DEPORTES
Centenario

¡Viva Uruguay!... 100 veces ¡viva!

El autor, único periodista presente 100 años después en Colombes, periferia de París, escenario del primer triunfo del fútbol latinoamericano en Europa, con carácter de título mundial, cuenta sus sensaciones a menos de dos meses de los próximos Juegos Olímpicos. Y describe cómo el paso del tiempo entierra esa memoria uruguaya que debiese enorgullecernos a todos sus vecinos, recordando que Colombes, además, fue palco de las virtudes de Pelé y Carlos Monzón y transitorio campo de concentración durante el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Uruguay campeón de los juegos olimpicos 1924
Uruguay campeón de los juegos olimpicos 1924 | Cedoc Perfil

Domingo nueve de junio de 2024. Soleada mañana de una fría primavera francesa. Tal como lo fue hace 100 años, en este exacto lugar donde estoy parado esperando un homenaje que nadie más tributará. Aquí, en este estadio de Colombes, en el noroeste de París, a solo 15 kilómetros de la Torre Eiffel, el fútbol latinoamericano logró su primera gloria ecuménica. Y, más meritorio aún, la consiguió en su primera participación. No fue obra de argentinos ni brasileños, la hornearon mis admirados uruguayos que, entonces, jugaban mejor que nadie. Aquí derrotaron a Estados Unidos y a todos los europeos que enfrentaron con goleadas épicas como el 7 a 0 a Yugoslavia, eliminando a la selección francesa, local, y clavándole un 3 a 0 a Suiza en la final, ante 40 mil aficionados que asistieron doble jornada (dos horas antes, Suecia le ganó el desempate por el tercer puesto a los Países Bajos).

Para la historia mal contada por la prensa en décadas posteriores, ese día Uruguay fue “apenas” el campeón olímpico de 1924; pero, la verdad, es que se consagró campeón mundial porque así se había establecido en marzo de 1921, entre el COI (Comité Olímpico Internacional) y la FIFA. Firmaron que a partir de 1924 se consideraría como título mundial el triunfo en los JJOO debido a la también participación de países no europeos como Egipto, Estados Unidos y Uruguay, siempre que fueran afiliados a FIFA (Uruguay se afilió en 1923). Y así, tratando a los orientales como campeones del mundo, titularon los diarios franceses que cubrieron su primera Olimpiada parisina, la séptima de la Era Moderna.

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Uruguay fuimos todos aquel día, porque representó a nuestro subcontinente tras haber conquistado en 1923 el campeonato sudamericano –hoy Copa América– y el mejor dirigente de su historia, Enrique Buero, con el aval del presidente de la AUF (Asociación Uruguaya de Futbol), Dr. Atilio Narancio, le había prometido a ese apretado elenco de 21 jugadores que, en caso de ganar el sudamericano de Montevideo, los llevarían de gira a Europa y los inscribirían en los Juegos de París. Después de 21 días de barco, la gira comenzó un mes y medio antes, en España, donde ganaron sus nueve partidos. Era la primera vez que un seleccionado o club “de este lado del planeta” pisaba el Viejo Mundo para mostrar sus destrezas. Viejo Mundo al que sorprendieron primero y maravillaron después.

Colombes, a 100 años del triunfo olímpico de Uruguay

Uruguay: 14 jugados, 14 ganados

El impecable diplomático Buero (el mismo que consiguió que Uruguay fuera sede del primer Mundial en 1930) hizo esa promesa porque necesitaba motivar al "team", como se decía en esa época irrepetible. Pues, dicha selección no contaba con jugadores de Peñarol (ya el otro "Grande" junto a Nacional en el bicéfalo fútbol oriental). El club aurinegro había sido desafiliado en ese momento por la AUF como castigo a una desobediencia. Entonces, fuera de los siete cracks de Nacional, todos amateurs, los demás eran fichajes de clubes menores, como Bella Vista que entre otros estaba representado por el gran capitán José Nasazzi; eran del desaparecido equipo Charly FC que gestó al goleador de esos Juegos de París, Pedro Petrone, con siete tantos. Y allá fueron y aquí se consagraron (entre oficiales y amistoso,14 partidos sin perder con 45 goles a favor y 10 en contra; jugaban por el 50% de la recaudación).

Hoy Colombes mal recuerda aquel hito con un par de imágenes en su muestra fotográfica a cielo abierto, la FIFA tiene este mojón histórico más olvidado que el COI, Latinoamérica no lo rescata, quizás por envidia de medianera, y Uruguay no lo alardea porque parte de su tímida grandeza es movida a injusta modestia. Pero se equivoca como se equivocan los demás. En este momento, en este estadio, no puedo ser solo yo quien, in situ, homenajea a los gloriosos orientales por ser los primeros en pintarle la cara a los europeos (todos triunfos, ni siquiera un empate).Sin embargo, nadie aquí repara en esta fecha, en este centenario, en lo que ello encierra; es que todo cambió, casi ni franceses originales transitan por estas calles...

