DEPORTES
Murió Humberto Maschio

Adiós "Bocha", te vamos a extrañar...

El "mago titiritero" del Equipo de José, Humberto Maschio es leyenda de Racing. Murió a los 91 años y el legado es inmenso.

Humberto Maschio
Maschio también fue un ícono de la Selección Argentina, ya que ganó la Copa América del 1957. | X

Addio Bocha, mi mancherai”, le dijo ya en buen italiano pero siempre con acento escandinavo, el sueco Kurt Hamrin, goleador de la Fiorentina que cumplía su undécimo año en el “Calcio” y, sin dudas, lo iba a extrañar. No era una mera frase de despedida en ese otoño europeo de 1966, nada de eso, en los tres campeonatos en los que compartieron ataque Hamrin marcó 59 goles, la mitad con asistencia del argentino que, a su vez, se permitió anotar una docena, siempre con su elegante sello.

Humberto Dionisio Maschio, el “Bocha” de Avellaneda, regresaba al club que lo había catapultado a la fama, Racing, aunque su debut en inferiores lo hubiese tenido en Arsenal de Lavallol y el de mayores en un Quilmes de la “B”. Desde allí lo trajo una semana después de cumplir 21 años la “Academia”. Pese a llegar, en 1954, a un Racing que se desinflaba de su hasta allí único momento glorioso de la Era Profesional (primer tricampeón al hilo), no le resultó fácil debutar ni ganarse la titularidad. Debió esperar a que el equipo dirigido por una antigua leyenda del club, José “Pechito” Della Torre, perdiese cuatro de los primeros siete partidos –incluyendo una derrota 4 a 1 en el clásico y, peor, en el mismísimo “Cilindro” –, para ser convocado a la titularidad en una época en la que no existían cambios durante los 90 minutos. 

El estreno ocurrió en la 8ª fecha. Resonante triunfo 4 a 0 sobre Chacarita Juniors, en el “Anillo de Cemento”, como se le decía entonces al estadio de Colón y Alsina, en Avellaneda. Y no solo eso, con un toque suave luego de recibir de Llamil Simes, dejó sin chances al arquero Ernesto Berto y marcó el 2 a 0 a los 34 minutos. También fue víctima del penal con el que cerró el marcador, a los 85’ Juan José Pizzuti. Sí, el mismo que le daría identidad al “Equipo de José”; ambos, comenzaban a escribir una historia cuyo impecable final desconocían por entonces. Aquel domingo 30 de mayo de 1954, con el arbitraje del británico George Illife, la “Academia” alistó a Rogelio Domínguez; Pedro Dellacha y Ricardo Fernández; Juan Carlos Giménez, Arnaldo Balay y Ernesto Gutiérrez; Manuel Blanco, Juan José Pizzuti, Humberto Maschio, Llamil Simes y Ezra Sued. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Racing Club tuvo su noche soñada tras su goleada 6 a 1 sobre Huachipato en la Copa Sudamericana

Siete días más tarde, Racing repite equipo y cae 2 a 0 en la Bombonera. Su actuación es discreta como lo fue la de todos, pero él se reivindica una semana después,  otra vez en el Cilindro, sirviendo dos goles –uno a “Tucho” Méndez y otro al “Turco” Simes–  en el 3 a 1 a Rosario Central. Esa tarde jugó su segundo partido en la “Academia” quien pronto sería su cuñado, el “Polaco” Vladislao Cap que ya le había “echado el ojo” a su hermana Cuca. Los dos, junto con Natalio Sivo, llegaron a Racing ese verano, de un Quilmes A.C. que en la Primera “B” de 1953 dio show, incluyendo sus 24 goles en 30 partidos (0,80 de promedio por jornada, su mejor marca histórica). Los tres fueron cracks, pero el “Bocha” fue más que ellos y que casi todos, sin embargo, por esas cosas raras que tiene el fútbol, ese primer año en Racing jugó menos que Cap y que Sivo y fue el último de los tres en debutar (Cap lo hizo en la primera fecha, aunque solo jugó cinco veces en todo el campeonato y  Sivo se estrenó en la quinta rodada, jugando en total seis partidos).

