La Feria del Libro de Buenos Aires inauguró su 49° edición este 24 de abril y se extenderá hasta el 16 de mayo. Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la Nación, se presentó este jueves en la ceremonia inaugural y recibió un fuerte cuestionamiento por gran parte de los asistentes, incluyendo un grupo de escritores que lo confrontó con la imagen icónica de Osvaldo Bayer.
El funcionario comenzó su discurso asegurando que se “abre una etapa renovada, necesaria y profundamente valiosa”, para luego agregar que “la política partidaria no debe intervenir en la cultura y mucho menos debe ser el motivo de gastos innecesarios”. Sus palabras provocaron abucheos de una gran parte del público, a lo que el orador recriminó: “¿Lo sacaron ustedes al cepo o lo sacó Milei?”.
Luego afirmó que “esto nos abre las puertas a una nueva era de libertad, de crecimiento real y de confianza en el futuro. Pero no olvidemos que Argentina aún sufre las consecuencias de una economía mal administrada y que más del 30% de nuestro país no puede acceder a la lectura como pasatiempo”.
Cifelli agregó que “en el año de la reconstrucción de la Argentina, les pido que hagamos entre todos que leer no sea un privilegio de pocos”, remarcando la presencia del Gobierno nacional con un stand en la Feria y la inversión para mantener activo el programa de compras de libros para las bibliotecas populares.
Pero las confrontaciones no finalizaron en el discurso. Durante el corte de cinta con el que formalmente se inaugura la Feria del Libro todos los años, del que participó el secretario de Cultura, un grupo de escritores encabezó una protesta, sosteniendo en alto carteles con la cara de Osvaldo Bayer —el historiador y periodista cuyo monumento en Santa Cruz fue demolido por Vialidad Nacional a principios de marzo de 2025) y una de sus citas más famosas: “Hay que esclarecer nuestro pasado para que nunca se repita”.
Entre los autores que participaron de la protesta estaban grandes nombres de la literatura argentina como Claudia Piñeiro, Sergio Olguín, Selva Almada y Guillermo Martínez.

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El exdirector de la Biblioteca Nacional reconoció: "Uno se dirige a todos. Los estimados congéneres de 'la' Lange, hoy público en general y espectadores ocasionales, incluyen —borroneados, entreverados— a los genéricos argentinos, compañeros, correligionarios, camaradas, compatriotas, ciudadanos, ocasionales porteños, hombres y mujeres de la patria, trabajadores, hermanos, amigos y todas las variables de la cofradía según uso y costumbre histórica de cada uno".
"Uno, en cambio, no se dirige a estos todos presentes en tanto clientes, socios, cómplices, copropietarios, usuarios, modernos cabanos, inversores, seguidores de pantalla, apostadores, trolls y todas las variables de la enfermedad utilitaria. Náufragos y sobrevivientes sí, competidores seriales y expertos en liderazgo, no", aclaró.
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"Así que sólo es cuestión de prepararse para combatir igual. Porque la esperanza es lo único que no se negocia. Aunque sea —como le gustaría a Camus— por el absurdo, para hacerle honor a las enseñanzas prácticas de la desratizada Orán. Seguro que se puede desratizar", insinuó.
Y explicó: "Así, uno se ve tentado a volver sobre viejos tópicos, tristes tópicos que se reiteran en el tiempo y la historia compartida: cuidado con los que no tienen sentido del humor (negro, tonto, absurdo o de equívoco salón, como éste) suelen carecer también del sentido de la historia y de la perspectiva del juicio, usos y costumbres, plasticidad, esa cintura cultural requerida por y para la convivencia".
HM/ML