tasa de referencia. De esta manera, un leve incremento puede tener un impacto significativo en el costo de la deuda y el déficit financiero, que ya trepó a 9,5% del PBI en octubre 2024 (-1,9% el primario). Esta particularidad le da poco margen al BCB, y pone de manifiesto que se necesitarán señales más sólidas que demuestren un mayor compromiso con la reducción del rojo fiscal para que la situación mejore”, comentó Invecq.