CULTURA
Efemérides 24 de agosto

De quién hablaba Borges realmente cuando escribió “No nos une el amor sino el espanto"

La poesía de Borges, mágica, tiene un don que todos anhelan y pocos logran: ya es eterna, ha vencido al tiempo. Y a 125 años de su nacimiento, recordamos 125 versos imprescindibles y una pregunta: ¿En quién pensaba cuando escribió “No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto”?

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Discreta. María Kodama tenía 86 años. Su círculo de amistades está algo sorprendido por la aparición de estos herederos. | cedoc

A menos que pueda exhibirse una credencial romántica o que James Joyce y William Faulkner oficien de guías en el infierno de la página en blanco, todos los que alguna vez han pasado por el oficio saben que escribir es esencialmente re-escribir. Nadie lo sabía mejor que Jorge Luis Borges, que nació hace exactamente 125 años y dedicó su vida entera a dejarnos por escrito su peculiar mirada del mundo. Hablemos de poesía.

Su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, originalmente publicado por la Imprenta Serantes, sin editor, sin distribuidor, sin índice ni corrección de pruebas de imprenta, pero con un grabado de su hermana Norah Borges en la portada, fue re-publicado diez  veces más y esas nuevas versiones merecieron varios minuciosos estudios comparativos de especialistas que analizaron hasta el mínimo detalle los cambios de cada verso. 

Inmenso esfuerzo para un compilado de apenas 64 páginas de las que sólo el mismo Borges logró vender 300 ejemplares, si el verbo incluye los ejemplares regalados para difundirlo. Una cincuentena de ellos, los metió a escondidas Alfredo Bianchi, uno de los directores de la revista cultural Nosotros (1907-1943), en los bolsillos de los sobretodos de las personas que iban a la redacción y ellos mismos, para sorpresa del propio Borges, se encargaron de comentarlo, elogiarlo y multiplicarlo de boca en boca.

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Jorge Luis Borges 20240823
Jorge Luis Borges, su bastón y Las cosas

Publicar un primer libro era -y es- una aventura, pero para Borges fue fundacional, porque le daba chapa de autor con propia producción, en una época en la que sólo se lo conocía como difusor del canon ultraísta de la poesía española de vanguardia.

Y pese a sus limitaciones coyunturales, la aventura tuvo un premonitorio final feliz y fue el preludio de un fluir de sonetos, octosílabos, endecasílabos, alejandrinos y versos libres que sobreviven en sus lectores y, como a él tal vez diría, en el arcano secreto de un universo que es puro porvenir.


Borges, el amor y el espanto

Sin necesidad de sumergirnos en el copioso laberinto de las pruebas de imprenta a mano alzada del propio autor, detengámonos simplemente en el prólogo que despertó algunas palabras de Borges en la edición de la Editorial Emecé (1969), la primera reimpresión individual de su primer libro.

“No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otras veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente — ¿qué significa esencialmente?— el señor que ahora se resigna o corrige. Somos el mismo; los dos descreemos del fracaso del éxito, de las escuelas literarias y de sus dogmas; los dos somos devotos de Schopenhauer, de Stevenson y de Whitman. Para mí, Fervor de Buenos Aires prefigura todo lo que haría después”.

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Y luego confiesa que ya entonces tenía ambiciosos objetivos: sonar como un escritor español del siglo XVII, ser Macedonio Fernández (su compañero del grupo nucleado por la publicación Martín Fierro), descubrir con la alegría ingenua de un niño las metáforas que Leopoldo Lugones, como un adelantado literario, ya había descubierto. Por entonces, “buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha”; en los albores de la década del 70, iba hacia “las mañanas, el centro y la serenidad”.

“En qué hondonada esconderé mi alma / para que no vea tu ausencia / que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?”

A sabiendas de que los otros Borges sucesivos serán también Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, tal vez una de las mejores -o tan solo posible- formas de recordar al gran maestro de las palabras precisas, es callarse y escucharlo a través de 125 de sus versos, rociados en los 15 volúmenes de poesía que escribió (prosa y ensayos, al margen):

Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925), Cuaderno San Martín (1929), Poemas (1943), El hacedor (1960), Para las seis cuerdas (1967), El otro, el mismo (1969), Elogio de la sombra (1969), El oro de los tigres (1972), La rosa profunda (1975), Obra poética (1976), La moneda de hierro (1976), Historia de la noche (1976), La cifra (1981), Los conjurados (1985).

Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges
Borges. Fervor de Buenos Aires (1923) lo hizo conocido en el mundo literario.

Con todos ellos, hizo tal vez realidad la utopía de Chesterton, que creía que los sonidos humanos, en infinitas combinaciones, podían expresar “todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo”. Es decir, crear lenguaje, una arbitrariedad más para intentar explicar lo que siempre nos resultará inexplicable: qué cosa es el universo.

Más indescifrable que inevitable fue su partida, el 14 de junio de 1986, desde Ginebra, donde todavía se encuentra; dicho esto con suma imprecisión, ya que millones de lectores del mundo saben con certeza que no es Suiza su última patria. 

La suerte de un poeta malo

Aunque su yo lírico imploró –o lamentó- tantas veces el olvido, antes de sumergirnos en su universo poético, nada mejor que sí mismo para lamentar su lejanía. Y así la imaginó, desde Bogotá, en 1963, cuando escribió, prematuramente, su epitafio poético, en Elegía:

¡Oh destino el de Borges
haber navegado por los diversos mares del mundo
o por el único y solitario mar de nombres diversos, 
haber sido una parte de Edimburgo, de Zürich, de las dos Córdobas,
de Colombia y de Texas,
haber regresado, al cabo de cambiantes generaciones, 
a las antiguas tierras de su estirpe,
a Andalucía, a Portugal  y a aquellos condados
donde el sajón guerreó con el danés y mezclaron sus sangres,
haber errado por el rojo y tranquilo laberinto de Londres,
haber envejecido en tantos espejos, 
haber buscado en vano la mirada de mármol de las estatuas,
haber examinado litografías, enciclopedias, atlas,
haber visto las cosas que ven los hombres,
la muerte, el torpe amanecer, la llanura
y las delicadas estrellas, 
y no haber visto nada o casi nada
sino el rostro de una muchacha de Buenos Aires, un rostro que no quiere que lo recuerde.
Oh destino de Borges, tal vez no más extraño que el tuyo”.

 

De quién hablaba Borges 

1. “Las calles de Buenos Aires / ya son mi entraña. /No las ávidas calles, incómodas de turba y ajetreo, sino las calles dsganadas del barrio” (Las calles)

2. “Sombra benigna de los árboles, / viento con pájaros que sobre las ramas ondea, / alma que se dispersa en otras almas, / fuera un milagro que alguna vez dejaran de ser, / milagro incomprensible, aunque su imaginaria repetición /infame con horror nuestros días. / Estas cosas pensé en la Recoleta, / en el lugar de mi ceniza.” (La Recoleta)

3. “Adentro hay un extraño país: / las aventuras del envido y del quiero, / la autoridad del as de espadas, / como don Juan Manuel, omnipresente, / y el siete de oros tintineando esperanza”.  (El truco)

 

Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, / quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige"

4. “Con la tarde / se cansaron los dos o tres colores del patio” (Un patio)

5. “Ahora el mar es una larga separación / entre la ceniza y la patria” (Rosas)

6. “Y nos obligan a esperar / las doce irreparables campanadas. / La causa verdadera / es la sospecha general y borrosa /del enigma Tiempo; / es el asombro ante el milagro /de que a despecho de infinitos azares, / de que a despecho de que somos / las gotas del río de Heráclito, / perdure algo en nosotros: / inmóvil”. (Final de año)

"El poniente que no cicatriza aún le duele a la tarde"

7. “Esta ciudad que yo creí mi pasado /es mi porvenir, mi presente; los años que he vivido en Europa son ilusorios. / yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires”. (Arrabal)

8. “Tanto abalorio bien adjudicado está a la tiniebla / y el mármol no hable lo que callan los hombres”. (Inscripción en cualquier sepulcro)

9. “Si están ajenas de sustancia las cosas / y si esta numerosa Buenos Aires /no es más que un sueño / que erigen en compartida magia las almas, / hay un instante / en que peligra desaforadamente su ser / y el instante estremecido del alba”. (Amanecer)

10. “En qué hondonada esconderé mi alma / para que no vea tu ausencia / que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?” (Ausencia)

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Borges y Kodama. 38 años los separaban, poca cosa en comparación a todo lo que los unía.