Obviamente no demoró en caer “Pechito” Della Torre, reemplazándolo un entonces preparador físico con ideas revolucionarias y métodos modernos, venido a entrenador, José D’Amico, que no era amante de jugadores jóvenes y menos aún con cuerpos todavía en desarrollo. No volvió a convocarlo en todo el año. El “Bocha” se desquito siendo campeón de Tercera División como recuerda el hincha número uno de Racing, Lito Trabes, quien sabe más que las propias memorias del club. “Fue campeón de punta a punta con una Tercera que formaban Ataúlfo Sánchez; Anido y Sciancalepore; De Vicente, Scatolini y Pazos, que era el capitán; Portaluppi, Sande, Maschio, Cirri y Verdugo”, cuenta Trabes, pese a querer olvidar 1954 porque “junto con 1945 fueron los dos años en los que –hasta allí– tuvimos la peor actuación en Primera, salimos décimos”.

Equipo de José
Humberto Maschio (segundo de la fila de abajo) en el Equipo de José

Es Lito Trabes quien me obliga a remembrar que el descubridor albiceleste de Maschio, el inolvidable Amaro Sande, nos contó cuando lo bautizaron “Bocha”. Según Don Amaro, Maschio era jugador de baby-fútbol del “Gordo” Díaz, un conocido cazatalentos de los años cincuenta. Y en los torneos más importantes no se conformaban con los documentos de los chicos, porque había muchas cédulas de identidad falsificadas. Los medían. Como Maschio era de los más altos y tenía mucho cabello, para que dé la medida y lo acepten en su categoría, el “Gordo” Díaz lo rapó. A partir de allí nunca más dejó de ser el “Bocha”

Humberto Maschio: el comienzo de su historia grande

Al siguiente, en 1955 comenzó su historia grande, la que por estos días sin dudas aparecerá en todos los medios y cuyos capítulos la mayoría de los verdaderos racinguistas más o menos conoce. Esa que dice que jugó 139 partidos de centro-delantero en Racing hasta inicios del año 1957, clavando 44 goles, artillería que en general compartía con el “Loco” Corbatta, comprado en el ’55. Año en el que también llegó otro “9” de Arsenal de Lavallol, Antonio Valentín Angelillo, que en el ‘56 se va a Boca cambiado por Pizzuti, quien se había transferido el año anterior al club Xeneize. 

Si bien Maschio ya había sido Medalla de Oro con la Selección Nacional en los Juegos Panamericanos de 1955, en marzo del ’57, con la camiseta argentina conquista el Campeonato Sudamericano en Lima, Perú, integrando la famosísima delantera que la prensa bautizó “Los ángeles de la cara sucia”: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sivori y Cruz. Pero él tuvo un destaque mayor porque fue el goleador de ese torneo. Señaló 9 de los 25 tantos que convirtió Argentina, anotando un golazo en el 3 a 0 sobre Brasil en la Final. La historia cuenta que el tridente central del ataque fue vendido, inmediatamente, a Italia. Los tres eran “oriundi”, Sivori pasó a la Juventus, Angelillo al Inter de Milán y Maschio al Bologna en 60 millones de liras italianas, 96 mil dólares de la época, al cambio de 625 liras por dólar.

Como los otros dos cracks, terminado el Sudamericano (actual Copa América) Maschio se fue tan rápido a Italia, que en 1957 solamente jugó un partido en Racing. Fue su despedida el 12 de mayo y sucedió en el “Cilindro” con un triunfo 2 a 1 a Rosario Central, por la segunda fecha. Lo reemplazaría otro gran goleador, el mendocino Pedro Waldemar Manfredini (ese día jugaron su único partido juntos). Racing alistó a Rogelio Domínguez; Pedro Dellacha y Juan Carlos Murúa; Juan Carlos Giménez, Vladislao Cap y Domingo Scattolini; Oreste Corbatta, Humberto Maschio, Pedro Manfredini, Juan José Pizzuti y Juan Mendiburu. El “Bocha” no convirtió, su último gol para la “Academia” lo había marcado el año anterior, en la fecha 29, jugada el 25 de noviembre de 1956, cuando a los 89 minutos cerró el 6 a 2 sobre San Lorenzo, en Avellaneda. 

