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Menotti, el DT que escribió su gran obra en medio del horror

El colectivo editorial ‘La pelota siempre al 10’ acaba de lanzar una nueva edición de su revista, esta vez dedicada al Flaco Menotti. Se trata de un ejemplar por el que Ángel Cappa, Matías Bauso, Horacio Pagani y el profe Signorini, entre otros, recuerdan al DT. A continuación, el prólogo escrito por Ezequiel Fernández Moores.

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| juan salatino

Pido disculpas por iniciar con una referencia personal, pero creo que así podremos entendernos mejor. Era estudiante de periodismo en el Círculo de la Prensa cuando conocí a César Menotti ya DT de la Selección en 1977, plena serie internacional en la Bombonera. Y a mis 20 años era cronista-redactor de la agencia Noticias Argentinas (NA) cuando la selección ganó el primer Mundial de su historia.

Me tocó entonces ser testigo privilegiado del que, hasta ese entonces, pasaba a ser el momento más glorioso de la historia de nuestro fútbol. Y que coincidía con el momento también más oscuro del país. Podía apreciar mejor lo primero, porque Argentina jamás había sido campeón mundial antes. Nos creíamos los mejores. Pero no habíamos ganado ningún Mundial.

Tenía 12 años y estuve en la Bombonera la tarde que Perú nos dejó afuera del Mundial de México 70. Y sentí vergüenza cuando Holanda nos goleó 4-0 y nos despidió del Mundial 74. Éramos niños compitiendo contra gigantes. Por eso fue sencillo advertir, en el mismo momento que sucedía, que la conquista del 78 era histórica. Y porque además la fiesta sucedía en casa.

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Sucedía, claro, en pleno horror. “Carnaval insensato”, lo definió una vez un poema del colega Carlos Ferreira. Tardé, sin embargo, algunos años en entender mejor esto último. Porque la dictadura de 1976-1983 no era la primera. Nací en 1957, con el general Pedro Eugenio Aramburu presidente de facto tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón. Pasé buena parte de mi adolescencia con otra segunda dictadura que vio desfilar en fila a Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse (siempre citábamos a nuestros presidentes militares dictadores con sus nombres completos).

Y comencé en el periodismo con Jorge Rafael Videla (también general) ocupando la Casa Rosada. Un golpe de Estado, una dictadura, no era entonces una anomalía cuando me inicié como periodista en plena era del Mundial 78. Es más, casi todos los demás países sudamericanos vivían entonces bajo dictadura. Augusto Pinochet en Chile, Ernesto Geisel en Brasil, Aparicio Méndez en Uruguay, Hugo Banzer en Bolivia, Francisco Morales Bermúdez en Perú, Alfredo Poveda en Ecuador. Las golpes y las dictaduras estaban naturalizados. Los militares presidentes de facto también.

Lo que no sabía (y más aún en un hogar de clase media, escuela privada y católica de Barrio Norte, ambiente “gorila”) era hasta dónde llegaba la dimensión del horror. No había internet y la prensa (por censura, miedo o complicidad) ayudaba poco y nada. Una dictadura okey. Era casi normal. Pero no esa crueldad de mujeres embarazadas torturadas, sus niños nacidos en cautiverio y apropiados, personas arrojadas vivas desde aviones al Río de la Plata. La dictadura más cruel de nuestra historia. Con el campo de concentración de la ESMA a solo setecientos metros del Monumental.

El contexto político es inevitable porque Menotti fue el DT más politizado en la historia de nuestro fútbol. Y vivió su obra más notable (la conquista del Mundial 78) en aquel tiempo del horror.

Aquel DT más politizado, que amaba discutir e incomodar, a veces exagerado y egocéntrico, terminaba siempre recordándonos que el fútbol podía ser también él politizado, comercializado y manipulado, pero que seguía siendo ante todo un juego popular. Y que forma parte de nuestra cultura popular. Y tiene una ética y una estética. Ganar y golear sí. Pero también gustar. Convencer. Convertirse en legado. Como lo hizo Menotti.