CULTURA
Fuego sagrado

Quién fue Raúl González Tuñón, la oveja negra de Florida

Muy “zurdo” para estar tan cerca de Jorge Luis Borges y demasiado “cajetilla” para Roberto Arlt. Hace 50 años moría el poeta qué inspiró a Miguel Hernández y fascinó a Joaquín Sabina. Por qué fue el precursor de la poesía argentina moderna.

Raúl González Tuñón
Raúl González Tuñón (Ciudad de Buenos Aires, 29 de marzo de 1905-ib, 14 de agosto de 1974). | Cedoc Perfil - Wikipedia.org

Hace 50 años, cuando apenas tenía 69, murió una de las voces esenciales de la vanguardia poética argentina de la década del 20, Raúl González Tuñón, piedra angular de la poesía moderna posterior.

Había nacido en Buenos Aires, el 29 de marzo de 1905, y aún no tenía 20 años cuando la prestigiosa revista Caras y Caretas publicó sus primeros poemas. Luego Proa fundada por Jorge Luis Borges en 1922, le hizo un espacio para dar a conocer sus trabajos bautismales.  

En 1924, las plumas más exquisitas (Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Conrado Nalé Roxlo, etc) estaban nucleadas por la pretensiosa revista Martín Fierro, la más snob del momento, y también apareció entre ellos González Tuñón, casi como una oveja negra.

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La oficina de redacción de Martín Fierro estaba en la esquina de Florida y Tucumán y el grupo alternaba la fiebre de los escritorios con la paquetería de la confitería Richmond, -cuando no en el Café Tortoni-, todo un marketing que sumado a sus visibles pretensiones estéticas más formales que de fondo (el arte por el arte, los abalorios literarios, el preciosismo poético), hacían que Martín Fierro estuviera en las antípodas del otro cenáculo literario potente de los locos años 20, el llamado grupo Boedo

No le costó nada ingresar como periodista al diario Crítica, trabajo que terminó de limar su pluma. Allí hacía un mano a mano con Jorge Luis Borges, quien editaba el suplemento cultural junto a Ulyses Petit de Murat"

Este núcleo de los suburbios (se juntaban en el bar El Japonés) había nacido con los “hijos” de la Editorial Claridad (Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta, Roberto Arlt, Nicolás Olivari, Alvaro Yunque, Francisco Luis Bernárdez, etc) y con un denominador literaio común: preferir la contundencia de la narrativa para sus escritos de mayor compromiso con las injusticias sociales. 

Hermano de un periodista consagrado, Enrique González Tuñón, Raúl no tuvo que hacer demasiado para ser aceptado en los cenáculos de los intelectuales más respetados de su tiempo. El resto de sus méritos –aclaremos- terminarían de ser convalidados en vida por sus primeras publicaciones precoces, El violín del diablo (1926) y Miércoles de cenizas (1928), más un frondoso poemario de 25 volúmenes, sumados a unas 8 antologías de insoslayables. 

Ideológicamente por sus venas sólo corría sangre colorada y en sus frecuentes participaciones internacionales a los cónclaves comunistas no ahorraba diatribas contra el capitalismo"

Dicho lo cual, cae de maduro que no le costó nada ingresar como periodista al diario Crítica, trabajo que terminó de limar su pluma y consolidar su formación. Allí hacía un mano a mano con Jorge Luis Borges, quien editaba el suplemento cultural junto a Ulyses Petit de Murat.

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Casi todos coincidieron en que la rivalidad literaria de Florida y Boedo, que de algún modo dejaba “mal parado” a González Tuñón, era tan irreal como divertida (Arlt era el secretario de Ricardo Güiraldes, por ejemplo), pero quienes mordían el anzuelo, veían a González Tuñón como un doble espía o un agente encubierto del Martín Fierro, ya que si bien era claro que donde estuviera Borges él también estaba, ideológicamente por sus venas sólo corría sangre colorada y en sus frecuentes participaciones internacionales a los cónclaves comunistas no ahorraba diatribas contra el capitalismo.

Por lo menos desde 1934, Raúl Gonzalez Tuñón bautizó a su yo literario Juancito Caminador, un argentinismo contra el corazón del famoso whisky escocés. Precoz militante activo, estaba afiliado al Partido Comunista, por si cabe aclararlo.

Veían a Raúl González Tuñón como un doble espía o un agente encubierto del Martín Fierro"

El boedista Nicolás Olivari, por otra parte, no sólo fue uno de sus mayores amigos sino también coautor con González Tuñón de la pieza teatral Dan tres vueltas y luego se van. Sin contar, El descosido La cueva caliente, escritas en soledad.

