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Ana de Recursos Humanos y Lucas de Marketing: ¿qué hacemos con los romances en la empresa?

Después de la pandemia y mientras las nuevas generaciones le dan la espalda a las frías aplicaciones online de citas, algunos reportes señalan un crecimiento de los romances en el lugar de trabajo. El amor es impredecible, pero las empresas pueden prepararse poniendo reglas claras para que estas relaciones no afecten de manera negativa, y hasta mejoren, el clima laboral.

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| Ron Lach

El lugar de trabajo es un espacio donde pasamos una gran parte de nuestro tiempo. Por eso no sorprende que surjan relaciones de todo tipo -amor, odio, competencia, amistad, etcétera- que marcan los vínculos entre colegas. Pero en el mundo corporativo, los romances laborales vienen siendo tradicionalmente un tema tabú.

Mientras algunas compañías imponen políticas estrictas para evitar conflictos de interés y problemas legales, otras comenzaron a reconocer los beneficios que pueden surgir de un ambiente de trabajo donde las relaciones afectivas sean tratadas con madurez y transparencia.

Hay un factor para agregar a los romances. Después de la pandemia, algo cambió en la forma en que las personas buscan el amor: el hartazgo con las aplicaciones de citas y la necesidad de volver a conectar cara a cara llevaron a muchos a reencontrarse con la espontaneidad de los vínculos en entornos cotidianos. En ese contexto, el del trabajo se convirtió en un espacio clave para el surgimiento de relaciones amorosas, una tendencia en alza que plantea desafíos y oportunidades para las empresas.

En Argentina, según un estudio de Bumeran, el 53 por ciento de los trabajadores afirmó haberse enamorado en su lugar de trabajo. Y, de esos, el 19 por ciento llegó a formar una familia con su pareja laboral. Pero, ¿qué implicancias tiene esto para las empresas?

El impacto positivo del amor en el trabajo

“Nada como ir juntos a la par / Mil caminos desandar”, cantaba Pappo. Y es sabido que las relaciones amorosas en el trabajo pueden traer efectos positivos. Un vínculo saludable y bien llevado puede traducirse en mayor entusiasmo y compromiso con el desempeño laboral. Cuando el ambiente de trabajo es positivo, no solo mejora la motivación de los empleados, sino que también impulsa la productividad y el éxito económico de la empresa.

Tal es el caso de Mariana y Lucas, empleados de una empresa de tecnología en Buenos Aires. Se conocieron cuando él, desmotivado y con ganas de cambiar de trabajo, comenzó a llegar tarde y a desconectarse de los proyectos. Mariana, en cambio, era de esas personas que transforman el clima de la oficina con su energía. Coincidieron en un equipo para desarrollar una nueva plataforma y, entre reuniones, cafés y discusiones sobre código, la química fue inevitable.

Lo que comenzó como una simple amistad derivó en algo más, y pronto Lucas se encontró no solo esperándola cada mañana en la oficina, sino también reencontrando el entusiasmo por su trabajo. Su rendimiento y compromiso mejoró notablemente: dejó de llegar tarde, se volvió más proactivo y empezó a contagiar a todo el equipo con su cambio de actitud, generando un clima más positivo entre los compañeros, elevando el compromiso general del equipo.

Para la empresa, la relación entre Mariana y Lucas no solo fue una historia de amor, sino también una prueba de que el bienestar emocional y la productividad van de la mano.

Los riesgos del romance en la oficina

“No se puede vivir del amor, no se puede comer el amor / Las deudas no se pueden pagar con amor. Una casa no se puede comprar con amor / Nunca es tarde para pedir perdón”, canta Andrés Calamaro, recordándonos que no todas las historias de amor en el trabajo tienen un final feliz. En ese sentido, un reciente artículo de Thomson Reuters advirtió que las relaciones en el ámbito laboral pueden traer riesgos como acusaciones de favoritismo, conflictos de interés y hasta demandas por acoso sexual. Además, cuando una relación termina, el clima laboral puede volverse tenso, afectando la dinámica del equipo y la productividad.

Ana y Martín lo aprendieron de la peor manera. Ella, una gerente talentosa con años de experiencia en marketing, y él, un joven profesional brillante y carismático que acababa de sumarse a la empresa. Todo comenzó en la fiesta de fin de año: después de varios brindis, los dos se quedaron conversando hasta tarde. La atracción fue inmediata y, continuo entre reuniones y viajes laborales, la relación avanzó en secreto. Al principio, todo era emocionante. Martín comenzó a destacarse en el equipo, recibía los mejores proyectos y su crecimiento parecía prometedor.

Sin embargo, los rumores en la oficina no tardaron en aparecer. Se hablaba de “trato preferencial”, de que Martín tenía ventajas que otros no. Lo que empezó como una historia apasionada comenzó a convertirse en un problema cuando la relación se desgastó y la tensión entre ambos se hizo evidente.

