“Hace poco a Los Piletones vino un joven con su esposa y sus tres hijos. Yo veía que las chicas le servían la comida. Y a mí me gusta mirar la mesa, me gusta ver que estén bien servidos, con mucho respeto sobre todas las cosas. Andaba recorriendo las mesas y veo que él tiene un recipiente en el que había guardado la comida que le dieron. Yo le dije: ‘vos comé, yo después te doy para que lleves. Por si no sabés, le digo, acá a las cinco de la tarde se sirve la merienda, con pan, galletitas. Y en la noche se cocina muy rico. En ese momento me dijo que venía de González Catán, que trabajaba de noche y que, como no le alcanzaba, había recorrido más de 30 kilómetros hasta ahí para que su esposa pudiera conocer el lugar y volver sola con el resto de la familia la próxima”, cuenta a PERFIL Margarita Barrientos, la responsable de ese histórico comedor.La inseguridad alimentaria, que el Observatorio de la Deuda Social de la UCA define como “la reducción involuntaria de la porción de comida y/o la percepción de experiencias de hambre por problemas económicos” alcanzó el nivel más alto en 18 años.
En términos generales el 49,9% de la población está en la pobreza, lo que representa un aumento de 5,2 puntos porcentuales respecto a 2023. Si bien el nuevo dato del Observatorio representa una baja respecto al informe anterior (en donde la pobreza había arrojado un total de 52%) en inseguridad alimentaria (28%) es el porcentaje más alto de las últimas dos décadas.
Según el informe “Deudas sociales en la Argentina del siglo XXI (2004-2024) que presentó la institución esta semana, el 28% de la población vive en hogares en condiciones de inseguridad alimentaria, y el 12,6% en hogares en inseguridad alimentaria severa, lo que representa un incremento de 3,3 puntos porcentuales con respecto a 2023 en el primer caso, y de casi 2 en el segundo. Se trata del porcentaje más elevado desde 2005, año en el que la inseguridad alimentaria llegó al 30,3% de la población.
En 2024 esta situación se agravó respecto al 2023, especialmente en los sectores más vulnerados: “la inseguridad alimentaria severa experimentó un incremento sostenido entre los hogares de estratos bajos y con un fuerte aumento en 2024 entre los de estratos muy bajos”, explican los autores del estudio. Paradójicamente para estos sectores la cobertura de los programas sociales de asistencia alimentaria directa bajó, aunque levemente: pasó del 61,9% en 2023 al 61,2% en 2024.
“Hay mucha desolación, acá estamos nosotros solos, lamentablemente como nunca, nunca nos pasó esto. La gente está como resignada, mientras los números del hambre crecen”, comentó a PERFIL Leonardo Álvarez, de la ONG Sal de la tierra. “Cada vez más gente se suma a nuestros comedores: jubilados, gente desocupada, e incluso gente que tiene un trabajo estable también se sumó”.
En Los Piletones la sensación es la misma. “Son varios comedores los que tenemos, y cuesta mucho mantenerlos, pero tampoco quiero cerrar porque hay mucha gente que lo necesita. Todos los días tenemos gente nueva que se acerca y nos hemos sentido muy solos, me hubiese gustado que Capital Humano estuviera más en contacto con nosotros y conociera las necesidades”, finalizó Barrientos. Hace una semana, la Justicia le ordenó y el ministerio respondió que cumplirá con restituir el abastecimiento de alimentos a 66 de los comedores a los que se les había suspendido la asistencia.
En términos generales, la asistencia directa a los sectores vulnerados “se incrementó a lo largo de las últimas dos décadas, con particular focalización entre los estratos de nivel socioeconómico muy bajo y bajo, pero incluyendo también en los últimos años a sectores de estratos medios bajos”, destaca el Observatorio.
En conclusión, el 35% de los hogares argentinos recibe asistencia económica directa e indirecta por parte del Estado, ya sea nacional, provincial o municipal.
Pero eso no alcanzó para aminorar el impacto del ajuste. El informe reveló además que el 41,6% de la población está en situación de pobreza multidimensional, es decir “que se encuentran en hogares pobres por ingresos y que al mismo tiempo presentan al menos una carencia en dimensiones de derechos: alimentación y salud, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente saludable, educación, empleo y seguridad social”. Esto se explica por el fuerte impacto que tuvo “el deterioro en los ingresos de los hogares”.
En el tercer trimestre de 2024 la pobreza rozó el 50%
Entre los indicadores de este deterioro puede mencionarse el hecho de que el porcentaje de hogares de los estratos más bajos que dejó de pagar al menos un servicio público por motivos económicos pasó del 35% al 45% de 2023 a 2024; que debido al aumento de los impuestos el 51,4% no pudo afrontar algún pago (34,4% en 2023); que el 55,5% tuvo que recortar gastos en atención médica u odontológica; y que el 53,9% tuvo dificultades para acceder a los medicamentos necesarios.
En este último caso, “los hogares sin cobertura social o de jubilados son los que expresan un particular incremento en este indicador”.
El informe destaca también que en 2024 el empleo pleno registró el porcentaje más bajo desde 2006. Entre 2023 y 2024 pasó del 40,4% al 39,7%, lo que se explica fundamentalmente por el aumento del empleo precario (que pasó del 26,5% al 27,8%).