CULTURA
crítica

Guiño de época

03_11_2024_estudio_gallo_cedoc_g
| cedoc

Hasta hace muy poco sabíamos casi nada de Juan González del Solar, o menos de lo debido. Conocíamos su desempeño como editor para el sello Lengua de Trapo en un período de su vida que vivió en España, leímos reseñas y artículos suyos y oímos apenas más, siempre que viniera de alguno de los círculos que conforman los escritores y no el público en general. 

En 2022, el ritmo cambia, publica en Mansalva Tomas familiares, un libro cuyo principal hallazgo radica en la forma en que lleva y trae resonancias infantiles al tamiz de la percepción adulta en una tensión que verifica la vivacidad de los fantasmas. Casi enseguida llega su segundo libro, que no es técnicamente su segundo sino uno anterior que esperó manso su momento.

Estudio para un gallo, en consecuencia, habla de un presente que tiene veinte años de edad (el autor concluyó su primera versión en 2005). El mundo sigue siendo el mismo. La gente tiene celular, por ejemplo, pero todavía no vive pegada a la pantalla. La historia, o las historias que nos cuenta se inscriben en esa tradición que rápidamente podría definirse como realismo. Es decir, a sus personajes les pasa lo que a todos. Pero es interesante detenernos en una diferencia: ese mundo que ya no está, tenía una particular devoción por pensar el sentido en torno al vínculo. O al menos cuando uno lee la novela –dependiendo de la edad del lector, claro–, no puede no instalar un sistema de creencias basado en el encuentro desde el afecto o en la falta de él. Definitivamente el mundo ya no es tal, se pulverizó. La gente antes fantaseaba, pensaba y se autonarraba más… miraba menos el espejo del otro. Era un mundo sórdido como éste, claro, pero más interior. 

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Juan González del Solar se coloca en esa interioridad. Cosa natural para el autor, ya no es nadie. O es la palabra que llega de uno a otro, su malentendido también. Quizá su forma de permanecer en un relato coral, en el que el yo tiene un lugar secundario, es en la confección de una prosa ajustada a lo que narra, pero con un plus de disfrute personal que hace el tono llevadero y delicado.

Hoy podríamos equiparar el multiverso propuesto en la estructura del relato como un guiño de época: este mundo en que somos todos todo el tiempo. Pero no es el mundo Juan González del Solar o de Estudio para un gallo, al menos. En ese mundo a cada quien le llega el turno, y puntualmente en un consultorio médico. En una sala de espera se juega el borde entre la salud y la enfermedad y se proyectan líneas de fuga, confluyen sensibilidades e ideas de sí bastante perdidas. O esas preguntas que nos pierden. Ya no quién soy o qué quiero, sino ¿quién soy yo en un vínculo? O peor, ¿qué es de mí en él? 

Antes de hacer un referencia a la obra –compuesta en principio por estos dos libros– cabría reparar en que la carrera como escritor de Juan González del Solar no solo se puso en movimiento sino que lo hizo a buen ritmo. 

Más allá de la sensibilidad de la obra, se distingue inteligencia en la apuesta editorial. Este pasado no tan viejo o presente apenas lejano nos permite extraer –nachträglich diría Freud, de manera retroactiva– una dimensión, cierta velocidad calculable en la transformación de las cosas. Y eso no era una propuesta del libro sino el resultado de publicarlo ahora. El péndulo entre lo que permanece o sobrevive y lo que se pierde.

 

Estudio para un gallo

Autor: Juan González del Solar

Género: novela

Otras obras del autor: Tomas familiares

Editorial: Híbrida, $ 24 mil