11. “En vano la furtiva noche felina / inquieta los balcones cerrados / que en la tarde mostraron / la notoria esperanza de las niñas”. (Caminata)

12. “En nuestro amor hay una pena que se parece al alma”. (Sábados)

13. “El poniente que no cicatriza / aún le duele a la tarde.” (Campos atardecidos)

14. “Definitiva como un mármol / entristecerá tu ausencia otras tardes”. (Despedida)

“En nuestro amor hay una pena que se parece al alma”

15. “Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta / ni la costumbre de tu cuerpo aún misterioso, y tácito y de niña, / ni la sucesión de tu vida sumiendo palabras o silencios / serán favor tan misterioso / como mirar tu sueño implicado /en la vigilia de mis brazos. / Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, / quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, / me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes”. (Amorosa anticipación)

16. “Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia”. (Una despedida)

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17. “El general Quiroga quiso entrar en la sombra / llevando seis o siete degollados de escolta”: (El General Quiroga va en coche al muere).

18: “Resbalo por tu tarde como el cansandio por la piedad de un declive”. (Montevideo)

19. “Tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta, / el mar al que se hunde”. (Ausencia)

20. “En las trémulas tierras que exhalan el verano, / el día es invisible de puro blanco. El día / es una estría cruel en una celosía, un fulgor en las costas y una fiebre en el llano”. (Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad)

Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche”

 21. “La luna nueva se ha enredado a un mástil” (Singladura)

22. “Africa tiene en la ternidad su destino, donde hayhazañas, ídolos, reinos, arduos bosques y espadas”. (Dakar)

23. “No he recobrado tu cercanía, mi patria, pero ya tengo tus estrellas”. (La promisión en alta mar)

24. “Altos eran sus días, hechos de cielo y llano” (Dulcia linquimus arva)

25. “La noche es una fiesta larga y sola “ (Casi juicio final)

26. “He persistido en la aproximación de la dicha y en la intimidad de la pena “ (Mi vida entera)

27. “La tarde es una herida abierta en el cielo”. (Ultimo sol en Villa Ortúzar)

28. “Me darás una ajena inmortalidad, calle sola. / Eras ya sombra de mi vida”: (Para una calle del Oeste)

María Kodama
Borges y Kodama. Se casaron el 26 de abril de 1986 en Asunción de Paraguay. El escritor estaba aún legalmente casado con Elsa Astete y aún no existía el divorcio en Argentina. Fue su heredera universal hasta el 26 de marzo de 2023, cuando falleció; ese legado pasó a sus sobrinos hasta 2056. 

29. “A mi ciudad de patios cóncavos como cántaros / y de calles que surcan las leguas como un vuelo, / a mi ciudad de esquinas con aureola de ocaso / y arrabales azules, hechos de firmamento”. (Versos de catorce)

30: “La tarde se había abandonado en ayeres, / los hombres compartieron un pasado ilusorio. / Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente” (Fundación mítica de Buenos Aires).

31.“He visto un arrabal infinito donde se cumple una insaciada inmortalidad de ponientes” (Mi vida entera)

32. “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua y el aire.” (Fundación mítica de Buenos Aires).

33. “Palermo del principio, vos tenías /unas cuantas milongas para hacerte valiente / y una baraja criolla para tapar la vida / y unas albas eternas para saber la muerte”. (Elegía de los portones)

Jorge Luís Borges
Jorge Luis Borges y la simbología de los felinos.

 

34. “Se batió cuando Buenos Aires lo quiso / en Cepeda, en Pavón y en la playa de los Corrales. / Pero mi voz no debe asumir sus batallas, / porque él se las llevó en un sueño esencial. / Porque lo mismo que otros hombres escriben versos, / hizo mi abuelo un sueño”. (Isidoro Acevedo)

Borges Babilónico: un diccionario de las cosas de Jorge Luis

35. “Me conmueven las menudas sabidurías /  que en todo fallecimiento se pierden / -hábito de unos libros, de una llave, de un cuerpo entre los otros”. (La noche que en el sur lo velaron)

36. “Chacarita: / desaguadero de esta patria de Buenos Aires, cuesta final, / barrio que sobrevives a los otros, que sobremueres, /  lazareto que estás en esta muerte no en la otra vida, / he oído tu palabra de caducidad y no creo en ella, / porque tu misma convicción de angustia es acto de vida / y porque la plenitud de una sola rosa es más que tus mármoles”. (Muertes de Buenos Aires)

