CULTURA
opinión

Estados de armonía

Este adelantado crítico de la cultura new age sostiene que encontrar “la casa dentro de mí” no sería de autismo irresponsable sino que, además de dejar entrar “la luz”, la “irradiaríamos” a un nuevo orden de amor-compasión.

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Vivimos tiempos apocalípticos y en cuentas regresivas. Momentos de incertidumbre por la ausencia de futuros más pensamientos catastróficos del planeta que parece morir de antropoceno. Juan Carlos Kreimer invierte la taba y clama el ser especie. En Para qué pasamos por la Tierra resignifica lo apocalíptico del hoy como revelación y descubrimiento del adentro del afuera que nos promete “enraizada esperanza humanista”. Una nueva mirada centrada en tomar conciencia, un trabajo del sí, de que somos parte del universo. Uno mismo.

Figura de la contracultura de los últimos cincuenta años, Kreimer ha braceado en diferentes corrientes, desde aquellos seminales Agarrate!!! de 1970 y Punk: la muerte joven e historias paralelas de 1977, clásicos del periodismo cultural, y en otros cauces de “transición planetaria”, punta de lanza de las diversos enfoques holísticos de la subjetividad que cuajarían en revistas, o en los libros del éxito de Bici Zen (2013), editado en diez países. Incansable viajero astral y terrenal, este libro y el anterior –El artista como buscador espiritual (2022)– conformarán una trilogía que el autor considera “el punk del siglo XXI”. Y que recorrerían el sendero de que “una persona espiritual no es alguien que se la pasa planeando como un cóndor en las valles de sus ensoñaciones, sino un activista de los comportamientos correctos y la sinceridad, en especial consigo mismo”. Tarea que emprende Kreimer con un vórtice de enseñanzas que entremezclan filosofías, terapias y propias experiencias para despabilar la “carta que traemos en el corazón”, un instrumento pulsado en la energía de nuestra suerte cósmica.

“Amar y vincular”, “Despertar en la conciencia” o “Creer en el misterio” son los capítulos que condensan algunas disquisiciones que abstraen yoes y hegemonías y que pueden resonar, justamente dice Kreimer, un “optimismo idiota”. Se hace muy difícil “vibrar alto” si el mundo se cae a pedazos en matanzas y ecocidios. Sin embargo, este adelantado crítico de la cultura new age sostiene que encontrar “la casa dentro de mí” no sería de autismo irresponsable sino que, además de dejar entrar “la luz”, la “irradiaríamos” a un nuevo orden de amor-compasión. En el fondo este periodista, editor y escritor transpersonal, que constela caminos de autoconocimiento en cada proyecto, invoca una nueva voz que sea especie, con palabras que no vienen de ningún lado. Algo donde la conciencia individual capte desenganchada las diferencias que hacen el mundo exterior y mapee una desalienada capacidad de transformar la realidad.

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“Y lo que llamamos ‘sentido de la vida’ sea entregarnos a una coherencia entre esa transformación y el modo como la expresamos... en una sintonía biológica con la frecuencia energética del universo”. Su compañero de andanzas, el periodista y poeta Miguel Grinberg, citaba frecuentemente al holandés Cees Nooteboom, “señora, la batalla está perdida, nos hemos refugiado en el interior, un país de colinas de piedra que no nos protegen, hasta los árboles están aquí torturados y no hay que pensar en el consuelo de la luna”. Juan Carlos Kreimer sintoniza el dial hacia el canto de armonía a despertar en cada individuo.

Para qué pasamos por la Tierra. Mapas para buscarle sentido a la vida

Autor: Juan Carlos Kreimer

Género: ensayo

Otros libros del autor: Búzios era un hospital de tránsito; Bici zen

Editorial: Ediciones La Llave. $ 24.900

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