La escritura de Leopoldo Brizuela enhebra silencios mientras hibrida géneros. Y se alimenta de su pasión ensayística escudriñando la identidad propia y colectiva. Las voces bárbaras es una compilación de ensayos inéditos construida en el borde de la crónica periodística, la biografía experimental y la autoficción. Y que reflexiona con apellidos sobre la masa sonora, esa “voz que sabía más que ella misma”, ese bajo continuo rebelde que canta los andares y pesares de los pueblos.
Tempranamente, el escritor platense se ocupó de investigar las raíces de la música popular y, a fines de los 80, ya había colaborado con Leda Valladares y Gerónima Sequeida. Más asociado a la novelística, el periodismo cultural, la traducción y la docencia, el curso natural del gesto ensayístico de Brizuela aún no estaba publicado. Atesorado en su archivo personal, custodiado por Guido Herzovich desde el fallecimiento, en 2019, esperan más proyectos celosamente ordenados como estas voces bárbaras que van desde Rosita Quiroga a su adorada Natalia Ginzburg, y otras menos esperables en el autor de la poliédrica Ensenada. Una memoria, como José Saramago y Antoine de Saint-Exupéry.
“¿Quién es ese?, le pregunta una enfermera señalando entre sus papeles el dibujo de un niño rubio de bufanda. Saint-Exupéry se encoge de hombros: es un hombrecito que viene saliéndole de adentro, sin querer, desde hace años, cada vez que toma un lápiz y se distrae. Hubiera querido seguir dibujándolo así, eternamente: pero el deber lo llama”, recrea la imagen generadora del francés de El principito, a meses de perderse en 1944 en “las estrellas –que– se ríen”. Son imágenes que sostienen la arquitectura de estos textos como en la buhardilla de la casa en Lanzarote del Premio Nobel portugués. “El habla campesina perdura en la obra de Saramago”, acota Brizuela a contramano del canon. “O en el recuerdo vívido de Niní Marshall de una desastrosa presentación en una cárcel de mujeres peruana, que muchos lectores suyos encontrarán de afinidad con la premiada”, de 1999.
Las premisas en la selección de los bárbaros son parecidas a las que uno pesquisa en el motor narrativo brizueliano: que para ser contado se precisa ser o haber sido víctima. Que no significa resignación sino, en la semblanza de Idea Vilariño, “en esos momentos tan suyos de furia con el universo, sigue adhiriendo el mismo concepto de la solidaridad humana, ‘porque es lo que hay que hacer’ –repetía la poeta uruguaya–, porque es la única forma de vida digna sobre este mundo, aunque el mismo mundo se oponga”, remata Brizuela, quien fue activo militante por los derechos humanos.
Brizuela ha sido de los pocos estilistas de la literatura argentina del cruce de milenios, más Gallardo y Moura que Puig y Calamaro, más preocupado por las condiciones y formas de producir literatura que por la moda literaria yoica. Ese anacronismo es aquel borgeano de “volver a contar el malón para refrescar la memoria”, y donde, como escribió en Lisboa. Un melodrama, “no hay eternidad, donde siempre hay futuro, donde ya no hay secreto”.
Las voces bárbaras
Autor: Leopoldo Brizuela
Género: ensayo
Otra obra del autor: Diario del abandono; Una misma noche; El placer de la cautiva; Inglaterra. Una fábula; Tejiendo agua; Los que llegamos más lejos; Ensenada. Una memoria; Fado; Lisboa. Un melodrama
Editorial: Ediciones Bonaerenses, descarga gratuita de https://edicionesbonaerenses.sg.gba.gob.ar/