Se incorporó al Bologna, pasó al Atalanta, volvió al Bologna y como Sivori y Angelillo nunca más fue convocado para la Selección Argentina, ni siquiera después del famoso “desastre de Suecia”, en 1958, cuando el equipo blaquinceleste fue eliminado en la fase de grupos, goleado por Checoslovaquia.

Decidió entonces aceptar la invitación para defender a Italia, primero en un amistoso ante Francia y luego en el Mundial de Chile de 1962. Fue el capitán de la “Azzurra” en la llamada “Batalla de Santiago” cuando Italia terminó con nueve jugadores, perdió 2 a 0 con la “Roja” local y a él, un codazo del wing izquierdo Leonel Sánchez, le fracturó la nariz. Sivori también jugó esa Copa del Mundo; Angelillo vistió dos veces la casaca de Italia, pero no fue a Chile ni a ningún otro Mundial.

Racing despide a Maschio

El “Bocha”, al regresar de Chile, fue transferido al Internazionale de Milán que había vendido Angelillo a la Roma. Pero Helenio Herrera, el entrenador argentino de los milaneses, solo lo utilizó 16 partidos. Maschio pidió irse y recaló en la Fiorentina para “dársela servida” al sueco Hamrin. Para que ello ocurriese, el entrenador Ferruccio Valcareggi lo retrasó 30 metros y lo transformó en el cerebro del equipo porque ya tenía goleador, y en ese tiempo los italianos habían comenzado a jugar con más preocupación defensiva y menos actitud de ataque. 

Le fue bien, como antes, pero no tan bien como le iría después, cuando una carta de las que semestralmente recibía de “Tito” Pizzuti le propuso volver a la Argentina. Pizzuti ya no jugaba, era entrenador y  lo necesitaba. Racing también. Se despidió de Hamrin, de Valcareggi y de Italia. Había pasado una década, parecía suficiente. Y la “Academia” estaba mal. Su amigo Pizzuti que solo tenía una experiencia como director técnico, en Chacarita Juniors, lo precisaba haciendo lo mismo que hacía en el Viejo Mundo. “En vez de dársela a Hamrin se la das a Cárdenas”, le dijo el ex compañero de ataque. Se entusiasmó y despachó su valija en Fiumicino.

 

El regreso a Racing y la gloria del Equipo de José

Llegó a Avellaneda con el campeonato iniciado, debutando por segunda vez en Racing el 10 de abril de 1966. El equipo había comenzado a recuperarse y estaba invicto hasta allí. Sin embargo, a partir de esa sexta fecha, él le aportaría un toque de inteligencia y distinción que nadie más hubiese podido darle. Aquella tarde fue 1 a 0 a Chacarita Juniors, en San Martin. A su lado jugaron: Agustín Cejas; Oscar Martín, Roberto Perfumo, Alfio Basile y Rubén Díaz; Miguel A. Mori y Juan Carlos Rulli; Jaime Martinoli, Juan Carlos Cárdenas, Juan José Rodríguez y él, Humberto Maschio, por primera vez con la número 11 en la espalda, “ventilando”. Luis Angel Carrizo salió como guardavalla suplente (ya se podía cambiar al arquero titular en caso de lesión). Y Roberto Osvaldo Barreiro, fue el árbitro que convalidó el gol de Jota Jota Rodríguez, a los 70 minutos. Había reiniciado una historia con cara de romance. Seria amado tal vez como nunca antes lo había sido, por mucho amor que le hubiesen refregado desde otras tribunas.