37. “Al horizonte un alambrado le duele” (Ultimo sol en Villa Ortúzar)

Tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta, / el mar al que se hunde”

38. “ Crece en la disolución bajo los sufragios de mármol / la nación irrepresentable de muertos / que se deshumanizaron en tu tiniebla”. (Muertes de Buenos Aires, La Recoleta)

39. “Si te cubriste, por deliberada mano, de muerte, / si tu voluntad fue rehusar todas las mañanas del mundo, / es inútil que palabras rechazadas te soliciten, / predestinadas a imposibilidad y a derrota”. (A Francisco López Merino)

40. “Ese disperso amor es nuestro desanimado secreto” (Barrio Norte)

41: “Detrás de los paredones de mi suburbio, los duros carros / rezarán con varas en alto a su imposible dios de hierro y de polvo, /pero ¿qué dios, qué ídolo, qué veneración la tuya, Paseo de Julio? / Tu vida pacta con la muerte; toda felicidad, con solo existir, te es adversa”. (El Paseo de Julio)

“Ese disperso amor es nuestro desanimado secreto”

42. “En un cajón de escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres” (El puñal)

43. “Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche”. (Poema de los dones)

 44. “Por el ápice abierto el cono inverso / deja caer la cautelosa arena, / oro gradual que se desprende y llena / el cóncavo cristal de su universo”. (El reloj de arena)

45.  “En el Oriente se encendió esta guerra / cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. / Como el otro, este juego es infinito”. (Ajedrez)

46. “Yo que sentí el horror de los espejos / no sólo ante el cristal impenetrable / donde acaba y empieza, inhabitable, / un imposible espacio de reflejos”. (Los espejos)

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Jorge Luis Borges en la mirada artística de Pablo Temes.

47. “Gracias iba a rendir a la fortuna / cuando al azar los ojos /vio un bruñido / disco en el aire y comprendió, aturdido, / que se había olvidado de la luna”. (La luna)

48. “Quien la oye caer ha recobrado / el tiempo en que la suerte venturosa  / le reveló una flor llamada rosa / y el curioso color del colorado”. (La lluvia)

49. “Todo ha concluido hace ya muchos años. / El hierro que ha de herirte se ha herrumbrado; / estás (como nosotros) condenado”. (A la efigie de un capitán de los ejércitos de Cromwell)

50. “Cunde la tarde en mi alma y reflexiono / que el tigre vocativo de mi verso / es un tigre de símbolos y sombras, / una serie de tropos literarios / y de memorias de enciclopedia / y no el tigre fatal, la aciaga joya / que, bajo el sol o la diversa luna, va cumpliendo en Sumatra o en Bengala / su rutina de amor, de ocio y de muerte”. (El otro tigre)

Alabada sea la infinita / urdimbre de los efectos y de las causas"

51. “De aquel mercenario cuyo austero / oficio era el coraje, no ha quedado / más que una sombra y un fulgor de acero”. (Alusión a una sombra de mil ochocientesos noventa y tantos)

52. “Tristemente/ Francisco Borges va por la llanura. / Esto que lo cercaba, la metralla, / esto que ve, la pampa desmedida, es lo que vio y oyó toda la vida”. (Alusión a la muerte del coronel Francisco Borges 1833-74).

Borges
Borges. En sus versos barrió Oriente y Occidente y hoy ellos recorren el mundo.

53. “Nada o muy poco sé de mis mayores / portugeses, los Borges: vaga gente / que prosigue en mi carne, oscuramente,” (Los Borges)

54. “Nada nos dijo que la historia argentina echaría a andar por las calles, / la historia, la indignación, el amor, / las muchedumbres como el mar, el nombre de Córdoba, / el sabor de lo real y de lo increíble, el horror y la gloria” (Mil novecientos veintitantos)

55. “Patria, yo te he sentido en los ruinosos / ocasos de los vastos arrabales / y en esa flor de cardo que el pampero / trae al zaguán  y en la paciente lluvia y en las lentas costumbres de los astros”. (Oda compuesta en 1960)

56. “Nadie puede escribir un libro. Para / que un libro sea verdaderamente, / se requieren la aurora y el poniente, / siglos, armas y el mar que une y separa”. (Ariosto y los árabes)

Qué importa el tiempo sucesivo si en él / hubo una plenitud, un éxtasis, una tarde"

