La Sociedad Antroposófica es un movimiento fundado a principios del siglo XX por Rudolf Steiner que persiste hasta la actualidad. Es más bien un “legado” de un filósofo devenido en esoterista que no se limitó solo al estudio del ocultismo, sino que abarcó además muchos otros saberes. Hoy en día sus seguidores mantienen una fuerte crítica al avance tecnológico; pero a pesar de ello, han erigido un verdadero imperio comercial evidenciado en laboratorios, sistemas ecológicos, y métodos terapéuticos y educacionales, entre otros.
El proyecto antroposófico de Steiner comenzó casi sin proponérselo: él no tuvo la intención de liderar una secta ni de crear ningún negocio rentable, sino de comprender las ramas complejas de los saberes terrenales a través de una antropología espiritualista. Para tener un perfil básico de las ideas steinerianas, podríamos hablar de dos etapas bien definidas. En la primera intentó presentar un método epistémico fundamentado en la fenomenología, y en la segunda decantó en un tipo de religión. Hecha esta introducción, que de ninguna manera pretende ser peyorativa sino expositiva, exploremos un poco mejor quién era y qué pensaba Rudolf Steiner.
Steiner nace en 1861 en Croacia, cuando todavía era parte del Imperio Austrohúngaro, y fallece en 1925 en Suiza. No fue un místico, sino que trataba de averiguar el saber oculto que subyace bajo las sustancias gracias al esfuerzo de la razón. Él creía que por medio del uso del intelecto se podría llegar a revelar del mundo espiritual. Tengamos en cuenta que su época estuvo atravesada por el avance de la técnica, la ciencia dura y la industria. No faltaba la contrarreacción del romanticismo así como la “tecnofobia”, que predicaban la vuelta a lo primitivo y al hermetismo. Bajo este universo conceptual, se interesó en principio en la obra de Immanuel Kant, Johann Fichte, Friedrich Schelling y George Hegel, y sus inicios en la filosofía fueron muy prometedores, llegando a desentrañar una teoría de corte pre-fenomenológico. Ideas que quedaron truncas por su giro ocultista y que por esas vueltas de la vida continuó llevando a buen puerto el mismísimo Edmund Husserl, el maestro de Martin Heidegger. Otras dos personalidades influyeron en él de forma indeleble: Friedrich Nietzsche y Johann von Goethe. No obstante esto, en su autobiografía nos menciona a un misterioso sujeto al que llamó su “guía espiritual”. Este lo instruyó sobre cómo canalizar sus virtudes paranormales. Puso en él la semilla para hacer una síntesis entre ciencia y religión, entre materia y espíritu. En 1890 se traslada a Weimar, llamada la “Atenas” de Alemania. Por allí pasaron personalidades como Richard Strauss, Franz Liszt, Henrik Ibsen y Gustav Mahler, entre otras. Comienza así a relacionarse con escritores, artistas y filósofos. Para esa época visita a Nietzsche, que ya había perdido la razón, y lo experimenta como una iluminación. Esto lo inspira para escribir el tratado Nietzsche, un luchador contra su tiempo, de 1895.
Habría sido un filósofo muy importante si no hubiese dado ese vuelco hacia el esoterismo acrítico, pero desde la infancia fue un ser atraído por lo oculto. Steiner pretendió desentrañar “el noúmeno”. No admitió, como Kant, que todo fuera una construcción de nuestra conciencia, pues para él, si bien la primera clave era la aprehensión de las cosas, a dichas imágenes se les “añadía algo” dado, un plus. De modo que podamos acceder a los fenómenos ideales que están ocultos, donde la percepción ordinaria es incapaz de penetrar. Esa percepción nos conducirá a la “idea” previa en sentido platónico, y dicha matriz será el fundamento de la verdad. Suma una “carga espiritual” que no se encuentra ni en el sujeto ni en el objeto, y en ello se diferenciará de la fenomenología propiamente dicha.
Sus obras Filosofía de la libertad, de 1896, y Los enigmas de la filosofía, de 1900, constituyen los últimos escritos de este primer período, es el pasaje de su etapa filosófica a su etapa final: la de la ciencia oculta antroposófica. El kehre se da en tal forma que ya no encuentra público receptivo para sus nuevas propuestas. Por algún tiempo dio en Berlín una serie de charlas dentro de algunos gremios con poca recepción en las clases obreras. Muchos en su auditorio serán luego miembros de la Sociedad Thule y precursores del Partido Nacionalsocialista. Es allí donde contacta a la Sociedad Teosófica, hallando pasto cultivable para desarrollar su “ciencia espiritual”. Sin embargo, pronto comenzará a tomar distanciar del movimiento teosófico. Para ese entonces el grupo liderado por Annie Besant proyectaba establecer como el mesías de Acuario al joven Jiddu Krishnamurti. Steiner, en franco desacuerdo, rompe con los teósofos, siguiendo su propio camino. Después de pasar por algunas logias masónicas y rosacruces, funda finalmente la antroposofía.
Para entender el proyecto central de Steiner es necesario acceder a tres de sus múltiples textos: Teosofía, de 1904; luego: ¿Cómo se adquiere conocimiento de los mundos superiores?, de 1909; y por último tenemos el escrito más alucinado: Ciencia oculta en bosquejo, de 1910. De este entramado se constituye ya para 1913 la base “mítica” y “religiosa” de la antroposofía.
En el primer texto estudia la imagen del hombre con relación a la naturaleza; asimismo lo entiende a través de incontables vidas pasadas. Cree que el ente va camino a su evolución y con cada logro ético da un paso más hacia la libertad. En el siguiente escrito nos propone que el individuo solo puede iluminarse por ejercer simplemente su pensamiento. Dicho pensamiento es una potencia que se puede agudizar con la ayuda de la voluntad y de la concentración. Y por último, explica su cosmogonía, es decir, el devenir del universo. Para llegar al presente, al Yo, el ser humano, ha pasado por distintos procesos cósmicos universales. Pero aún faltan para el futuro etapas por realizar, el antropos no está todavía terminado. El arcano del Gólgota fue un adelanto. Cristo alcanzó la elevación de todos los estados ontológicos por anticipado y vino al mundo para darnos una muestra de que es posible. Por lo tanto, su crucifixión es el eje de toda evolución terrestre y espiritual.
Hay que destacar que la antroposofía no se limita a una visión integral ocultista solamente, sino que deriva en múltiples saberes del ser. Hoy los tiempos son otros, y aunque sus deducciones esotéricas cada vez resuenen menos, sin duda sus discípulos las han sabido aprovechar aplicándolas a establecer jugosos negocios millonarios por medio de laboratorios, dietéticas, editoriales, métodos medicinales alternativos y centros educativos como las Escuelas Waldorf. Aun con fuertes críticas a la modernidad, intentan llevar vidas acordes a sus teorías manteniendo tras bambalinas, quizá con cierto sonrojo, algunos corolarios de quien fuera su mentor y que hoy, para los legos, pueden parecernos no solo anticuados sino un tanto delirantes.