ECONOMIA
LA CUESTIÓN SOCIAL

Expectativa de vida y mortalidad infantil: cómo impacta el aumento de la pobreza

La pobreza aumentó más de 10 puntos en el primer trimestre del año comparada con diciembre de 2023. La indigencia, un 8%, según el último dato del Observatorio de la deuda social de la UCA. Especialistas explican que, si estos índices se mantienen, y a eso se le suman otros factores como la falta de inversión en infraestructura y educación, la mortalidad podría aumentar y la expectativa de vida seguir bajando en el mediano y largo plazo.

pobreza y mortalidad infantil
POBREZA. En provincias con tasas de indigencia superiores a la media, la mortalidad infantil es alta. | AFP

Más de 25 millones de personas son pobres en Argentina, y de esas personas, casi 8 millones están en niveles de indigencia. Los números no son solamente una foto de lo que pasa en el país, sino también un preocupante vaticinio de lo que puede llegar a pasar si la situación se prolonga: el crecimiento de estos indicadores fue exponencial durante el primer trimestre del año, y a mediano y largo plazo es determinante sobre otros, como la mortalidad infantil y la esperanza de vida.

Durante una entrevista la ministra de Hábitat y Desarrollo Urbano de la provincia de Buenos Aires (y exministra de Economía de la nación), Silvina Batakis, aseguró que la tasa de mortalidad de este año y del año que viene va a crecer mucho respecto de 2022 y 2023 debido a la falta de medicamentos y alimentos.

Los especialistas consultados explicaron a PERFIL que, si bien la pobreza y el acceso a la salud tienen una alta incidencia en los datos sobre mortalidad y expectativa de vida, para que estos números sean representativos deben medirse a mediano y largo plazo.

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Si solamente se miran los números de los últimos años proporcionados por el Indec y el Ministerio de Salud, puede observarse una correlación en cuanto a pobreza, indigencia y mortalidad infantil: en 2020 la indigencia alcanzaba al 10,5% y la pobreza al 42% de la población, y la mortalidad infantil a 8,4 de cada 1000 nacidos vivos menores de un año. Al año siguiente, tanto el nivel de pobreza (37,3%) como el de indigencia bajaron levemente (8,2%) y la mortalidad también: 8 por cada 1000. En 2022 –el último año del que se cuenta con datos oficiales disponibles en materia de mortalidad– la pobreza volvió a aumentar (39,2%), un dato que se compensó con una leve caída de la indigencia (8,1%). Durante ese año, la mortalidad infantil fue de 8,4 por cada 1000. 

El crecimiento de la pobreza y la indigencia, si bien viene siendo sostenido, dio un gran salto durante el primer trimestre de 2024 en relación al último trimestre de 2023: la primera pasó del 44,7% al 55,5% y la segunda del 9,6% en diciembre de 2023 al 17,5%, según el Observatorio de la deuda social de la UCA.

La misma institución señala que, si bien la mortalidad infantil bajó de 2005 (13,3 por cada 1000) a 2022 (8,4 por cada 1000), existe una “mayor heterogeneidad entre la situación de cada una de nuestras provincias”. Y que esos datos de las provincias “tienden a correlacionarse con altos niveles de indigencia monetaria”. 

En Argentina, la expectativa de vida está tres puntos por debajo del promedio mundial

En las provincias con tasas de indigencia superiores a la media, la mortalidad infantil es más alta. Es el caso de Formosa, que para 2022 tenía niveles de indigencia del 9% y una tasa de mortalidad infantil del 15,1 por cada 1000; y de Chaco, con niveles de indigencia del 10% y mortalidad de 10,9 cada 1000. 

Por otro lado, “la mortalidad entre los menores de 1 año registró un valor de 8,4 en 2022, siendo este uno de los menores valores históricos desde que se tiene registro. Sin embargo, se ha estancado en este valor en los últimos años, entre 2018 y 2022”.

La pregunta es qué pasará ahora, con un salto de la pobreza superior al 10% y de la indigencia de casi el 8% en apenas tres meses. “En términos generales el incremento de la indigencia en sí mismo no va a producir un incremento de la mortalidad infantil, porque es un fenómeno multicausal que está muy vinculado a aspectos educativos y a aspectos socioambientales, sobre todo en menores de 5 años”, explicó Ianina Tuñón, investigadora de la UCA, a PERFIL.

El riesgo de que aumente la mortalidad infantil estaría asociado, agregó Tuñón, a “trayectorias infantiles crónicas de pobreza severa o de indigencia que fueran además acompañadas de un abandono por parte del Estado de todo lo que tiene que ver con los servicios de salud y de infraestructura sanitaria”. En ese contexto, “el incremento de la tasa de mortalidad infantil se daría en la medida en que tengamos ciclos de mediano y largo plazo en condiciones de mucho deterioro y retroceso en aspectos que hemos avanzado, como es el acceso a la infraestructura sanitaria y a mejores condiciones del medio ambiente de vida”.

Por ahora, los niveles de pobreza se acrecientan y el Estado promete achicarse cada vez más. Y, si bien la pobreza y la indigencia no son los únicos indicadores que impulsan la mortalidad infantil, tampoco es el único factor en el que inciden. El acceso a la alimentación y a la salud, estrechamente relacionado con estos índices, también impacta en la expectativa de vida.

Según la Organización Mundial de la Salud, existe una diferencia de 18,1 años en la esperanza de vida entre los países más pobres y los más ricos. 

El defensor de la tercera edad, Eugenio Semino, aseguró a este medio que en Argentina “la expectativa de vida está en descenso, y se está achicando la brecha que había en favor de la mujer”. Además de la pobreza, señaló, este fenómeno está relacionado con otros, como la maternidad a edades muy tempranas y la falta de controles de salud.

Tal como explicó PERFIL en una nota, la aplicación del presupuesto destinado a la salud sexual y reproductiva se redujo más de un 70% en el primer cuatrimestre del año. El despido de más de 600 personas del Plan Nacional de Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA) y la falta de insumos en algunas provincias preocupa a organizaciones y especialistas, que advirtieron sobre el peligro de que aumenten los embarazos adolescentes.

 “La pobreza tiene incidencia, pero las mediciones, para que valgan, tienen que ser por lo menos por década y, a lo sumo, para tener una aproximación, por quinquenio”, argumentó Semino. Entre las consecuencias a largo plazo, “hay una cuestión complicada de medir, que tiene sí una perspectiva impresionante, que es el desarrollo del cerebro de 0 a 5 años, y eso tiene que ver con la falta de aportes proteicos, con la falta de aporte de fósforo y demás, y eso es de una gravedad inusitada. Hoy estamos asistiendo no sólo al término que se conoce como desnutrición en nuestro país, sino también a una malnutrición: se van reemplazando proteínas por farináceas, por lo cual tenés poco desarrollo cerebral, y el desarrollo de enfermedades complicadas y extendidas como la diabetes. Lo estamos viendo nosotros a nivel académico, pero hoy arrojar respuestas o conclusiones es apresurado”.

En Argentina, explicó el gerontólogo, la expectativa de vida está entre 74 y 75 años, siempre tres puntos por debajo del promedio mundial. Semino agregó que no existen datos precisos porque no hay estadísticas que reflejen la verdadera realidad del envejecimiento de la población en el país.

Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que elaboró un informe en base a datos oficiales, durante los primeros cinco meses de 2024, de cada $100 ajustados, $31,5 corresponden a recortes en jubilaciones y $23,2 a la obra pública. Caídas que, si se mantienen a largo plazo, podrían tener impacto en la mortalidad de los próximos años.