CULTURA
Una historia de la Argentina profunda

Se presenta "Fronteras", un libro de Lucía Salinas

¿Qué sucede en los límites de la Argentina? es la pregunta que dispara esta investigación periodística que se editó en formato libro impreso luego de su aparición en e-book. El martes 29 de octubre se presentará en CABA.

Lucía Salinas- Fronteras.
Lucía Salinas- Fronteras. | Cedoc Perfil

La periodista Lucía Salinas publicó una edición impresa de su libro "Fronteras" -en esta ocasión con la editorial Editores del Sur-, con historias inéditas y ampliando la investigación a la frontera sur del país, incluyendo en esta nueva versión a las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego. El libro será presentado el martes 29 de octubre en Nicaragua 4899 de la Ciudad de Buenos Aires. 

Lucía Salinas- Fronteras.

La frontera sur de la Argentina es diversa. Inhóspita, salvaje por donde se la mire. Ese territorio es complejo producto de una de sus principales características: su extensión inserta en esa estepa patagónica donde parece desdibujarse cualquier límite que se entienda como aquello que separa un país del otro. Dueña de un paisaje único y de kilómetros que se pueden recorrer en absoluta soledad, esta tierra que se vuelve más cruenta en época invernal, es testigo de cientos de caminos clandestinos que son transitados con habitualidad y hasta con cierta naturalidad, en este escenario Lucía Salinas realiza su trabajo de campo, su investigación y posterior escritura. 

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"Fronteras" edición impresa y ampliada, publicado por la editorial Editores del Sur, profundiza en la otra realidad que se construye en los bordes, cruzándolos, borrando esas líneas que tantas veces hemos visto trazadas en la cartografía. La frontera en estos lugares adquiere y construye su impronta. Le da vida los intercambios continuos y llega a existir una cierta “identidad de frontera”. Esto se traslada a la frontera más austral del país, también asegura Salinas cuando habla de su trabajo. 

En esta nueva edición, la periodista sostiene también que “es cierto que prevalece mucho más en el norte del país, pero hay algo propio que sucede en las ciudades fronterizas y que permite unir ambas puntos. Se trata de aquellos eslabones más débiles que por necesidad, por aducir una falencia del Estado a la hora de proporcionar fuentes de trabajo genuinas, conviven con el delito y hacen del mismo, su única fuente de ingreso”.

 

Un anticipo de esta edición de Fronteras

El impensado abandono en la estepa santacruceña: la megacausa de contrabando que se inició con un caballo

Se abrigó porque, pese a ser fin de año, la estepa patagónica no da tregua y mucho menos en esos recónditos lugares que se disponía a patrullar. Aquel punto geográfico es extremo, alejado de los centros urbanos, y proporciona la constante idea de que se pisa suelo de nadie. Pero su tarea es, justamente, reivindicar aquello que llamamos jurisdicción, y controlar que nadie pase por donde no debe. Pero la nieve suele desdibujar esos límites al sur de la provincia de Santa Cruz, donde ya la cordillera no oficia de frontera concreta, indiscutible. El gendarme tenía un circuito delimitado, ciertos hitos –unas pequeñas casas de chapa– que se traducen en aquello que indica dónde termina el territorio argentino y dónde inicia el chileno. Cuando se subió a su caballo para adentrarse en la estepa patagónica, la marcha no cobró mayor impulso, había algo de rutinario en su andar, y la inmensidad del paisaje, esa planicie propia de la zona plagada de matas negras, parecía una cuadro estático. Solo los guanacos irrumpen en él, otorgando movimiento.

 

El viento resonaba de fondo, no era intenso, pero envolvía al gendarme en un aire gélido que dificultaba el recorrido. Pese a ello y acostumbrado a la crudeza de aquel clima, continuó su marcha. La calma que venía marcando el paso se vio alterada por una imagen detrás de un alambrado. Un movimiento inusual, al menos eso creyó en un comienzo. La oscuridad que gobierna a las dos de la mañana lo confundió unos pocos minutos, pero después logró vislumbrar apuntando con una linterna que rápidamente sacó de su equipaje que no estaba solo en la inmensidad de ese suelo patagónico.

 

Un grupo de jinetes, no alcanzó a contar si eran tres o cuatro, con otros caballos a tiro sobresalían en el campo en cuyo interior solo un alambrado divide un país del otro. Cuando a voz de cuello se identificó como personal de Gendarmería, seguido de la orden de que permanezcan en el lugar, los jinetes hicieron todo lo contrario y el galope de los caballos retumbó junto con los gritos que le ordenaban a los animales apresurar el paso. Sin personal que pudiese llegar inmediatamente, solo los vio alejarse en medio de la meseta patagónica y perderse en la oscuridad de aquella noche cerrada.

 

Cuando se acercó al lugar, teniendo que atravesar un alambrado, se dio cuenta que había quedado abandonado un caballo, inmutable, pastando, ajeno a todo el movimiento que lo circundó pocos minutos atrás. El gendarme se acercó y vio que el animal iba cargado. Era utilizado para mover cigarrillos de contrabando. Sobre su lomo había más de dos millones de pesos en tabaco. Llevó a tiro el equino hasta la casilla de Gendarmería Nacional y no lo calificó como un hecho cotidiano, propio de aquellos puntos geográficos.

 

Al día siguiente, habló con el fiscal federal de Río Gallegos, Julio Zárate, y le relató la situación. La primera reacción respondió a los hechos cotidianos que en las zonas fronterizas se producen, pero el gendarme insistió que aquella escena podría ser tan solo la punta de un ovillo del que había que tirar. La fiscalía asistió a sus argumentos y comenzaron una ardua tarea de investigación. Lo que inició con un caballo, abandonado y cargado de mercadería ilegal, en medio de la estepa patagónica se convirtió en un expediente penal con veintitrés personas físicas y jurídicas involucradas en suelo argentino.

 

Cuando se avanzó con la investigación, la justicia federal de Santa Cruz recibió una comunicación del departamento de Magallanes, del otro lado de la frontera. El fiscal Cristian Crisosto tenía recopilados catorce informes policiales que exponían que el delito no se vio impedido por los límites internacionales y que junto a dieciocho personas de nacionalidad chilena lograron burlar, por años, todo tipo de controles haciendo de los caminos clandestinos el paso habitual para mover incansablemente mercadería de origen ilícito.

 

RP