Matías Lucuix, actual entrenador de la Selección Argentina de Futsal y nuevamente finalista del Mundial, es mucho más que un entrenador exitoso. A sus 38 años, su historia en el deporte es un ejemplo de talento, resiliencia y capacidad de reinventarse frente a la adversidad.
Nacido el 20 de noviembre de 1985, Lucuix creció como uno de los jugadores más brillantes en la historia del futsal argentino. Desde sus inicios en River Plate, club del que es hincha, se destacó por su elegancia, técnica, habilidad y mentalidad ganadora. Su posición de ala lo convirtió en una pieza clave en cada equipo en el que jugó.
Lucuix demostró ser un jugador de elite desde joven. Con apenas 26 años, ya era una estrella en las ligas europeas, donde jugaba en equipos de renombre como el Segovia y el Inter Movistar, considerado el mejor equipo de futsal del mundo.
Su destreza y visión del juego lo llevaron a ser una de las figuras de la Selección Argentina en el Mundial de Futsal de 2012 disputado en Tailandia, donde la albiceleste soñaba con su primer podio mundialista.
La lesión que cambió su vida
El destino lo puso a prueba el 8 de noviembre de ese año. Durante aquel Mundial, en un partido contra Australia, Lucuix sufrió una lesión devastadora que puso en jaque su carrera.
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La triple fractura en la pierna, con desplazamiento del peroné y tibia, fue descrita como una de las peores lesiones en deportes que no son de contacto violento. Tenía rasgos de accidente de tránsito o lucha.
Tras la cirugía, en la que le colocaron 20 tornillos y 2 placas, le dijeron que tendría para 10 meses de recuperación. Sin embargo, la realidad fue mucho más cruel: múltiples recaídas y nuevas intervenciones lo alejaron de las canchas durante tres largos años.
Lo que parecía ser el ascenso imparable de un talentoso jugador, se transformó en un calvario físico y emocional. Su equipo salía campeón, sus compañeros le dedicaban el título mostrando su camiseta, pero él no podía sonreír. Le costaba mirar partidos o acercarse al plantel.
Pasó de empezar a marcar una época adentro de la cancha a tener que lidiar con un final imprevisto. Lucuix luchó contra su cuerpo y mente, con la esperanza de volver, pero finalmente decidió colgar los botines antes de cumplir 30 años.
La reinvención como entrenador
El retiro como jugador no fue el final de su historia, sino el comienzo de una nueva etapa. Decidió hacer el curso de director técnico para seguir vinculado al futsal, aunque desde otro lugar.
El llamado de Diego Giustozzi, entonces entrenador de la Selección Argentina, fue clave en su renacimiento profesional. Giustozzi lo invitó a formar parte de su cuerpo técnico, y Lucuix se unió al equipo que conquistaría el Mundial de 2016 en Colombia, el primer título mundial para el futsal argentino. Ese día escribió: "El deporte y la vida siempre te dan la revancha!!! EN PAZ. Gracias @GiustozziDiego ".
Tras el retiro de Giustozzi, Lucuix asumió el rol de entrenador principal. Bajo su dirección, la Selección Argentina alcanzó nuevamente la final del Mundial en 2021, en Lituania. Su capacidad para motivar a sus jugadores y su profundo conocimiento del deporte lo han consolidado como uno de los mejores entrenadores de futsal del mundo.
Lucuix luchó por volver a jugar durante tres largos y sacrificados años (mucho de ese tiempo lejos de los afectos). Le puso punto final a la etapa de jugador poco antes de cumplir los 30 años. En su cuenta de Twitter anunciaba que encararía nuevos proyectos deportivos.
Hoy, el entrenador que ya dio la vuelta olímpica más importante busca llevar a Argentina a un nuevo título mundial, dejando una huella indeleble en la historia del futsal.
RM / Gi
