DEPORTES
empate en el monumental

River celebró el regreso de Gallardo pero Huracán no permitió que la fiesta fuera completa

El Muñeco volvió, pero el equipo –más allá de un inicio que entusiasmó a un estadio repleto– sigue tan deslucido como en la era de Martín Demichelis. Los goles fueron de Echeverri y de Echeverría. La misión de Gallardo será corregir muchas de las falencias que aprovechó el Globo, claro dominador en casi todo el partido, sobre todo en el segundo tiempo. Ahora, el Millonario visita a Talleres en Córdoba por la Copa Libertadores, mientras que Huracán sonríe al ver la tabla de la Liga Profesional: sigue invicto y mantuvo la punta del torneo.

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Bienvenido, muñeco. El Monumental se preparó con todo para recibir a Gallardo. Con cantitos y banderas, los hinchas se reencontraron con el más ganador de la historia después de una ausencia de 664 días. | sergio piemonte

Fue –o es– tan importante la vuelta de Marcelo Gallardo a River, que anoche, cuando las 83 mil personas que llenaron el Monumental cantaban la típica canción de recibimiento al equipo (“River, mi buen amigo…”), la interrumpieron en el mismo momento en que vieron caminar al entrenador hacia el banco que lo convirtió en el símbolo de los días más felices. La primera ovación llegó ahí, con el Muñeco saludando, y luego vinieron más: durante casi todo el partido hubo algún ratito en que el repertorio sobre Gallardo le ponía música de fondo al partido. El ídolo estuvo durante 21 meses fuera del club, y el pueblo millonario le hizo sentir cuánto lo había extrañado no solo con canciones, sino con un merchandising a la altura de lo que genera: afuera del estadio se vendían las corbatas de Labruna que él recuperó.

Que el rival haya sido Huracán no fue la mejor manera de empezar este segundo ciclo, luego de un primero exitosísimo: 424 partidos entre 2014 y 2022, con 228 victorias, 111 empates y 85 derrotas. 14 títulos, 7 locales y 7 internacionales. Además de la sólidez que tienen los equipos de Kudelka, este Huracán también tiene un mediocampo exquisito, que juega y mete, y que durante casi toda la noche dañó y vulneró al armado de River.

Es cierto, el principio parecía soñado, porque a los 13 minutos, luego de un pivoteo de Bareiro, el Diablito Echeverri dibujó una media vuelta hermosa y puso la pelota al ladito del palo izquierdo de Galíndez. Gol, festejo de Gallardo y, por supuesto, cantos a favor del Muñeco y de su vuelta.

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Sin embargo, eso fue un espejismo. Algo que se diluyó enseguida. Porque Huracán enseguida se acomodó y volvió a plantarse, hasta que a los 37 minutos, tras un error grosero de Peña Biafore en la salida, Echeverria llegó y conectó de cabeza lo que fue el empate.

A partir de ese momento, y sobre todo en el segundo tiempo, Huracán dominó a River. Lo dominó en el juego, en la posesión de pelota y en las situaciones de riesgo generadas en cada arco. Las caras y los gestos de Gallardo eran elocuentes: el equipo no respondía. Surgen algunas preguntas incómodas: ¿mejoró con respecto a las últimas y desteñidas versiones con Demichelis en el banco de suplentes? O lo que es peor: ¿mejoró en algunas de las líneas? Más allá del entusiasmo inicial, de la efervescencia por la vuelta del Muñeco al comando central, el equipo siguió tan deslucido como antes. Hay mucho por corregir. Tuvo un punto a favor, algo que antes no estaba: la sobria y sistemática defensa de Pezzella en el fondo. El central campeón del mundo demostró su temperamento y su calidad.

En el final, los últimos minutos de un partido emotivo, se exacerbó la escena en el campo: Huracán apuró, avanzó y llegaba con el dominio de pelota hasta los metros finales del campo de River, que respondía con más empuje que ideas. Al Globo le faltó, es cierto, el último toque. O el anteúltimo. Ni Fértoli ni Wanchope Ábila –que entraron en el segundo tiempo y generaron el morbo de muchas personas, que recordaron aquella final de la Libertadores en Madrid que ungió a Gallardo y hundió al delantero– pudieron darle esa estocada, ese desenlace que el equipo de Kudelka no supo concretar. Fue un punto ambiguo para ambos: generó fastidio y a la vez conformidad.

Pudo haber sido derrota y también victoria. Aunque al ver la tabla, Huracán sonrió: si bien pudo llevarse los tres puntos, sigue como líder de esta oscilante Liga Profesional.