CULTURA
crítica

Toda economía es un crimen

Interminable novela de aventuras, el texto se divide en tres capítulos que nombran al personaje de tres diversas formas: “Tudor”, “Theodoros” y “Tewodros” remiten a la complejidad identitaria de quien no sólo fuera un emperador despótico, sino también un habitante de monasterio y un pirata tenaz.

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Para los lectores iniciados en un escritor como el rumano Mircea Cartarescu, creador de un mundo singularísimo y barroco, toda introducción es, cuanto menos, insuficiente; para los neófitos, resumir en unas líneas su obra, y, en particular, Theodoros, su última y monumental novela, resulta una tarea tan imprescindible como arrogante para el crítico, que se juzga apto para condensar y delimitar una imaginación desmesurada y estrambótica como pocas en la actualidad. De intentos, sin embargo, está hecha la literatura.

Este rumano de rostro ceniciento, que sufrió la hostilidad del comunismo despótico bajo las garras del dictador Ceaușescu y padeció, desde los albores de la década del noventa, la voracidad ciega del Capital, fundó para sí mismo –con la asistencia, claro, de genealogías varias– una literatura apabullante; de resguardo inviolable y, en simultáneo, de salvaje exploración. Con los relatos de Nostalgia (1993), la trilogía de Cegador (1996-2007) y la inconmensurable novela Solenoide (2015), Cartarescu erigió la Bucarest de su infancia con materiales lisérgicos y expresionistas.

Con Theodoros, el escritor abre el juego y se concentra en una novela de guiños históricos cuyo protagonista –justamente, Tewodros II– se abrió camino desde una sencilla infancia en Valaquia hasta el ascenso como feroz emperador de la Etiopía decimonónica. Un caracter real aunque tejido, como no podía ser de otro modo en Cartarescu, de leyendas y mitos de toda clase. Es que para el rumano la realidad no es sino la más cotidiana de las alucinaciones.

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El autor se concentra en un personaje (relativamente) histórico, por más que no sea la concentración exactamente su juego predilecto. Muy por el contrario, y como nos tiene acostumbrados, Theodoros es un auténtico tour de force de más de seiscientas páginas de puro despliegue y expansión narrativas. Narrada en una logradísima (y finalmente sorpresiva) segunda persona, la historia se inicia con los instantes finales del protagonista, acorralado en su fortaleza por las tropas inglesas de la reina Victoria. A partir de allí, un sinfín de acontecimientos, peripecias y personajes tomarán control teniendo como núcleo más o menos regular la portentosa existencia de este ser ladino y sanguinario.

Interminable novela de aventuras, el texto se divide en tres capítulos que nombran al personaje de tres diversas formas, dado que nada en nuestro autor es unívoco: “Tudor”, “Theodoros” y “Tewodros” remiten a la complejidad identitaria de quien no sólo fuera un emperador despótico, perpetrador de los crímenes más atroces, sino también un habitante de monasterio, un pirata tenaz, un niño fascinado por las historias homéricas que le contara su madre. De parrafadas barrocas y digresiones constantes, para Cartarescu toda economía es un crimen y cada una de las palabras escritas, un nuevo signo vital. Si verdaderamente he vivido, confesó alguna vez, ha sido a través de la escritura.

Theodoros

Autor: Mircea Cartarescu

Género: novela

Otra obra del autor: Solenoide; Nostalgia; El ala izquierda; El cuerpo; El ala derecha; Las bellas extranjeras; Lulu; El ruletista; El ojo castaño de nuestro amor; El Levante

Editorial: Impedimenta, $ 33.500

Traducción: Marian Ochoa de Eribe