La ruptura no fue amigable. Martín notó que, de un día para el otro, su jefe -y ahora ex- ya no lo consideraba para nuevos desafíos. Se sintió estancado, sin futuro en la empresa, y el ambiente se volvió insoportable. Algunos compañeros que antes lo veían como un colega talentoso, ahora lo miraban con recelo. La productividad del equipo bajó debido a las tensiones, se armaron grupos “a favor” de Martin y otros que apoyaban a Ana, la incomodidad era generalizada en todo el area.

Finalmente, Martín decidió renunciar. La empresa no solo tuvo que enfrentar los costos de reemplazarlo, sino también el impacto emocional en el equipo. La historia de Ana y Martín dejó una lección clara: el amor en el trabajo puede ser también una apuesta riesgosa, y cuando las cosas salen mal y las consecuencias pueden sentirse mucho más allá de los protagonistas.

Tendencias y percepciones generacionales

Las generaciones más jóvenes muestran una mayor apertura hacia las relaciones en el trabajo. Una encuesta de la Sociedad de Recursos Humanos (SHRM) reveló que el 33 por ciento de los trabajadores de la Generación Z está dispuesto a entablar romances laborales, en contraste con el 15 por ciento de los millennials mayores. La Generación Z y los millennials están abandonando las aplicaciones de citas en favor de interacciones más naturales, lo que incluye el ámbito laboral.

Como mencionamos al inicio, el fenómeno reciente que impulsó los romances laborales es el hartazgo con las aplicaciones de citas y la necesidad de volver a conectar cara a cara. Un informe de PERFIL indicó que, tras la pandemia, muchas personas optaron por buscar relaciones en entornos cotidianos en lugar de en plataformas digitales.

En ese contexto, el trabajo se convierte en un espacio privilegiado para el encuentro, ya que permite una interacción más natural y progresiva, sin la presión de las aplicaciones de citas.

Este cambio de tendencia se refleja en cómo las personas valoran la posibilidad de conocer a alguien en su entorno profesional, donde pueden desarrollar confianza y afinidad de manera más orgánica. La presencialidad en las oficinas, después de los períodos de teletrabajo, reactivó estas interacciones y reforzó la idea de que el amor puede surgir en cualquier ámbito, incluyendo el laboral.

El costo del amor en el trabajo: All you need is love?

Desde una perspectiva económica, los romances en el trabajo pueden convertirse en un arma de doble filo para las empresas. Por un lado, cuando las relaciones no terminan bien pueden traducirse en costos ocultos difíciles de cuantificar pero con un impacto real en la organización. En muchos casos, uno de los involucrados opta por renunciar para evitar la incomodidad de compartir lo cotidiano. Esto genera costos de rotación de personal, inversión en la capacitación de nuevos empleados y, en algunos casos, una caída en la productividad del equipo debido a distracciones, rumores y conflictos interpersonales.

Además, una ruptura amorosa mal gestionada puede afectar el clima laboral de todo el grupo y hasta de la empresa.

Sin embargo, cuando las relaciones son bien manejadas, el panorama es completamente distinto. Los vínculos afectivos pueden fortalecer la comunicación interna, fomentar la colaboración y generar un ambiente de trabajo más ameno. En estos casos, se observa una mayor satisfacción laboral, menor ausentismo y un incremento en la retención del talento.

Un equipo donde las relaciones interpersonales son saludables tiende a trabajar con mayor compromiso y eficiencia, lo que, a largo plazo, puede traducirse en beneficios económicos tangibles para la empresa. La clave, entonces, no es prohibir los romances en el trabajo sino establecer políticas claras que los encaucen de manera profesional, minimizando riesgos y potenciando sus efectos positivos.

Cómo pueden las empresas gestionar los romances laborales

Las relaciones amorosas en el trabajo tienen riesgos asociados para el funcionamiento de las empresas y, al mismo tiempo, posibles beneficios, dependiendo del tipo de vinculo que se establezca entre las personas y la cultura organizacional. Las organizaciones deben establecer políticas claras que equilibren lo personal con lo profesional. No se trata de imponer restricciones excesivas ni de convertir el ámbito laboral en un espacio impersonal, sino de fijar normas que prevengan conflictos y promuevan un ambiente de trabajo sano y productivo.

Algunas medidas efectivas incluyen:

  • Códigos de conducta: Definir reglas específicas sobre las relaciones entre empleados, especialmente cuando existe una diferencia jerárquica. En muchos casos, se recomienda que los involucrados informen su relación a Recursos Humanos si hay potenciales conflictos de interés, garantizando transparencia y equidad en la toma de decisiones.
  • Capacitaciones sobre comportamiento profesional: Sensibilizar a los empleados sobre la importancia del respeto, la ética y el profesionalismo en el ámbito laboral. Esto no solo ayuda a prevenir problemas, sino que también fortalece las habilidades de comunicación y convivencia en el equipo.
  • Políticas de no represalia: Asegurar que una relación sentimental (y su eventual ruptura) no afecte el crecimiento profesional de los involucrados. Las empresas deben garantizar que las oportunidades de ascenso y desarrollo se mantengan basadas en méritos, evitando favoritismos o sanciones implícitas.
  • Líneas anónimas: Habilitar canales de comunicación confidenciales donde los empleados puedan situaciones que los afecte en el trabajo. La confianza en estos mecanismos es clave para que los conflictos se resuelvan de manera justa y sin miedo a represalias.

