“Recuerdo mi visión y mi tarea, y me hago leve, me elevo hasta la faz de arriba y flameo y rezo y subo por la noche, dentro de mis llamaradas subo más hasta que unas nubes vivas, quizás ángeles, paso estrellas como entre jefes y estoy en otra noche más vasta”, escribía Xul Solar que en esos viajes encontraba los signos que volcaba en sus trabajos. Esa cita forma parte de “Vuelo infinito”, la exposición que acaba de inaugurar Malba Puertos que propone un diálogo entre Solar y el artista contemporáneo Daniel Leber.
“Vuelo infinito” se encuentra en la Sala del Lago y al entrar en ella, el público es recibido por una serie de símbolos tridimensionales creados para la ocasión por Leber que tomó como punto de partida el imaginario solariano y lo combinó con su propio mundo y allí se asociaron “situaciones iniciáticas y otras más cotidianas que generan situaciones simbólicas que apelan al espectador”, según explicó el propio Leber.

Alejandro Xul Solar (1887−1963) fue uno de los artistas argentinos más importantes del siglo XX, creador múltiple de imágenes, astrólogo, estudioso de las culturas y de las religiones y promotor de la creación de una lengua universal. Daniel Leber (n. 1988) es un artista contemporáneo, seguidor de la obra de Xul, cuyo trabajo expresa la misma vocación por el estudio de las tradiciones filosóficas, por hacer de cada imagen un puente hacia lo intangible y por buscar en la cotidianidad manifestaciones impensadas de lo divino.

La exposición toma su título de una frase escrita en una pequeñísima obra de Xul Solar de marcada proporción vertical, en la que palabra e imagen revelan la aspiración del artista al ascenso y una permanente persecución de lo divino.

En el recorrido se pueden ver obras de madera de Xul Solar como su "Pan Altar Mundi" o su "Panajedrez", ese místico tablero de 13 casillas por 13. También una serie de los años 50 del artista compuesta de óleos sobre vidrio “en los que retoma la calidad más expresionista de su trabajo temprano para experimentar con lo transparente desde otro lugar, no tanto como lo hacía con las acuarelas, sino pintando el frente y el fondo de estos vidrios", explicó la curadora Alejandra Aguado.
Por último, aparecen sus grafías que forman parte de sus ejercicios para lograr el “despertar de la humanidad”, ya que el artista se definía como un “pintor utopista” que buscaba crear una realidad de un hombre nuevo, no a través de las armas como el “Che” Guevara, más bien a través del lenguaje creativo. Para Solar “la palabra era un canal de conexión con una energía superior” y, convencido de que el castellano era un idioma imperfecto, “exploró la creación de imágenes mágicas que despertaran en la memoria nuevas formas de conexión y representación”, según explica el texto de sala.
Esta propuesta está integrada por obras de Malba, de la Fundación Pan Klub y de Colección Amalita y muchas de ellas son raramente exhibidas. La exposición se puede visitar de forma gratuita del 30 de marzo al 31 de agosto de 2025.
“Con su mano espiritual de ganchos en mi pecho me habla mudamente y me sugiere cinco cosas, el quinteto es: pez, flecha, red de ganchos, libro, lámpara. Su explicación nace en mi interior paulatinamente: pez delante de mí quizás es adaptación perfecta, flecha es quizás voluntad correcta, y red de ganchos quizás es gobernar a uno mismo, y libro que escribo quizás es mi texto y testigo y lámpara enfrente de mí quizás es fe continua. Este quinteto se manifiesta cada vez más y me asombra tanto que todo lo otro se borra espiritualmente, y estoy en mi cuarto otra vez”. Xul Solar.
“Yendo por dentro del agua, he llegado muerta de sed” de Florencia Sadir
Además de la Sala del Lago, se renovaron las obras de la Sala del Bosque que es un camino al aire libre donde Florencia Sadir llevó su “Yendo por dentro del agua he llegado muerta de sed”, inspirada en una copla de la cantante salteña Mariana Carrizo que revela la relación compleja entre naturaleza y humanidad.
Desde su hogar en los Valles Calchaquíes –donde recolecta, moldea, esmalta y hornea la arcilla hasta convertirla en cerámica, elemento fundamental de este proyecto–, Sadir da forma a una práctica escultórica que, si bien está basada en la construcción material, se concreta como una ofrenda, una invocación y una conversación con la tierra y con su tiempo.

Sus obras llevan inscritas las huellas del trabajo que realizan sobre ellas el agua, el fuego o el humo hasta expresar la voz misma del territorio. Inspirada en una tecnología ancestral diseñada para capturar agua de niebla y rocío en zonas áridas, una de las instalaciones propone un recorrido sinuoso entre mallas de las que cuelgan cientos de pequeñísimas gotas de cerámica. Otra construcción que, con sus muros anchos de barro y de cal, que ofrece algo de amparo ante la intemperie e invita a mirar el cielo a través de la abertura triangular que dejaron sus muros volteados, testigos del agua y del viento. Al final del camino, una serpiente de arcilla plateada se estira sobre un espejo líquido.

Por último, también se renovó el artista que interviene el archivo que se guarda en Malba Puertos. Ivana Vollaro, la artista elegida para esta tarea, incluyó videos y carteles nacidos a partir de interrogantes como ¿dónde está el límite entre lo visible y lo invisible en un museo?, ¿cómo regula, una institución fundamentalmente dirigida al ojo, los términos de lo accesible?
La práctica de Ivana Vollaro se desarrolla en una diversidad de medios. Incluye video, instalaciones, performance, publicaciones y poesía. Anclada en la tradición del arte conceptual, su obra encuentra en la palabra.