Argentina está en condiciones de ser uno de los principales proveedores de biocombustibles. De hecho, en los primeros cinco meses del año, la producción de bioetanol alcanzó una cifra récord. Se produjeron 422.140 metros cúbicos, la cantidad más alta de los últimos diez años. Con este volumen, Argentina ocupa el octavo puesto como productor a nivel global. La producción está liderada por Estados Unidos, seguido por Brasil y China.
A diferencia del biodiesel, que deriva de aceites y grasas vegetales, para la fabricación de bioetanol se utiliza maíz y caña de azúcar, dos insumos que Argentina produce en grandes cantidades. Este recurso, al no ser derivado del petróleo, tiene una huella de carbono inferior y es uno de los elementos claves en la transición energética. En un futuro no muy lejano, la totalidad del transporte -el aéreo principalmente- podría usar solamente este tipo de combustible.
El impacto también se vería en el empleo. Si la producción sigue su tendencia, la generación de puestos de trabajo de forma directa e indirecta será un resultado positivo. Al mismo tiempo, los trabajadores, a través de la representación sindical, debemos garantizar que esa producción se traduzca en empleo de calidad y en salarios acordes al contexto económico, sin impuestos en el camino que desincentive el trabajo.
La necesidad de un marco jurídico
Aún así, los potenciales son eso, potenciales. Aún queda camino por recorrer. En ese sentido, las inversiones y los marcos jurídicos estables son fundamentales para aprovechar las ventajas que nos ofrece nuestro territorio. Lo mismo que sucede para el gas y el petróleo, que para extraerlo se necesitan grandes capitales, con los biocombustibles la realidad es similar.
Hace falta inversión y reglas claras. Por caso, el otro combustible ecológico clave, el biodiesel, sufre precisamente esas consecuencias de reglas que no se cumplen. Muchas plantas pymes de biodiesel están dejando cientos de puestos de trabajo por no acordar con el gobierno un precio que salve los costos de producción.
Por eso es importante cumplir con las normas establecidas. Lo mismo con el bioetanol. También es necesario trabajar algo no muy difundido habitualmente; mano de obra calificada. Para eso, las capacitaciones de personal, como ocurre por ejemplo con las refinerías de todo el país, serán más que necesarias.
Argentina, por su extensión, permite a mansalva el cultivo de insumos como el azúcar. También debemos tener en cuenta hacia dónde va el mundo. Es decir, los biocombustibles son parte de la transición energética global y América Latina, con Brasil a la cabeza, es una fuente de oro para la demanda internacional.
Por qué se puede disparar la demanda de biocombustibles
La demanda de combustible sustentable para aeronaves se disparará en los próximos años, según lo visualiza la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata), que se ha impuesto el objetivo de llegar a “emisión cero” para 2050. Quizá no sea en 2050, pero que todos los aviones reemplazarán el petróleo por fuentes renovables, es un hecho irreversible.
Según el cálculo que realizan las consultoras especializadas, en unos 30 años las compañías aéreas demandarán 449 millones de metros cúbicos de Combustible Sustentable de Aviación (SAF). Esta cifra es 2,7 veces mayor a la cantidad de biocombustible que se produce actualmente a nivel mundial.
Argentina tiene un potencial muy claro en biocombustibles. Santa Fe es una potencia en biodiesel y Córdoba lo es en bioetanol. Eso debe seguir en expansión. La reciente inversión de 200 millones de dólares para la construcción de la primera planta de bioetanol bonaerense, en Bahía Blanca, es un avance en esa dirección. Será también la primera planta de SAF del país.
En la región, países como Uruguay, Paraguay y Chile están llevando adelante inversiones cuantiosas para impulsar el bioetanol a pesar de no contar con los suficientes recursos geográficos. Argentina, por su parte, con esas condiciones naturales, está en condiciones de desarrollar una industria que ofrezca un insumo más que necesario. No solo es una de las ramas industriales con mayor futuro por sus cualidades ambientales, también impulsará las exportaciones con valor agregado.
La transición energética está en marcha y su avance es imparable. Nuestro país tiene todas las condiciones para participar de esa carrera y ocupar un puesto importante como proveedor de energías que sean más amigables con el ambiente.
*Tesorero de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASIPEGyBIO)