La edición del bello Mar pequeño del que peregrina, de Diego Alfaro Palma, se acompaña con el calendario de siembra de hortalizas y flores. Dividido en estaciones, en correspondencias al libro, que inhala y exhala naturaleza y cultura, sin antinomias, prometen esas semillas la perfección y la promesa de otros tiempos “que no conozco pero me imagino que existen”. Hermanado a la poesía, la prosa poética y el ensayo que el autor siembra en este rizomático diario de huerto entre quintas y caminos salvajes, vagando por letras indómitas, que son desobedientes.
“Sus semillas también son el oro del tiempo, trueque de una vida anarquista y trashumante. Lo importante es caminar, conversar, ayudarse de los amigos, andar con lo simple, cosechar papas chilotes y aceitunas del olivar: dejar que las cosas pasen, almacenar palabras e historias de brotes”, le confiesa el Chiri, Christian Moyano, el poeta de la Quebrada Alvarado, a Alfaro Palma. Cruce entre historia individual e historia colectiva, las pisadas del escritor, editor y librero chileno crujen de reveladoras conexiones de bosques y derrotas cotidianas.
Traductor del inclasificable W.H. Hudson, el gringo que entendió mejor la pampa de los gauchos, la operación silenciosa del poeta Alfaro Palma es comprender también a la naturaleza en su valencia simbólica. Y tratar de reconstruir la experiencia primordial de enfrentarse al mundo que se parece tanto a la poesía, aquí además la masa moral para denunciar la destrucción planetaria. “Hoy por hoy el canal se encuentra en una situación desgastante, ya que el robo de agua por parte de los terratenientes de la palta, otros monocultivos y la minería ha dejado el rastro de la sequía. En la muralla de muchas localidades de la provincia se lee: no hay sequía, es saqueo”, refiriéndose a las inmediaciones de su casa en el cerro La Huinca de Limache, una biosfera única a menos de dos horas al norte de la capital trasandina.
La conciencia de que “la tierra pide que te quedes” es uno de los tótems de su escritura, que ya había sido distinguida con el Premio Municipal de Santiago de Chile en Tordo (2014). Aquella publicación, dos en verdad entre las teorías de entender a la naturaleza de manera poética, y otra ligando novela personal y movimientos sociales, era detenerse a escuchar el trino de los pájaros elevado sobre el estruendo de las bombas. Aquí, Alfaro Palma se retira aún más y sale a lo abierto a maravillarse con la madre culebra, un escarabajo de gran porte a punto de extinguirse, o las posibilidades medicinales de la caléndula, dejando pasar agradecido los soles y lunas, y escribiendo desafiante sobre las cosas perdidas sin “olvidar que soy el que deambula/entre brotes y zumbidos”.
Cada uno de los capítulos presenta la biblioteca del naturalista, aquellos títulos que Diego Alfaro Palma considera esenciales para destrampar la red oculta de la vida, y como deseaba Juan L. Ortiz, otro peregrino en el aura del sauce, poder abrir las alas hacia “lo que se nombraba el destino”.
Mar pequeño del que peregrina
Autor: Diego Alfaro Palma
Género: ensayo
Otras obras del autor: Valles sonoros; Las vías del agua; Mandarinas; Tordo
Editorial: Portaculturas. $ 29.000