57. “Alabada sea la infinita / urdimbre de los efectos y de las causas / que antes de mostrarme el espejo / en que no veré a nadie o veré a otro /me concede esta pura contemplación / de un lenguaje del alba”. (Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona)

58. “Gentil o hebreo o simplemente un hombre / cuya cara en el tiempo se ha perdido; / ya no rescataremos del olvido /las silenciosas letras de su nombre”.  (Lucas, XXIII)

59. “Su olor medicinal dan a la sombra / los eucaliptos: ese olor antiguo / que, más allá del tiempo y del ambiguo / lenguaje, el tiempo de las quintas nombra “ (Adrogué)

60. “Cuentan que Ulises, harto de prodigios, / lloró de amor al divisar su Itaca / verde y humilde. El arte es esa Itaca / de verde eternidad, no de prodigios” (Arte poética).

Con Días de odio (1954), de Leopoldo Torre Nilsson, una obra de Borges -Emna Zunz- llegó al cine por primera vez

61. “De fierro, / de encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche, / para que no la revienten y la desfonden / las muchas cosas que mis ojos han visto, / las duras cosas que insoportablemente la pueblan” (Insomnio)

62. “Vuelve la noche cóncava que descifró Anaxágoras; vuelve a mi carne humana la eternidad constante / y el recuerdo ¿el proyecto? De un poema incesante: / “Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras…” (La noche cíclica).

63. “En el cristal de un sueño he vislumbrado / el Cielo y el Infierno prometidos” (Del infierno y del cielo)

64. “Yo que anhelé ser otro (…) al fin me encuentro /con mi destino sudamericano. / A esta ruinosa tarde me llevaba / el laberinto múltiple de pasos / que mis días tejieron desde un día/ de la niñez. Al fin he descubierto / la recóndita clave de mis años, la suerte de Francisco de Laprida, la letra que faltaba, la perfecta / forma que supo Dios desde el principio”. (Poema conjetural)

65. “Has aplacado el ansia de las generaciones, / has lavado la carne de mi padre y de Cristo. / Agua, te lo suplico. Por este soñoliento / enlace de numéricas palabras de lo digo, acuérdate de Borges, tu narrador, tu amigo. No faltes a mis labios en el postrer momento”. (Poema del cuarto elemento)

66. “Dónde está la memoria de los días / que fueron tuyos en la tierra, y tejieron / dicha y dolor y fueron para ti el universo? ” (A un poeta menor de la antología)

67. “Qué importa el tiempo sucesivo si en él / hubo una plenitud, un éxtasis, una tarde. (Página para recordar al Coronel Suárez, vencedor de Junín)

68. “Has gastado los años y te han gastado. Y todavía no has escrito el poema” (Mateo, XXV, 30)

Borges y el cine
Jorge Luis Borges durante el rodaje de una de sus obras.

69. “Todas las cosas son palabras del / idioma en que Alguien o Algo, noche y día / escribe esa infinita algarabía / que es la historia del mundo. En su tropel / pasan Cartago y Roma, yo, tú, él, mi vida que no entiendo, esta agonía de ser enigma, azar, criptografía y toda la discordia de Babel” (Una brújula)

70. “Abarbanel, Farías o Pinedo, / arrojados de España por impía / persecución, conservan todavía / la llave de una casa de Toledo”. (Una llave en Salónica)

71. “Vuelve a mirar los arduos borradores / de aquel primer soneto innominado, la página arbitraria en que ha mezclado / tercetos y cuartetos pecadores” (Un poeta del siglo XIII)

72. “Sospechándose indigno de otra hazaña / como aquella en el mar, este soldado, / a sórdidos oficios resignado, erraba oscuro por su dura España”. (Un soldado de Urbina)

73. “Si para todo hay término y hay tasa / y última vez y nunca más y olvido / ¿quién nos dirá de quién, en esta casa, sin saberlo, nos hemos despedido? (Límites)

74. “Laberintos, retruécanos, emblemas, / helada y laboriosa nadería, / fue para este jesuita la poesía, / reducida por él a estratagemas”. (Baltasar Gracián)

“A veces me pregunto qué razones / me mueven a estudiar sin esperanza"

75. “Ya se había hundido la encorvada luna; / lento en el alba el hombre rubio y rudo / pisó con receloso pie desnudo / la arena minuciosa de la duna”. (Un sajón 449 A.D.)

