CULTURA
crítica

Rodar viviendo

El objetivo es filmar cuatros películas en Camboya y Vietnam, en un tiempo récord. Y terminan realizando una road movie, que el poeta argentino transforma en un viaje espiritual.

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Diario de Camboya. | cedoc

La mujer carga la Virgencita de Luján por el río Mekong, de Phnom Penh a Saigón, en una barcaza que bordea desastres más gentes para la lente del equipo fílmico hispanoamericano variopinto. Impactantes y densos paisajes humanos se suceden, fronteras mediante, y que Mario Varela escudriña en Diario de Camboya, con las pupilas y las cámaras bien abiertas. En esta ola de diarios personales de artistas y escritores embarcados a lo desconocido, el diario de Varela de Buenos Aires al sudeste asiático encarna la cualidad del acto y el manifiesto. Acto fuera de programa, manifiesto de creación colectiva que se hace al andar.

En este nuevo libro de Varela, el rosarino del reciente Creo que llegué a un río (Tren Instantáneo), y fundador de la seminal revista de poesía 18 Whiskys en los 90, aparecen los meandros que vinculan la novela personal, “pienso todo el tiempo en el sexo y la muerte”, con las aventuras del grupo de artistas y técnicos que reúne el excéntrico cineasta español Gonzalo García-Pelayo, la estrella del último Bafici con sus diez películas en un año y sus métodos para desbancar casinos. El objetivo es filmar cuatros películas en Camboya y Vietnam, dos de ficción y dos documentales, en un tiempo récord, sin ninguna autorización. Y terminan realizando una road movie, que el poeta argentino, autor de narrativa infantil, cineasta y guía de montaña, transforma en un viaje espiritual, improvisando el libreto.

“En ese río revuelto no hay un solo accidente, no hay un solo roce, todo discurre en alguna dirección. No hay semáforos. La misma sensación tuve una vez en La Paz, Bolivia. Iver me explicaba que en ese caos se respeta el chi, el espacio esencial de cada ser. Entonces Bolivia y Camboya podrían ser países gemelos separados al nacer. Ambos tienen una Trimurti –tríada en el hinduísmo compuesta por los dioses Brahma, Siva y Visnú–, una aparente calma interior, porque el exterior es un caos, y la filosofía de que la vida es un ovillo de lana”, traza Varela en la capital camboyana, Phnom Penh, con la certeza de la potencia de los universos de experiencias que se consolidan y avanzan, solo, en lo colectivo. Y a 16.917 kilómetros, acota el autor, acá nomás, mientras tanto, se marcha contra egoístas pelucas presidenciales.

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Disponibles gratis para quien guste en los QR de la última página, en ese demencial y clarividente proyecto de García-Pelayo, las películas citadas suman otras capas de realidad a la realidad de Mario Varela. Que por cierto placer de la palabra es más cercana, con moscas, “drama, drama” y sofocones, que las imágenes 4K del cineasta español. Porque, como bien figura en la entrada del 29 de enero de Diario de Camboya, en los Años de las Bestias, “si algo existe más allá de estos días que peleamos por entender, debería escuchar este bálsamo. No saco el celular, no grabo. Esta vez no. Me quedo escuchando con los ojos cerrados”. Y así, debe haber algo para seguir y para que todos sigan navegando y viviendo.

Diario de Camboya

Autor: Mario Varela

Género: diario de viaje

Otras obras del autor: En un planeta fabuloso; Consejos para cuando viajes al espacio; Creo que llegué a un río

Editorial: Gog & Magog, $ 14.000