CULTURA
crítica

Poshumanismo flagrante

Parente ensaya una filosofía materialista de los ecosistemas técnicos, donde “materialista” se refiere no tanto a una ontología como al método, a un modo de observación que busca iluminar los medios materiales y sus propiedades, las infraestructuras y las “cajas negras” de los dispositivos tecnológicos.

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Doctor en Filosofía, investigador del Conicet y profesor en la Universidad Nacional de Mar del Plata, Diego Parente ha publicado, aparte de colaborar con libros colectivos y revistas, Del órgano al artefacto. Acerca de la dimensión biocultural de la técnica (2010), La naturaleza de los artefactos. Intenciones y funciones en la cultura material (2015) y Artefactos, cuerpo y ambiente. Exploraciones sobre filosofía de la técnica (2016). También ha coordinado la obra colectiva Glosario de filosofía de la técnica, publicada en 2022. Con este nuevo volumen, cuyo título trastoca o altera Cómo hacer cosas con palabras (1962), de John Langshaw Austin, uno de los principales aportes al “giro lingüístico” de la filosofía en las últimas décadas del siglo pasado, Parente avanza en un concepto –apenas sugerido, en retrospectiva, en Del órgano al artefacto, más bien una larga reyerta con la concepción protésica de la técnica– que quizá era ineludible: una filosofía materialista de los sistemas técnicos y tecnológicos. Mejor dicho, socio-material o ecológico-material.

Porque, en suma, para esta tarea filosófica, que lo pone en tensión con buena parte de la filosofía de la técnica de los siglos XX y XXI, Parente importa a la disciplina –la suya– una serie de nociones y categorías, de enfoques y modelos de análisis que provienen de un campo más o menos extranjero, la denominada filosofía de la cultura material. Esto, ante todo, en la medida en que le sirve para descentralizar el foco circunscripto al artefacto o la máquina como unidades aisladas, diseñadas y producidas para realizar cierta función (“antropométrica”), y redirigirlo, no sin crujidos, hacia dimensiones sociales o ecologizadas, reticulares o infraestructurales, en el sentido de indagar en los materiales, en los funcionamientos (no las funciones), en los ensambles y acoplamientos, en las relaciones que mantienen entre sí los mismos objetos técnicos. En síntesis, el pensamiento de Parente se proyecta, bajo el Antropoceno, en una filosofía de la técnica no antropocentrada, acaso no antropomórfica –no está claro–, que se concentra en la hibridación de lo artificial y lo humano con el entorno ambiental, los componentes materiales y la cultura material.

Más precisamente, Parente ensaya una filosofía materialista de los ecosistemas técnicos, donde “materialista” se refiere no tanto a una ontología como al método, a un modo de observación que busca iluminar los medios materiales y sus propiedades, las infraestructuras y las “cajas negras” de los dispositivos tecnológicos, sus imbricaciones objetivas y su organicidad, y no para qué se emplean o cuál es su significado. El título del libro revela la filosofía de la técnica contra la que Parente piensa de modo frontal y explícito, es decir, lo que califica de “textualismo” o “logocentrismo”, en cuanto solo estudia el modo de existencia de los objetos técnicos (recordando a Simondon, filósofo de cabecera de Parente), como símbolos, significantes, discursos desmaterializados. Con todo ello, Cómo hacer cosas sin palabras hace algo, no obstante, con palabras: se desliza hacia el poshumanismo más flagrante.

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Cómo hacer cosas sin palabras

Autor: Diego Parente

Género: ensayo

Otras obras del autor: Artefactos, cuerpo y ambiente; La naturaleza de los artefactos

Editorial: La Cebra, $ 22.500

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