76. “ Si (como el griego afirma en el Cratilo) /el nombre es arquetipo de la cosa, / en las letras de rosa está la rosa / y todo el Nilo en la palabra Nilo”.  (El golem)

77. “Torne en mi voz la métrica del persa /a recordar que el tiempo es la diversa / trama de sueños ávidos que somos / y que el secreto Soñador dispersa”. (Rubaiyat)

Borges
Jorge Luis Borges, en su mundo.

78. “De esta ciudad de libros hizo dueños / a unos ojos sin luz, que sólo pueden / leer en las bibliotecas de los sueños / los insensatos párrafos que ceden / las albas a su afán”. (Poema de los dones)

79. “Creo en el alba oír un atareado / rumor de multitudes que se alejan; / son lo que me ha querido y olvidado; espacio y tiempo y Borges ya me dejan” (Límites)

80. “De las generaciones de las rosas / que en fondo del tiempo se han perdido / quiero que una se salve del olvido, / una sin marxca o signo entre las cosas / que fueron”. (Una rosa y Milton)

En las letras de rosa está la rosa / y todo el Nilo en la palabra Nilo

81. “Sé que hay algo / inmortal y esencial que he sepultado / en esa biblioteca del pasado / en que leí la historia del hidalgo. / Las lentas hojas vuelve un niño y grave / sueña con vagas cosas que no sabe”. (Lectores)

82. “No hubo música en su alma; sólo un vano / herbario de metáforas y argucias / y la veneración de las astucias / y el desdén de lo humano y sobrehumano”. (Baltasar Gracián)

83. “Dónde estará (repito) el malevaje / que fundó en polvorientos callejones / de tierra o en perdidas poblaciones / la secta del cuchillo y del coraje?” (El tango)

Lento en mi sombra, la penumbra hueca / exploro con el báculo indeciso, / yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca”

84. “Dios quiere andar entre los hombres / y nace de una madre, como nacen / los linajes que en polvo se deshacen, / y le será entregado el orbe entero, / aire, agua, pan, mañanas, piedra y lirio, / pero después la sangre del martirio, / el escarnio, los clavos y el madero”. (Juan, I, 14)

85. “Pisan mis pies la sombra de las lanzas / que me buscan” (Poema conjetural)

86. “Hay un agrado en observar la arcana / arena que resbala y que declina / y, a punto de caer, se arremolina / con una prisa que es del todo humana”. (El reloj de arena)

87. “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. / ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonías?” (Ajedrez)

“La lluvia es una cosa / que sin duda sucede en el pasado

95. “Todo acontece y nada se recuerda / en esos gabinetes cristalinos / Donde, como fantásticos rabinos, leemos los libros de derecha a izquierda”. (Los espejos)

96. “Pensaba que el poeta es aquel hombre / que, como el rojo Adán del Paraíso, / impone a cada cosa su preciso / y verdadero y no sabido nombre”. (La luna)

97. “La lluvia es una cosa / que sin duda sucede en el pasado”. (La lluvia)

98. “Mirar el río hecho de tiempo y agua / y recordar que el tiempo es otro río, / saber que nos perdemos como el río / y que los rostros pasan como el agua”. (Arte poética).

“El ruin será generoso / y el flojo será valiente: no hay cosa como la muerte / para mejorar a la gente” "

99. “Creo esta noche en la terrible inmortalidad; / ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún muerto, / porque esta inevitable realidad de fierro y de barro / tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o muertos”. (Insomnio)

100. “Traía las palabras esenciales / de una lengua que el tiempo exaltaría / a música de Shakespeare: noche, día, / agua, fuego, colores y metales”. (Un sajón 449 A.D.)

101. “¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte, / me deparara un tiempo sin memoria / de mi nombre y de todo lo que he sido! / ¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido! (El despertar)

102. “Ya la espada de hierro ha ejecutado / la debida labor de la venganza”. (Odisea, libro vigésimo tercero)

103. “Sarmiento el soñador sigue soñándonos” (Sarmiento)

104. “A veces me pregunto qué razones / me mueven a estudiar sin esperanza / de precisión, mientras mi noche avanza, la lengua de los ásperos sajones”. (Composición escrita en un ejemplar de la gesta de Beowulf)

“Nada es la patria, pero todos lo somos"

105. “Una mitología de puñales / lentamente se anula en el olvido; / una canción de gesta se ha perdido / en sórdidas noticias policiales” (El tango)