A Raúl González Tuñón le encantaba viajar y logró ser corresponsal en la Guerra Civil Española, para el diario 'Crítica' "

Con su mix de sensacionalismo, concisión, lunfardo, buenas firmas y mejores plumas, el diario de Natalio Botana terminó de trazar la personalidad literaria de González Tuñón, poeta urbano y voz rioplatense de un país por entonces próspero y con grandes pretensiones, en donde el anarquismo creciente convivía con los hampones, los espectáculos de circo, el tango, las postales de barrio, la melcancolía del puerto, la lucha obrera y la poesía combativa. De todo eso están teñidos sus escritos.

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Con todo, a Raúl González Tuñón le encantaba viajar y logró ser corresponsal en la Guerra Civil Española, para Crítica, desde luego. En Madrid inició su amistad con Federico García Lorca y particularmente con Miguel Hernández, que lo admiraba y se sentía magnetizado por sus versos. En agradecimiento, el poeta argentino le dedicaría una biografía, Miguel Hernández, destino y poesía.

En Madrid inició su amistad con Federico García Lorca y particularmente con Miguel Hernández, que estaba magnetizado por sus versos"

Precisamente en 1936, González Tuñón publicó otro de sus libros esenciales, La rosa blindada, inspirado en la Revolución de Asturias de 1934, tan bien recibido por sus pares que Pablo Neruda, a la sazón también por entonces en España junto a su segunda esposa, la argentina Delia del Carril, dijo que con esos versos, el escritor fue "el primero en blindar la rosa". No eran solamente flores que se tiraban uno al otro, ya que para los vanguardistas españoles, Raúl González Tuñón era parte y protagonista de uno de los ismos que sacudía a la convulsionada Europa del primer cuarto del siglo XX. En España se considera a González Tuñón como uno de “los poetas de la Guerra Civil Española”, a la par que los inigualables Miguel Hernández y García Lorca. 

Cuando en 1935 publicó su poema Las Brigadas del choque, fue condenado a dos años de prisión, pero la medida quedó sin efecto ante la ola de protestas que se levantaron en España, Francia, Argentina y varios países de América. 

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Cuando concluyó su trabajo en España, se fue a Chile y Pablo Neruda lo hospedó en su propia casa, cuando el poeta estaba casado con la argentina Delia del Carril. Juntos fundaron la sede chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. Este vínculo germinó en él algunos escritos sobre los pueblos andinos y los pasiajes patagónicos.

Cuando en 1935 publicó su poema 'Las Brigadas del choque', fue condenado a dos años de prisión, pero la medida quedó sin efecto ante la ola de protestas"

“¿Cómo no iba a gustarme si hablaba del farolito de la calle en que nací, del balcón donde volverían a colgar sus nidos las más oscuras golondrinas, de las Magdalenas imposibles con las que nunca dormiría, de las patadas en la puerta que, a medianoche, me desvelarían? ¿Cómo no iba a amarlo si yo también coleccionaba tarjetas postales y quería viajar y ser feliz y, antes que nadie, sí, que nadie, estuve enamorado de Rosita?”, dijo sobre él Joaquín Sabina.

Cuando concluyó su trabajo en España, se fue a Chile y Pablo Neruda lo hospedó en su propia casa"

Si no se sabe por dónde comenzar a leerlo, habría que comenzar por La calle del agujero en la media (1930). Mientras tanto, aquí van algunos versos dispersos: 


“De pronto entró la Libertad / con una espada en la mano. / Estábamos todos dormidos, / estábamos todos despiertos / y andaban el amor y el odio / más allá de las calaveras. / De pronto entró la Libertad, / no traía nada en la mano. / La Libertad cerró el puño. /¡Ay! Entonces... (De pronto entró la Libertad)


“Te acuerdas de los pequeños deshollinadores oscuros, oscuros
pues hoy los pequeños deshollinadores son hombres maduros
que chillan en las cantinas
escupen polvo en las negras fábricas
y aguardan las putas fugaces
en los baldíos y las esquinas” (Blues de los pequeños deshollinadores)


El dolor mata amigo, la vida es dura
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa,
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura” (Eche veinte centavos en la ranura)


“Una esquina en el barrio, tristona y pintoresca
como un destartalado, gris, espectral telón,
cayendo en un teatro de suburbio sombrío,
cuando todos han muerto, sin el apuntador…” (El cementerio de los tranvías)


“Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Sólo yo voy por ella con mi dolor desnudo,
sólo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir: Yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.” (La calle del agujero en la media)

“Cuando haya que lanzar la pólvora
el hombre lanzará la pólvora.
Cuando haya que lanzar el libro
el hombre lanzará el libro.
De la unión de la pólvora y el libro
puede brotar la rosa más pura.” (La luna con gatillo)

“¡Arriba los pobres del mundo,
de pie los esclavos sin pan!
El viejo canto me reconoce
y yo me voy con mis hermanos.
Son las 3 de la tarde de un 1º de Mayo,
hoy cumple años nuestro viejo dolor.
No, hoy no es un día de fiesta,
pero hemos aprendido a cantar,
y después de los cantos vendrán las balas.” (Las brigadas de choque)