CULTURA
crítica

El tiempo y la historia

Todo sucede, por obra de un accidente o de un milagro (tal vez lo mismo), como si el mundo hubiera estallado hace mucho y solo quedara de él restos inconsistentes, frágiles y ambiguos, una sensación de dolor y de tragedia insensata.

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“Las amixas posmodernas/ neoturras pueden podemos podrán/ re del neoperreo estamos re del neomuac”: este verso del segundo libro de poemas de Ana Guebel (2002), luego de Más lindo que mentir, joven poeta de gran intensidad, da alguna idea (apenas) de un estilo visceral, jubiloso, transgresor, delirante, enrarecido y, muchas veces, en absoluto deslumbrante. Aquí el yo lírico, además, como en un cosplay desaforado y errático, asume diversos personajes difusos, dialoga con fantasmas, se confunde con lugares y objetos, se desdobla, se enrolla en sí mismo, se despliega a través de playas, mansiones, calles, bares, dormitorios, fiestas locas o muy locas. En gran medida, una y otra vez, se pone en juego el principio de identidad de los sujetos y de los objetos, de la vigilia y de los sueños, de la sexualidad y de los cuerpos, de los sonidos y de las palabras, de lo real mismo. Todo sucede, por obra de un accidente o de un milagro (tal vez lo mismo), como si el mundo hubiera estallado hace mucho y solo quedara de él restos inconsistentes, frágiles y ambiguos, una sensación de dolor y de tragedia insensata.

El yo lírico de Guebel, al igual que las partes del libro (“Accidente” y “Milagro”), se constituye en una tensión exasperada y melancólica entre la libertad y el destino, entre el sí mismo y los otros, entre el ser y el no-ser, entre preguntas y respuestas desechadas. Emerge, por lo tanto, en los poemas –algunos de los cuales mezclan la risa y las lágrimas sin distinción posible–, una sensibilidad abismada, desgarrada, hecha de suspiros, onomatopeyas, celebraciones, decepciones, duelos, neologismos, chistes, euforias, olores, amaneceres, visiones. Estas últimas, en general, reflejan ciertos escenarios donde falta algo (por ejemplo, el arte: “En cada museo me termina gustando más/ el texto curatorial que la muestra”) que debería estar, algo que se ha olvidado o que se ha consumido, la belleza del mundo o el aire, un espejo fidedigno o la verdad, el amor o la certidumbre, Dios o el diablo. A la vez, en simetría, sobran palabras, ideas, drogas disociativas, mentiras, sexo, olores nauseabundos, duplicidades.

Si se busca una clave hermenéutica de estos poemas avant-garde de Guebel, por supuesto, la más evidente sería “la época”, respecto de lo cual, incluso, la autora no es del todo inocente. El tiempo y la historia traspasan, en especial en los segmentos reflexivos de la obra, el paisaje kafkiano de la ciudad y sus aromas pútridos, los rave de música electrónica, las frases hechas, el cinismo, la posverdad, las redes sociales, los disfraces de cosplay la decadente atmósfera posindustrial. En ese sentido, la crisis contemporánea de horizontes, por decir lo menos, trabajan en lo hondo de esta poética, en su reyerta con las palabras, con el orden y el desorden posmoderno, con todo aquello que falta y con lo que sobra en demasía, con la vida y la muerte.

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Por eso, en cierto modo, es la poesía de un mundo histórico en el cual, ante la impotencia generalizada para evitarlo, se ha ensombrecido el resplandor de la existencia.

Accidente y milagro

Autora: Ana Guebel

Género: poesía

Otras obras de la autora: Más lindo que mentir

Editorial: Simetría Doméstica, $ 25.000

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