106. “En la noche de Islandia, la salobre / borrasca mueve el mar” (Snorri Sturluson 1179-1241)

107. “Supiste que vencer o ser vencido / son caras de un Azar indiferente, / que no hay otra virtud que ser valiente / y que el mármol, al fin, será el olvido”. (A Carlos XII)

108. “Sólo una cosa no hay. Es el olvido. / Dios, que salva el metal, salva la escoria / y cifra en Su profética memoria / las lunas que serán y las que han sido. / Ya todo está. Los miles de reflejos / que entre los dos crepúsculos del día / tu rostro fue dejando en los espejos / y los que irá dejando todavía”. (Everness)

Jorge Luis Borges
Borges. Entre 1956 y 1968 dictó literatura inglesa en la cátedra de Literatura Inglesa y Norteamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

109. “Nada es la patria, pero todos lo somos. / Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso” (Oda escrita en 1966)

110.  “Venga una historia de ayer / que apreciarán los más lerdos; / el destino no hace acuerdos / y nadie se lo reproche -/ ya estoy viendo que esta noche / vienen del Sur los recuerdos”. (Milonga de dos hermanos)

111. “El ruin será generoso / y el flojo será valiente: no hay cosa como la muerte / para mejorar a la gente”. (¿Dónde se habrán ido?)

112. “Me acuerdo. Fue en Balvanera, / en una noche lejana / que alguien dejó caer el nombre / de un tal Jacinto Chiclana” (Milonga de Jacinto Chiclana)

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Jorge Luis Borges. 

113. “Venga un rasgueo y ahora, / con el permiso de ustedes, / le estoy cantando, señores, / a don Nicanor Paredes. / No lo vi rígido y muerto ni siquiera lo vi enfermo; / lo veo con paso firme / pisar su feudo, Palermo”. (Milonga de don Nicanor Paredes)

114. “A un compadrito le canto / que era el patrón y ornato / de las casas menos santas / del barrio de Triunvirato. / (…) A las pardas zanguaneras /no les resultaba ingrato / el amor de ese valiente, que les dio tan buenos ratos”. (El títere)

115. “Milonga para que el tiempo /vaya borrando fronteras; / por algo tienen los mismos / colores las dos banderas”. (Milonga para los orientales)

El virus Borges

116. “Manuel Flores va a morir. / Eso es moneda corriente; morir es una costumbre / que suele tener la gente”. (Milonga de Manuel Flores)

117. “Se cuenta que una mujer / fue y lo entregó a la partida; a todos, tarde o temprano, nos va entregando la vida”. (Milonga de Calandria)

118. “No habrá nunca una puerta. Estás adentro / y el alcázar abarca el universo / y no tiene ni anverso ni reverso / ni externo muro ni secreto centro. / No esperes que el rigor de tu camino / que tercamente se bifurca en otro, /que tercamente se bifurca en otro / tendrá fin. Es de hierro tu destino / como tu juez”. (Laberinto)

119. “Que no profanen tu sagrado suelo, Inglaterra, / el jabalí alemán y la hiena italiana. Isla de Shakespeare, que tus hijos te salven / y también tus sombras gloriosas”. (A cierta sombra, 1940)

120. “El simulacro alzó los soñolientos / párpados y vio formas y colores / que no entendió, perdidos en rumores / y ensayó temerosos movimientos. / Gradualmente se vio (como nosotros) / aprisionado en esta red sonora / de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahoa, Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros”. (El golem)

121. “Lento en mi sombra, la penumbra hueca / exploro con el báculo indeciso, / yo, que me figuraba el Paraíso (bajo la especie de una biblioteca”. (Poema de los dones)

122. “¡Cuántas cosas, / limas, umbrales, atlas, copas, clavos, /nos sirven como tácitos esclavos, / ciegas y extrañamente sigilosas! Durarán más allá de nuestro olvido; no sabrán nunca que nos hemos ido”. (Las cosas)

123. “El ruin será generoso / y el flojo será valiente: no hay cosa como la muerte / para mejorar a la gente”. (¿Dónde se habrán ido?)

124. “Aquí la tarde cenicienta espera / el fruto que le debe la mañana; / aquí mi sombra en la no menos vana / sombra final se perderá, ligera. / No nos une el amor sino el espanto; / será por eso que la quiero tanto”. (Buenos Aires)

125. “Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nada poco difieran; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor” (Fervor de Buenos Aires, “A quién leyere”, 1969).