CULTURA
Osvaldo Bayer, eterno

“La Historia tiene que estar dirigida por la Ética. Si no, no hay futuro”

Esta semana, el historiador y escritor argentino Osvaldo Bayer (1927-2018) se vio envuelto en un escándalo al derribarse, por parte de Vialidad Nacional, un monumento que lo homenajeaba, emplazado el 24 de marzo de 2023 en Río Gallegos. Pese a que figuras cercanas al Gobierno celebraron el episodio, el rechazo generalizado provocó que el organismo finalmente entregara a la Comisión por la Memoria el momumento, que será restaurado.

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Claves. El primer tomo del libro que tesmonia la represión y el asesinato de los huelguistas en Santa Cruz. Abajo: un fotograma del film de Héctor Olivera La Patagonia rebelde, y el monumento derribado. | cedoc

Comenzamos citando un artículo sobre La Patagonia rebelde de Osvaldo Bayer (1927-2018), publicado originalmente por Editorial Galerna en 1974. Con el título Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde. La escritura de la memoria, se publicó en Revista Interamericana de Bibliografía, Nº 2 (1998), y en él la doctora en Letras por la Universidad Nacional de Tucumán, Rossana Nofal, realiza una atinente comparación:

“El relato maestro sobre el que se inscribe la interpretación de la escritura de Bayer es el Martín Fierro de José Hernández. El texto primitivo de la gauchesca se entiende como una experiencia de la cultura argentina; la escritura de Bayer está presa en el intersticio entre el texto primero y su interpretación. Bayer habla a partir de una escritura que forma parte del mundo, es un comentario sobre la parte enigmática, murmurada, que se esconde. Se propone restituir una verdad perdida, tapada. “Esta es la verdad: el robo, la sevicia, el asesinato de auténticos trabajadores de campo”.

“En La ida de Martín Fierro, las autobiografías de Fierro y Cruz son relatos violentamente antijurídicos. Hernández escribe contra la ley de levas que se aplicaba en el campo a los propietarios y no en la ciudad. Como lo señala Josefina Ludmer, es “ley que desmentía la igualdad ante la ley y que también quitaba mano de obra a los hacendados”. “La escritura de Hernández es antimilitar: es el pasaje por el ejército el que despoja a Martín Fierro y lo transforma en gaucho malo; es el comandante del ejército el que le quita a Cruz la mujer”.

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“La escritura de Bayer comparte con la de Hernández el antimilitarismo y la denuncia de la desigualdad ante la ley. Al tomar su voz, Bayer busca rastrear las huellas de un relato oculto e ininterrumpido sobre la violencia”.

En el prólogo titulado Comenzar el debate histórico sobre nuestra violencia, del libro Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio de los Pueblos Originarios (publicado por Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina), en el que participan varios autores bajo la dirección de Osvaldo Bayer, este escribe: “Por su parte, el escritor Félix Luna ha escrito en Debates, el diario de Morón: ‘Roca encarnó el progreso, insertó Argentina en el mundo: me puse en su piel (el libro de Luna se llama Soy Roca) para entender lo que implicaba exterminar unos pocos cientos de indios para poder gobernar. Hay que considerar el contexto de aquella época en que se vivía una atmósfera darwinista que marcaba la supervivencia del más fuerte y la superioridad de la raza blanca. Con errores, con abusos, con costos, hizo la Argentina que hoy disfrutamos: los parques, los edificios, el palacio de Obras Sanitarias, el de Tribunales, la Casa de Gobierno’”.

“Parece ser que –para Félix Luna– tanto Aristóbulo del Valle como Darwin estaban ya ‘fuera de contexto’ porque vivieron esa época. Con el argumento de Luna, e imitando sus argumentos, podríamos justificar hasta a Hitler, y decir «si bien exterminó unos pocos millones de judíos, predicó la supervivencia del más fuerte y la superioridad de la raza aria; con errores, con abusos... hizo la Alemania del auto popular (el Volkswagen) y de las primeras autopistas’. Tal cual”.

“La Historia tiene que estar dirigida por la Ética. Si no, no hay futuro para la humanidad.”

En los considerandos de su proyecto de ley con respecto al traslado de la estatua ecuestre del general Julio Argentino Roca publicado en el libro citado, Bayer agrega: “La Sociedad Rural, hoy aún todopoderosa organización de terratenientes, se dirigió ya en 1870 al gobierno instando a una más severa represión de los “indios salvajes”. Encabezaban esa lista el estanciero José Martínez de Hoz y le siguen apellidos que hoy continúan perteneciendo a la élite de latifundistas: Amadeo, Leloir, Temperley, Atucha, Ramos Mejía, Llavallol, Unzué, Miguens, Terrero, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar, Real de Azúa”.

“Desde el puerto, los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional, que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.

“Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron las cadenas”, prorrumpieron en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.

Hasta aquí, una muestra mínima, o subrayado tímido, sobre la obra de Osvaldo Bayer, a los efectos de resaltar su dimensión histórica e importancia intelectual, también crítica. La noticia, motivo de esta página, es que el monumento en honor al escritor situado en Santa Cruz fue derrumbado esta semana por empleados de Vialidad Nacional. Ante la indignación generalizada, la obra del escultor Miguel Jerónimo Villalba será restituida por el organismo para que se la restaure y vuelva a ubicar en la zona.

Pero el gesto simbólico, represivo, ya tuvo lugar. ¿Alguien se siente ofendido por los párrafos anteriores? Qué pena, porque lo que no pueden evitar es que los libros de Bayer sean leídos, de aquí a lo que queda de historia argentina.

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