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Quejas y lamentos por una nueva edición de los Juegos de la austeridad

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No hay plata. Los atletas reclaman por las condiciones de la villa olímpica y la comida. | afp

Londres tuvo en 1948 la inmensa responsabilidad de volver a encender la llama olímpica que estaba apagada desde hacía doce años, luego de la fiesta de Adolf Hitler en 1936. Debido a la economía de posguerra que imperaba en toda Europa, fueron reconocidos como “los Juegos de la austeridad”.

Setenta y seis años después de aquella cita olímpica, Francia asumió el gran desafío de corregir el costo financiero insostenible de las últimas décadas, debido a sobrecostos, deudas a largo plazo y problemas socioeconómicos y ambientales.

Esos motivos hicieron que el Comité Olímpico Internacional (COI) se comprometiera a cambiar esta tendencia a partir de estos Juegos. ¿De qué manera? Siendo más austero y ecológico. En lo macro está a las claras que lo consiguió porque según datos ofrecidos por el Comité Olímpico Francés, esta edición 2024 será la primera desde Sydney 2000 que no superó los 10 mil millones de dólares. Este esfuerzo le sirve al COI a demostrarles a las futuras sedes que no todo será costos sin control y elefantes blancos de herencia.

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La propuesta de Francia se ve más que sostenible desde lo ecológico. Allí reside una de las claves para entender estos números. La muestra más clara de ello es que para París 2024 solo se ha construido un estadio de cero. Se trata de un centro acuático para waterpolo y clavados que fue construido con base biológica y bajas emisiones de carbono y uso de energía.

A la hora de afinar el lápiz hubo detalles “gruesos” que la organización pareció omitir. La villa olímpica es la principal apuntada. En la delegación argentina, la voz más fuerte que se escuchó fue la de Santiago Gómez Cora, entrenador de Los Pumas seven, quien fue lapidario con la organización: “Está de moda esto de que no haya proteínas y que la comida sea vegana o no sé qué. Hacíamos colas de 40 minutos para que nos den una hamburguesa o lo que servían de carne”.

Hay muchos puntos de contacto entre las quejas de muchas delegaciones, siendo la comida el principal problema. La abanderada de Estados Unidos en la ceremonia inaugural, la estadounidense Coco Gauff, fue otra que se quejó: “Es increíble que en este tiempo tengamos que compartir dos baños entre diez atletas. ¿Quién tuvo la genial idea? ¿No saben que nuestro tiempo es valioso?”.

La falta de aire acondicionado, las terminaciones en el edificio y hasta la falta de cortinas fueron algunas de las quejas que le transmitieron a PERFIL miembros de la delegación argentina. “No le preocupó mucho el bienestar de los atletas”, le dijo uno que sabe de Juegos Olímpicos.

Otros atletas, como el tenista serbio Novak Djokovic, prefieren no alojarse en la villa que contiene a la mayoría de los más de diez mil atletas que buscan la gloria olímpica. Una gloria olímpica a la que muchos debieron llegar atravesando inconvenientes que lejos están de ser normales para la élite del deporte, pero que parecen razonables en unos Juegos en los que “no hay plata”.

* Desde París.