ECONOMIA
PARA SALIR DEL CEPO

Gabriel Rubinstein presentó una propuesta económica: el "Sistema Cambiario de Flotación Asistida"

El economista publicó en X un plan que propone un nuevo sistema cambiario de flotación asistida, elimina el cepo, unifica el tipo de cambio y establece un dólar con piso y techo que garantizaría la estabilidad económica.

Gabriel Rubinstein
Gabriel Rubinstein | NA

 Gabriel Rubinstein, quien fue viceministro de Economía durante la gestión de Sergio Massa, compartió este jueves una propuesta detallada sobre la necesidad de implementar un nuevo esquema cambiario para Argentina.

Su propuesta, que publlicó en X se denomina "Sistema Cambiario de Flotación Asistida" y busca generar una estabilización del tipo de cambio sin la necesidad de recurrir a la implementación de controles estrictos como el “cepo” cambiario, una medida que, si bien permite al gobierno manejar la demanda de divisas, también trae consigo serias distorsiones en la economía local.

Tuit Gabriel Rubinstein
Gabriel Rubinstein propuso el Sistema Cambiario de Flotación Asistida

Eliminación del cepo cambiario y creación de un único tipo de cambio

Para Rubinstein uno de los mayores problemas de la economía argentina es la existencia de múltiples tipos de cambio. Esto, según el economista, generó una distorsión en los mercados, al permitir una cotización oficial para las transacciones más reguladas y un mercado paralelo que, en la práctica, marca la cotización real de la divisa.

Este sistema crea una alta incertidumbre y especulación sobre el valor del dólar, algo que, según Rubinstein, podría resolverse si se eliminan las restricciones cambiarias y se establece un único tipo de cambio flotante.

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En su propuesta, el exviceministro destaca que la eliminación del "cepo" es una condición indispensable para cualquier reforma cambiaria que permita el libre acceso a divisas en condiciones más naturales, sin distorsionar la economía.

La idea es liberar las restricciones en la compra de dólares, de modo que tanto individuos como empresas puedan acceder a divisas extranjeras sin las limitaciones impuestas por el actual sistema de controles de cambios. La cotización de la moneda, de esta manera, sería determinada por el mercado, pero con una intervención de fondo por parte del Banco Central para garantizar su estabilidad.

Sistema de flotación asistida con piso y techo para el dólar

A pesar de que el dólar flotante es el pilar de esta propuesta, Rubinstein sugiere un mecanismo de intervención del Banco Central para garantizar que la cotización del dólar no se dispare a niveles que puedan ser perjudiciales para la economía nacional. Esta intervención no sería arbitraria, sino que seguiría un sistema basado en un “piso” y un “techo” para el valor del dólar.

APRECIACIÓN Y LUEGO FUERTE DEPRECIACIÓN NOMINAL Y REAL
Apreciación y luego fuerte depreciación nominal y real

Rubinstein propone que el gobierno establezca un valor mínimo inicial para el dólar, que se situaría en los $1000. Este valor mínimo no sólo actuaría como una referencia para los agentes económicos, sino que también establecería un nivel de intervención por parte del Banco Central.

El BCRA se comprometería a comprar todos los dólares que los actores económicos estuvieran dispuestos a ofrecer a este precio mínimo, con el fin de garantizar que el tipo de cambio no se desplome.

Sin embargo, el valor mínimo estaría sujeto a un ajuste mensual en función de la inflación proyectada que, según la propuesta, debería estar en torno al 3% anual. Este ajuste garantizaría que el valor del dólar se mantenga alineado con las expectativas de la economía local.

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En paralelo, Rubinstein también propuso que el gobierno establezca un valor máximo para el tipo de cambio. Este techo podría situarse en $2000 por dólar nominal, lo que permitiría que el tipo de cambio real no sobrepase los $1500, con un ajuste de esta cifra a la inflación del país.

Este mecanismo de control del techo serviría como una referencia clave para las expectativas de los actores económicos, y el Banco Central tendría la responsabilidad de intervenir en el mercado para vender dólares y evitar que la cotización sobrepase este nivel.

La Línea de Crédito Contingente para Intervención Cambiaria

Uno de los puntos más innovadores de la propuesta es la creación de una Línea de Crédito Contingente para Intervención Cambiaria (LCCIC), que tiene como objetivo dotar al Banco Central de recursos suficientes para intervenir en el mercado de divisas en caso de que la cotización del dólar se dispare fuera de los rangos establecidos.

Esta línea de crédito se financiaría con recursos provenientes de entidades internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.

