CULTURA
crítica

El antes y el después

A través del acercamiento a la etimología de las palabras, la desidealización, el detalle de acontecimientos mínimos, cotidianos, con una exposición ordenada y lineal, la prosa de Urrutibehety logra transmutar su material en materia poética.

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¿Qué hace de Monstruos, de Gabriela Urrutibehety, una invitación a pensar el escenario actual? El libro narra el juicio a un grupo de jóvenes que, en una riña nocturna, a la salida de un boliche en Villa Gesell, embosca a un chico, lo derriba y lo mata a patadas. El hecho, que alcanzó enorme repercusión, fue conocido como el juicio de los rugbiers o juicio por la muerte de Fernando Báez Sosa, y “las denominaciones no son inocentes”, afirma la voz narradora, “una periodista de pueblo”, como se llama a sí misma.

La historia, situada en el edificio de Tribunales de Dolores, se entreteje con las reflexiones de la periodista, quien, cansada de trabajar para medios gráficos, se cuestiona su oficio. Testigo de la decadencia del papel frente a nuevas formas de difusión y registro, de la mano de las innovaciones tecnológicas, es consciente de la necesidad de la máquina mediática de alimentarse de “monstruos”.

La crónica transcurre en los meses de verano. Las notas posibles –reportes del clima, el tránsito, la cantidad de veraneantes– se repiten año a año y la periodista lo sabe. Salvo cuando sucede algo como el crimen de José Luis Cabezas, asesinado por tomarle una foto al empresario Alfredo Yabrán.

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La propia narradora confiesa el alivio que le dio entonces la aparición de una noticia de ese tenor. Es que ella también va detrás de la primicia que sacude, despierta el morbo; no se salva y es un mérito del texto, al que suma la asepsia de las propias emociones frente al caso.

A través del acercamiento a la etimología de las palabras, la desidealización, el detalle de acontecimientos mínimos, cotidianos, con una exposición ordenada y lineal, la prosa de Urrutibehety logra transmutar su material en materia poética; como escribe: “Las palabras trilladas pueden tener aún un pedacito de yesca para iluminar”.

Acierta, también, al evidenciar, a través del relato de los testimonios, el desfasaje de los procedimientos judiciales. En tiempos de internet y de redes sociales, de celulares con cámara, cuando palabras e imágenes se retransmiten al instante, la prohibición impuesta a los testigos de estar presentes hasta el día de declarar resulta obsoleta.

Entre los testimonios, sobresale el del jefe de seguridad del boliche: el patovica, un hombrón de 2,05 metros de altura y 150 kilos, trae la otra cara de lo que damos en llamar naturaleza humana. El Chiqui Muñoz, así lo llaman, que supera en altura a toda la concurrencia, al relatar y revivir la saña con que los rugbiers mataron al chico caído, dice: “Nunca vi nada igual”, y se quiebra.

Gabriela Urrutibehety indaga en el antes y el después del crimen de un grupo de varones con una sensibilidad desviada, degenerada, inexistente, productos infame de la pedagogía de la crueldad que bien describe Rita Segato; se atreve con la crónica del juicio a una acción cobarde, inconcebible, monstruosa; ilumina con lucidez el peso del morbo en los medios y convoca a observar un estado de cosas.

Monstruos

Autora: Gabriela Urrutibehety

Género: novela

Otras obras de la autora: Las mudanzas; Mecanismo de relojería; Con la muerte a cuestas; Caras extrañas; Tres tipos ¿difíciles?: Girondo, Borges, Arlt

Editorial: Vinilo, $ 12.000