CULTURA
crítica

Este es el camino

El narrador es un puente entre las perspectivas de Sin Aliento y Muchos, quienes llevan la épica de resistencia delante, pero a la vez incorpora las voces de los poderosos, encarnados en los magos maestros y los gobernantes de la totalitaria Zona.

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Los invisibles. | cedoc

“El perfecto espacio verde del futuro” cierra de los mejores cuentos de Margaret Atwood, “Chicas bailarinas”. Un jauja de mescolanzas de magias donde las “alambradas habían desaparecido”. Aquel espacio liberador a través del Gran Refugio que lleva a la Casa Redonda, en el Camino al Sur, aquí la fábula distópica de Márgara Averbach en Los invisibles. Afuera cabalga derribando Fabricaciones y Calles Torcidas, sitios de explotación y exterminio, del cual intenta sobrevivir un pueblo sin nombre, recatado e invisivibilizado. El pueblo soñado de la autora argentina que anhela volver a Tierra Madre con las mareas de Las Bandadas. 

La enumeración precedente no es ociosa en esta bildungsroman que fluye en la descripción de cronotopos cargados de símbolos. Tal Averbach como había pergeniado la Crisis, su zona en las anteriores narraciones de Los dos ombúes y La charla, en esta novela dividida en cinco partes, una suerte de Rosa de la Vientos que apunta inevitable al Sur, la Revuelta es la memoria que quiere ser borrada y, sin embargo, vuelve en Sin Aliento y sus hermanas sometidas, y en Muchos, antes un ciudadano destinado a las grandezas, detrás de la murallas del Gobierno. “Las Revueltas fueron un negarse. Un no. No a los magos, no a los talleres, no al Pacto. Y entonces, vino la muerte”, sale sangre en las rondas de las mujeres que llevan la esperanza de los invisibles cuando las “magias se mezclan” y donde “se cruzan las raíces”.

Acá el narrador es un puente entre las perspectivas de Sin Aliento y Muchos, quienes llevan la épica de resistencia delante, pero a la vez incorpora las voces de los poderosos, encarnados en los magos maestros y los gobernantes de la totalitaria Zona. La autora de libros para adultos y jóvenes, premiada con tres premios Alija, entreteje rutas de los personajes con un destino común, en tiempo presente a pesar de ubicar generalmente sus historias sin mayores clivajes, de la manera que ya había sido reconocida en el Premio Biblioteca Nacional de Novela en 2007 con la mejor lograda Una cuadra. Y si en aquella narración condensaba la utopía de la comunidad organizada, “que siempre había sido parte de la magia”; en “Los invisibles” se adentra en insondables magias que una niña/mujer rebelde deberá re-conocer, empezando por un lenguaje, plagado de silencios de matanzas y alas quebradas.  Sin embargo la elegida se queda en la orilla, “pensó en buscarlos, en entenderlos mejor, pero se arrepintió enseguida. Mejor no saber, no por ahora. Tal vez pudiera volver en los sueños de la magia más adelante”. “Tenemos así que empezar de nuevo”, se resignan en casa amiga, al fin de la travesía de Averbach. 

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Adorno comentaba en Brave New World de Aldous Huxley, “una fantasía rudimentaria” decía el filósofo alemán, novela paridora de las distopías corrientes del presente como ésta de Márgara Averbach, “lo que hay que reprochar es que no asuma, además en la reflexión del momento, de una praxis capaz de reventar el infame continúo”. Y que no se transforme en otro cuento de la criada.

 

Los invisibles

Autora: Márgara Averbach

Género: novela

Otras obras de la autora: Una cuadra; Los que volvieron; Guitarras; Magias ajenas; Mirar de cerca; Los dos ombúes; El año de la vaca; El otro lado de la grieta; La madre de todas las aguas; Ramos generales; Los dinosaurios son pura historia; La charla

Editorial: La Flor Azul, $ 19 mil