Parte de la historia del arte del siglo XX se perdió en los incendios de Los Ángeles, Estados Unidos, donde el fuego avanzó sin piedad. Según los últimos registros ya son 30 las obras de Andy Warhol que se redujeron a cenizas, junto con otras de otros autores como Keith Haring o Damien Hirst, pertenecientes a un galerista.
Según la agencia EFE las aseguradoras temen que las pérdidas de patrimonio cultural sean una de las más graves de la historia de Estados Unidos.
El galerista Ron Rivlin, que tiene una galería de arte en Los Ángeles, reveló al New York Times que de su casa de Pacific Palisades no quedó nada y que allí había cerca de 200 obras de arte, aproximadamente 30 piezas de Andy Warhol y docenas de otros artistas contemporáneos como Keith Haring, Damien Hirst, John Baldessari y Kenny Scharf.
Según detalló, entre las obras perdidas se encuentran un grabado de Warhol de la reina Isabel II, varias piezas de las icónicas latas de sopa Campbell y otras piezas similares de Superman, Mickey Mouse y Howdy Doody. El galerista aseguró que sus pérdidas ascienden a varios millones de dólares.
La Villa Getty a salvo
Por ahora, la Villa Getty, que resguarda numerosas obras y se encuentra ubicada en la zona afectada por los incendios, se mantiene a salvo gracias a su sistema de riego ideado para frenar el fuego. Esta iniciativa se puso en marcha el pasado 8 de enero cuando comenzó a quemarse su jardín, por lo que el edificio no se ha visto afectado.
Pérdida de archivo literario y de música
El New York Times también informó que se estima que cerca de 100.000 partituras del compositor Arnold Schoenberg se perdieron, ya que sus herederos atesoraban y gestionaban el legado a través de una editorial ubicada en Palisades.
También el archivo personal y la biblioteca del editor literario y crítico de arte Gary Indiana, que contaba con numerosas piezas únicas, quedó destruido en el incendio. El escritor Colm Tóibín contó al London Review of Books que él vive en Highland Park, cerca de Pasadena, un área limítrofe con Altadena, donde se iba a ubicar el legado de Gary Indiana -fallecido en octubre en Nueva York y que precisamente llegó a Altadena un día antes de que comenzara el incendio.
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“El martes, cuando la biblioteca de Gary Indiana llegó a Los Ángeles, descansó un rato en la casa designada en Altadena. Pero fue el día equivocado. Si ellos (las ediciones firmadas, los libros de arte raros, los libros extraños, los libros que Gary atesoraba) hubieran llegado un día después, no habría habido una dirección donde entregarlos, por lo que se habrían salvado. Pero aquel martes, por desgracia, todavía quedaba una dirección”, lamentó el escritor en su relato.
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