Rubinstein explica que el gobierno debería contar con al menos 30.000 millones de dólares de disponibilidad para este fondo. Este monto representa aproximadamente el 30% de la base monetaria, depósitos privados y bonos en pesos, lo que le permitiría al Banco Central hacer frente a una gran demanda de dólares en circunstancias excepcionales, tales como una crisis financiera o una salida de capitales masiva.

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De este modo, la propuesta asegura que el gobierno podría intervenir eficazmente en los mercados para evitar una mayor devaluación de la moneda, mientras mantiene un control sobre el tipo de cambio.

Rubinstein aclara en su propuesta que el uso de esta línea de crédito estaría restringido únicamente a intervenciones cambiarias. Los fondos no serían accesibles para el pago de deuda pública ni para el financiamiento de programas sociales o de infraestructura. De esta forma, se garantiza que el uso de estos fondos esté estrictamente orientado a mantener la estabilidad cambiaria.

Condiciones para activar la LCCIC: superávit fiscal y condiciones de transparencia

Uno de los elementos clave de la propuesta de Rubinstein es que el gobierno no pueda acceder a los fondos de la LCCIC sin cumplir ciertas condiciones fiscales y de transparencia.

La más importante de ellas es la necesidad de un superávit fiscal primario de al menos el 1% del Producto Bruto Interno (PBI) durante los últimos seis meses. Este requisito estaría certificado por el FMI, lo que asegura que el gobierno esté comprometido con un control de las finanzas públicas antes de acceder a esta línea de crédito.

Además, Rubinstein sugirió que se implemente una cláusula de cross-default en los contratos con el FMI y otros organismos financieros internacionales. Esta cláusula implicaría que, si el gobierno incumpliera con las condiciones del acuerdo, el vencimiento anticipado de las deudas contraídas con estas instituciones sería una consecuencia automática.

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El rol de las variables externas y el ajuste automático de la banda cambiaria

El sistema propuesto no se basa solamente en variables internas, sino que también toma en cuenta la situación económica global. Según Rubinstein, el tipo de cambio real multilateral (TCRM) debería ser el principal indicador para ajustar tanto el piso como el techo de la banda cambiaria. Este indicador mide la competitividad externa de la moneda local y refleja las variaciones en los tipos de cambio de otros países.

Si el TCRM se moviera de forma significativa, el piso y el techo de la banda cambiaria también se ajustarían de manera automática. Este ajuste permitiría que el tipo de cambio se mantenga dentro de los valores establecidos, con el fin de evitar que se produzcan fluctuaciones abruptas del tipo de cambio.

De acuerdo con Rubinstein, la fórmula para ajustar estas bandas cambiarias se basaría en un sistema de “high watermark” (valor más alto registrado en un período de tiempo), lo que aseguraría que la intervención sólo se realice en situaciones de emergencia.

Perspectiva de futuro y retos para la implementación

Aunque la propuesta de Rubinstein es innovadora y presenta una alternativa interesante a la actual política cambiaria, también implica ciertos riesgos y desafíos.

Uno de los principales desafíos es la aceptación de este sistema por parte de los actores económicos (bancos, empresas, consumidores) y el mercado internacional. La implementación de un sistema de flotación asistida requiere un alto grado de confianza en las instituciones económicas del país, lo que no siempre fue fácil de lograr en Argentina debido a la volatilidad de la moneda y la historia de crisis económicas recurrentes.

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Asimismo, la negociación con organismos internacionales como el FMI será clave para garantizar el acceso a los fondos de la LCCIC. Esta medida podría ser vista con recelo por algunos sectores políticos y económicos, que temen que una mayor liberalización cambiaria pueda generar efectos negativos a corto plazo.

A pesar de estos riesgos, Rubinstein sostiene que la implementación de este esquema cambiario es esencial para poder salir del ciclo de crisis económicas que afecta a Argentina.

El proyecto busca una salida gradual y controlada, donde el gobierno pueda intervenir solamente cuando sea necesario, pero sin perpetuar los controles cambiarios que, según Rubinstein, contribuyeron a las distorsiones de la economía argentina.

Además, busca un cambio radical en la política cambiaria de Argentina, con la eliminación del "cepo" y la adopción de un sistema de flotación asistida con piso y techo para el tipo de cambio.

El gobierno, según la propuesta, intervendría en el mercado de divisas sólo en situaciones excepcionales, mediante una línea de crédito contingente para la intervención cambiaria (LCCIC). De esta manera, se reduciría la inflación, y se garantizaría una “estabilidad cambiaria” para que el valor del dólar no se dispare sin control.

 

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