Además, algunas organizaciones optaron por enfoques más flexibles, como la figura de un mediador laboral (interno o externo a la organización) para resolver conflictos interpersonales antes de que escalen o el desarrollo de programas de bienestar emocional que ayuden a los empleados a gestionar relaciones y separaciones de manera saludable. En un contexto en el que la vida personal y profesional están cada vez más entrelazadas, las empresas que sepan gestionar esta realidad tendrán una ventaja en términos de clima laboral, retención del talento y productividad.

Pero el amor es más fuerte...

Las relaciones amorosas en el entorno laboral son una realidad inevitable que puede influir tanto positiva como negativamente en la dinámica empresarial. Mientras que pueden fortalecer la colaboración y el compromiso, también presentan desafíos que requieren una gestión adecuada por parte de las organizaciones.

Para las empresas, la clave no está en prohibir el amor en la oficina, sino en crear un marco que permita que estos vínculos se desarrollen de manera profesional y transparente. Como en cualquier otro aspecto de la gestión del talento humano en la empresas; la comunicación, la claridad en las normas y el respeto mutuo son fundamentales para garantizar un ambiente de trabajo saludable y productivo.

La oficina. No todos pueden ser Pam y Jim

Además de las normas básicas de convivencia establecidas por las empresas en el caso de romance en la oficina o la fábrica, los expertos recomiendan también a los enamorados mantener la cabeza lo más fría posible y acomodar sus sentimientos, dentro de lo posible, a sus necesidades laborales y a las de los compañeros y directivos.

Por ejemplo, la coach Victoria McLean, que pasó parte de su carrera anterior navegando las complejas aguas del reclutamiento para Goldman Sachs y Merrill Lynch, resumió sus consejos en una sola palabra: cuidado. Luego, ampliando durante una entrevista con Harper’s Bazaar, añadió que las relaciones en la oficina “se vuelven complicadas y, francamente, inapropiadas cuando difuminan las líneas profesionales o inclinan la balanza de poder”.

“Si estás dirigiendo a alguien con quien estás involucrado sentimentalmente, por ejemplo, se crea un campo minado de preocupaciones éticas: como era de esperar, el 50 por ciento de los empleados cree que el romance en el lugar de trabajo promueve el favoritismo. Nada erosiona la confianza y la dinámica del equipo más rápido que las sospechas susurradas, por lo que la clave es ser transparente, no hermético”, apuntó McLean.

Hablando también con la revista norteamericana, otra coach de carreras ejecutivas, Beth Hope, se mostró de acuerdo en que aquellos que se encuentran en una relación con una o un colega deberían pensarlo dos veces antes de seguir adelante. Y propone hacerse “una pregunta rápida: ‘¿me sentiría cómoda si todos, desde el CEO hasta el pasante, supieran sobre esto?’”.

“Si la respuesta es no –recomendó Hope–, probablemente sea mejor hacer una pausa”.

El informe de Harper’s Bazaar recordó que, a menudo, “las relaciones pueden llegar a consumirlo todo. Y “si esa relación literalmente te sigue a la oficina, es importante practicar la autoconciencia para evitar cualquier sesgo involuntario” dentro de la comunidad de colegas, ejecutivos y ejecutivas.

Hope propone “hacer un balance con regularidad” y preguntarse: “¿qué está pasando realmente aquí?”. Ese “puede que sea el momento de reevaluar tus límites y tener una conversación abierta y honesta con tu pareja, o con RR.HH”, afirmó la experta.

Aunque suene descorazonador, no todos pueden ser como Jim Halpert y Pam Beesly, los deliciosos y queribles personajes de La Oficina interpretados por John Krasinski y Jenna Fischer. Si bien el romance de Jim y Pam creció de manera turbulenta y tuvo que pasar por varios obstáculos a lo largo de los capítulos de la exitosa serie, el romance tuvo un final muy feliz.

Pero es bueno recordar que Pam y Jim son personajes de ficción y que no todos consiguen trabajo en una oficina como la de Dunder Mifflin en Scranton, Pennsylvania, donde el jefe es un tarambana adorable y el peor “enemigo” es un loco simpático e inofensivo como Dwight Schrute.

* Diego Quindimil es psicólogo, speaker y director de la consultora Contenido Humano. En Instagram: @contenidohumano.