Fueron 39 partidos invictos, el título de campeones argentinos del último torneo largo, antes de que comenzaran los Metropolitanos en el primer semestre y los Nacionales en el segundo. Racing dejó de ser Racing por un par de años para transformarse en “El equipo de José” con su famoso “Y ya lo ve, y ya lo ve...” y su no menos famoso “Si no lo vio, si no lo vio, se va a la...”.  Maschio, como un mago titiritero, dirigía los hilos del equipo desde adentro; algo que Pizzuti le había pedido y no escondía ni a rivales ni a la prensa, porque era demasiado evidente. 

Goleadas increíbles y triunfos épicos dando vuelta resultados sobre la hora; de la angustia a la gloria en un pizcar de ojos. Así también fue la Copa Libertadores de América del año siguiente, la única que ganó el Club y, por primera vez, un equipo argentino ganaría la Intercontinental. Era 1967 y Maschio el “viejo” más querido del país, porque aquel Racing, su Racing, fue de todos los argentinos. Y su nombre se hizo mito y leyenda, esa que cuenta que fue él quien le dijo al inolvidable “Chango” Cárdenas, en la final de Montevideo, “Pateá” y la zurda indómita de Cárdenas la clavó en un ángulo para hacernos delirar hasta hoy.

El “Bocha” se retiró en 1968, después de perder 4 a 2 con Vélez, que se consagraría campeón en el triangular final de ese año, donde también jugó River, el club por el que, dicen –él nunca me lo confirmó–  hinchaba cuando era chiquito. Esa tarde del 29 de diciembre, convirtió el primer gol de Racing, el que puso el 1 a 1 con el cual terminó el primer tiempo; después el “Turco” Wehbe acabaría con la “Academia” metiendo tres goles. En ese “chau” lo acompañaron casi todos los que fueron campeones del mundo con él: Agustín Mario Cejas; Nelson Pedro Chabay, Roberto Perfumo, Alfio Basile y Rubén “Panadero” Díaz; Juan Carlos Rulli, Miguel Ángel Mori y él, Humberto Dionisio Maschio; Jaime Donald Martinoli, Juan Carlos Cardenas y Roberto Marcelo Salomone. El “Mono” Rubén Ángel Guibaudo, fue el arquero suplente. Arbitró Jorge Aníbal Álvarez.

Esa tarde se quitó definitivamente los pantalones cortos, ya lo había dado todo. Como jugador, porque Racing lo requirió como técnico en dos situaciones incómodas y, sin embargo, se sumó, otra vez, como antes, como siempre. Y dio el paso al costado cuando tuvo que darlo, con hombría y humildad, del mismo modo que lo inició al actual entrenador de la “Academia”, Gustavo Costas en el vapuleado oficio de entrenador. También pasó por la Selección Argentina y la de Costa Rica, clubes de Centro América y Sudamérica, como Blooming de Bolivia. Y fue tan grande que se permitió dirigir a Independiente en 1973, nada menos, sacándolo campeón, dándole una Libertadores, una Copa Interamericana y la oportunidad de debutar en una final de América, a un chico que haría historia como él, Ricardo Enrique Bochini.

A los 91 años, este frío 20 de agosto, después de un par de semanas internado, tras una caída doméstica, sufriendo insuficiencia renal y manteniéndose en coma vegetativa algunos días, Humberto Dionisio Maschio le dijo adiós a este mundo. Kurt Hamrin, que era casi dos años más joven, no podrá decirle que lo va a extrañar, como aquella vez en Firenze, porque él falleció en febrero de este año. Pizutti ya había dejado de escribirle porque tampoco está entre nosotros. Ni él recordará con Lito Trabes, Félix Geraci, Daniel Higounet y otros mil hinchas amigos, si le dijo o no al “Chango” Cárdenas que pateé. Ya está. Por eso, en nombre de todos, “Adios Bocha, te vamos a extrañar”.

Edgardo Martolio es ex director de la Revista Racing.