CULTURA
crítica

¿Poética o infalible?

Juan José Saer manifiesta su preferencia por la biografía de Stanislaus Joyce sobre su hermano, basada únicamente en el recuerdo, contra la archivística y monumental elaborada por Richard Elmann.

12_01_2025_nova_avaro_cedoc_g
| cedoc

En su libro sobre Evaristo Carriego, Borges escribe una frase una y otra vez citada: “Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que sólo pertenecieron a un tercero es una paradoja evidente”. Con cabal exactitud, el autor de El Aleph procura desestabilizar el concepto de biografía, volverlo extraño, de la misma manera que, al hablar de Carriego, simultáneamente está sentando las bases de su propia literatura y de su canon personal. La concepción de la biografía como una tarea paradójica, contradictoria, imaginativa e incluso poética es la que alienta y sostiene la escritura de El hombre que vio al oso, de Nora Avaro. A su vez, esta publicación debe enmarcarse dentro de una notable y sostenida producción de ensayos críticos con sede en Rosario, de la mano de docentes e investigadores como Alberto Giordano, Martín Prieto, Judith Podlubne, Analía Capdevila y Julia Musitano, entre otros.

Los ensayos que componen el libro de Avaro están muy lejos de la producción académica burocrática, automatizada y con pretensiones de neutralidad, de ese aniquilador sistemático del entusiasmo que se ha dado en llamar paper. Por el contrario, lo que hay es una lectura fervorosa de autores como Borges, Carlos Mastronardi, Juan José Saer, Arnaldo Calveyra, Adolfo Prieto u Oscar Masotta, sólo por citar algunos. Avaro escribe sus lecturas, en el sentido que Roland Barthes le asigna a la tarea del crítico literario, y lo hace con un estilo propio, original y no por ello menos riguroso.

¿Cómo narrar una vida?, ¿cuánto dura una vida expresada en páginas?, ¿qué hacer con los hechos no documentados en los archivos? Estos son algunos de los interrogantes que atraviesan el libro.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Avaro traza relaciones, encuentra vínculos: ahí están las Vidas imaginarias, de Marcel Schwob, signadas por la brevedad, como las biografías antojadizas de Borges en Historia universal de la infamia; allí la afirmación de Saer (“nunca sabremos cómo fue Joyce”), que manifiesta su preferencia por la biografía de Stanislaus Joyce sobre su hermano, basada únicamente en el recuerdo, contra la archivística y monumental elaborada por Richard Elmann. Saer prefiere que la biografía sea “poética antes que infalible”.

Trasladando este precepto, y bajo el recurso de la imaginación biográfica, Avaro interroga la figura de Mastronardi en su encuentro con otro poeta, Arnaldo Calveyra: “No sé, no puedo saber de qué hablaron”. Y luego: “No sé, no puedo saber, si Calveyra le pidió […] que sea su maestro, pero, de ahí en más, desde ese jueves de julio en adelante, así lo iría a considerar”. En el no saber también hay una clave que, lejos de desbaratar la pretensión de narrar una vida, le abre la puerta a la ficción, con sus figuras retóricas, sus artificios y sus construcciones de sentido.

Se trata de otro régimen de verosimilitud, acaso más rico y más complejo. Quizás para acceder a una vida haya que partir de la frase del propio Mastronardi en su libro Memorias de un provinciano: “Aquí no hay nadie”.

 

El hombre que vio al oso

Autora: Nora Avaro

Género: ensayo

Otras obras del autor: En La Salada 1969-1974; La enumeración: Narradores, poetas, diaristas y autobiógrafos  

Editorial: Nube Negra/Bulk, $ 17.000