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Colombes pertenece al distrito de Hauts-de-Seine en la Ilê de France (París) y el estadio, todo un complejo polideportivo, es propiedad Municipal. Su vecindad no tenía mezquitas en aquel entonces porque no había musulmanes como abundan ahora y los africanos que ante mis ojos parecen ser mayoría eran tan pocos que llamaban la atención los que jugaban para Uruguay, como José Leandro Andrade, quién ya "viejo" terminó su carrera en Argentina (Atlanta, Talleres de Escalada y Argentinos Juniors). El gran arquero Andrés Mazali o los nacionalófilos hermanos Urdinarain, ni el “Vasco” Cea, atacante del modesto club Lito, hoy no reconocerían el escenario que los catapultó a la fama.

Colombes, a 100 años del triunfo olímpico de Uruguay

Primera Villa Olímpica de la historia

Aquí, para esos Juegos de 1924 también se levantó la primera Villa Olímpica de la historia, casuchas de precaria madera entre polvorientas calles de tierra. No quedó nada de todo aquello, el supuesto progreso las demolió. Apenas se conserva en pie una casita de piedra, tan pequeña como simpática, que se intuye era la secretaría. Sin embargo, Buero –siempre Buero– consiguió que el elenco "celeste" –Uruguay usa ese color desde 1910– se concentrara allí cerca, en un petit-hotel de la comuna de Argenteuil, patrimonio de la pudiente familia Pain (la dueña de casa, una señora mayor, los atendió como a reyes, eso antes del equipo ponerse la corona de los vencedores). Esa propiedad, en cuyos jardines cincuenta años antes Monet pintó sus dalias, tampoco logró mantenerse erguida.

Tanto olvido entristece. De repente veo llegar a un par de niños vistiendo una camiseta deportiva celeste, igual a la uruguaya y me entusiasmo, pero es la casaca de entrenamiento del Racing Club Francés (justamente el que dio origen al nombre del Racing de Avellaneda, mi equipo). Es el club local que usufructúa esas instalaciones y en los varios deportes que practica usa como uniforme titular una camiseta igual a la de los Pumas (seleccionado argentino de rugby). Enseguida me dicen que ambas camisetas son meras coincidencias, que no homenajean y ni siquiera imitan a los rioplatenses. Debí imaginarlo. No somos espejo de nadie.

 

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El antiguo estadio de fútbol de Colombes, motivo de mi visita esta mañana, que con toda lógica dio nombre a una importante tribuna del mítico Estadio Centenario de Montevideo, fue demolido hace años pese a que llegó a albergar 69 mil espectadores y, ahora, sobre su terreno se levantó otro, menor e improvisado, el que estoy viendo, que se usará en los segundos Juegos Olímpicos de París que comenzarán el 28 de julio próximo. Pero se utilizará para las disputas de hockey sobre hierba. ¡Hockey! Existe la promesa de que, terminadas las Olimpiadas, se desmontará su estructura y ese lugar volverá a ser una cancha de fútbol. Tal vez sin tribunas y probablemente con césped sintético.

Colombes, a 100 años del triunfo olímpico de Uruguay
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Pelé, Monzón y el campo de concentración

Quedará definitivamente sepultado lo que ya quedó atrás. Aquí en Colombes, también sede del Mundial de 1938, alguna vez jugó Pelé (28 de abril de 1963, Brasil 3 a 2 a Francia, tres goles de "O Rei"). Y aquí el gran boxeador argentino Carlos Monzón, en fugaz ring preparado para la ocasión, el 17 de junio de 1972, retuvo su corona mundial de peso medio al derrotar al campeón europeo, el francés Jean-Claude Bouttier en 13 asaltos (con Alain Delon en la platea). El film “Carrozas de fuego” retrata este lugar desde el atletismo contando la saga de dos “sprinters” británicos (Eric Liddell y Harold Abrahams). Algo es algo.

El ahora reemplazado estadio de Colombes, nacido en 1883 como hipódromo, luego bautizado StadeOlympique Yves-du-Manoir, fue palco de mucha historia deportiva, especialmente francesa y de su rugby (hasta la inauguración del estadio Parque de los Príncipes) debiese, por todo ello, estar intacto y en pie como un antiguo coliseo. No obstante, hay quien diga que fue correcto demolerlo en su momento porque esta cancha también fue utilizada en la Segunda Guerra Mundial como transitorio campo de concentración por lo franceses que detenían alemanes y austríacos para averiguar si tenían contacto con el nazismo. La historia está llena de contradicciones, pero hasta por ello debiese conservarse lo más intacta posible.

Colombes, a 100 años del triunfo olímpico de Uruguay

De todos modos lo que me decide a partir dos horas después de haber llegado, no es solo la final de Roland Garros que en horas exhibirá su nuevo campeón (el murciano Carlos Alcaraz), es la insensibilidad del negocio del fútbol actual que le paga millones a cualquier patadura y no puede mantener viva sus memorias más simbólicas... Más, me doy un gusto antes de cruzar el umbral sobre el boulevard Pierre de Coubertin rumbo a la Rue Olympie; grito: "¡Viva Uruguay!... ¡Viva!". Monsieur Khan, el calvo y atento celador, me mira entendiendo a medias. Le digo que debiese gritarlo 100 veces porque el centenario de tamaña gloria oriental es lo mínimo que merece. Ahora él sabe que custodia un templo, un lugar con almo charrúa, futbolísticamente sagrado y que algunos envejecemos perdiendo la memoria pero seguimos respetando la historia.