CULTURA
volver al folletín

Una novela inédita y por entregas de Federico Jeanmaire

A partir de hoy, se publicará por entregas “La niña que leía sentada en el piso”, obra que plantea un triángulo femenino conformado por hija, madre y psicóloga. Un campo magnético de soledades, intenciones y también lecturas confusas, alteradas y equívocas. Jeanmaire, con precisión, dosifica los interrogantes que despierta la trama en el lector y confirma que leer es mucho más que entretenimiento: es despertar otra mirada, una que incomoda al que cree que todo es mercancía.

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Conexiones. Arriba: Federico Jeanmaire ha publicado más de veinte libros, entre los que destacan Más liviano que el aire (Premio Clarín 2009), Mitre (Premio Ricardo Rojas 1999) y Vida interior (Premio Emecé 2009). | cedoc

A partir de hoy, en PERFIL Diario se publica una novela por entregas en la sección Narrativas (pág. 44 y 45). Se trata de La niña que leía sentada en el” del escritor argentino Federico Jeanmaire (n. 1957, Baradero, provincia de Buenos Aires). El autor cuenta con 24 libros publicados en los géneros novela y ensayo. Es licenciado en Letras, fue profesor en la Universidad de Buenos Aires (cátedra de Beatriz Sarlo) e investigador del Siglo de Oro, en la Sala de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Madrid, España.

Con su novela Mitre, obtuvo el Premio Especial Ricardo Rojas (período 1997-99), otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En 2009 gana el Premio Emecé por Vida interior y el Premio Clarín por Más liviano que el aire. En 2021 gana el Premio Unicaja (España), por Darwin o el origen de la vejez. En 2024 recibe Diploma al Mérito de la Fundación Konex en Letras –Novela–, Período 2014-2017.

Resulta inevitable vincular la publicación por entregas de esta novela inédita de Jeanmaire con algunos datos históricos que vinculan a la prensa escrita en nuestra lengua con el folletín.

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En Folletines libertarios (Argentina-1900), artículo publicado por Eva Golluscio de Montoya en Caravelle, N°65, 1995 (Les cultures populaires en Amérique latine. pp. 81-102), podemos leer: “…en Argentina existía una tradición de literatura de cordel –germen de folletín– en la que confluían lo épico-narrativo y el periodismo de batalla; ya antes de 1820 aparecieron cielitos y cantos payadores –mitad ficción, mitad información–, impresos en hojas sueltas que eran distribuidas en pulperías y almacenes de pueblitos perdidos. En 1830, se reafirmó la tendencia del relato popular vinculado a la forma periodística, a través de la prensa gauchi-política, exitosa publicación de gacetillas y hojas sueltas –destinadas a la lectura individual, pero también a la lectura en alta voz dentro de un grupo– en las que (como haría más tarde el folletín) se combinaban la narración, la noticia y la protesta.”

Allí también se destaca que entre 1840 y 1850, se publicaron como folletines novelas argentinas como Amalia, de José Mármol, en La Semana (Uruguay) y Facundo, de Domingo F. Sarmiento, en El Progreso (Chile). Entre 1870 y 1890 aparecieron por entregas otras obras como Una excursión a los indios ranqueles, de Eduardo Mansilla, en La Tribuna y La Bolsa, de Julián Martel (José María Miró), en La Nación.

Se adjudica la publicación de folletines en periódicos argentinos a la replicación del fenómeno originado en Francia, donde los textos serializados de un número a otro se reproducían en la parte inferior de la tapa del impreso.

Como atractivo editorial para los lectores, utilizaron este formato autores como Eugène Sue con las novelas Los misterios de París y El judío errante; Alexandre Dumas con Los tres mosqueteros, El Vizconde de Bragelonne y El conde de Montecristo; Víctor Hugo, con Los miserables; Honoré Balzac, con Comedia humana; y Gustave Flaubert, con Madame Bovary en La revue de Paris desde octubre de 1856. Cada una fue un fenómeno popular con éxito en ventas.

El caso más célebre en nuestro país fue la publicación de Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, en la sección “Dramas policiales” del diario La Patria Argentina. Fabián Wir-scke observa un paralelismo relevante: “Y un dato no menor a tener en cuenta y que creo es significativo lo constituye su fecha de emergencia, duración y conclusión: la historia del gaucho forajido empieza a contarse en noviembre de 1879 (año de la publicación de La vuelta de Martín Fierro de Hernández) y culmina en enero de 1880.” Es decir, el libro por entregas compite con el libro como tal.

El folletín como técnica literaria (con sus normas y características), aparece replicado por los libertarios, es decir anarquistas, hacia el 1900. Títulos como El Conventillo. Cuadro de costumbres bonaerenses de Elam Ravel y El Suplicio de Laura de J.D. González (ambas publicadas en El Rebelde), escenifican dramas sociales con adoctrinamiento ideológico. Ambas formas, la libertaria y la liberal, coinciden en la importancia de la alfabetización sarmientina, pero la primera la utiliza para la destrucción del Estado. Esto último se actualiza en lo contemporáneo como confuso paradigma.

El análisis teórico del género excede esta página, no obstante es atinente lo que escribe Silvia Saítta en Traiciones desviadas, ensoñaciones imposibles: los usos del folletín en Roberto Arlt (cervantesvirtual.com): “El Juguete Rabioso, su primera novela publicada en 1926, no es sino la ratificación de que a partir del imaginario del folletín y de sus estructuras narrativas, Arlt concibe la construcción de la subjetividad de su protagonista, postula distintos modelos de héroes populares y reflexiona sobre las pautas de relación entre las distintas clases sociales.”

En un artículo de 1969, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez señala la misma influencia y homenaje al folletín en Boquitas Pintadas de Manuel Puig. Mientras que hacia 1985 el semanario El periodista de Buenos Aires (Ediciones de la Urraca) publicó por entregas La novela de Perón de Tomás Eloy Martínez.

La niña que leía sentada en el piso plantea un triángulo femenino conformado por hija, madre y psicóloga. Un campo magnético de soledades, intenciones y también lecturas confusas, alteradas y equívocas, algo así como un retrato del mal de nuestra época. Jeanmaire, con precisión, dosifica los múltiples interrogantes que despierta la trama en el lector y confirma que leer es mucho más que entretenimiento: es despertar otra mirada, una que incomoda al que cree que todo es mercancía.