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“Cómo Elon Musk destruyó Twitter”: la impulsiva adquisición de la aplicación y su transformación en X

En “Character Limit: How Elon Musk Destroyed Twitter”, los periodistas del New York Times Kate Conger y Ryan Mac analizan el proceso y las malas decisiones del magnate. “X se convirtió en un importante difusor de discursos de odio y desinformación”, destacó Mac a PERFIL.

Elon Musk
Elon Musk | Cedoc

Kate Conger y Ryan Mac, ambos periodistas de The New York Times encendieron sus alertas cuando el 14 de abril de 2022 leyeron el corto tuit de Elon Musk que anunciaba que compraría Twitter.  “He hecho una oferta”, decía el posteo. Desde entonces los periodistas siguieron el proceso de cerca y este año publicaron Character Limit: How Elon Musk Destroyed Twitter.

“Kate cubre Twitter/X a tiempo completo y yo cubro la responsabilidad corporativa en toda la industria tecnológica. Informamos sobre el acuerdo de Twitter desde sus inicios para el Times, cuando Elon Musk hizo por primera vez su oferta por la compañía (que nadie sabía realmente si debían tomarse en serio). Pero cuando finalmente compró la empresa y comenzó a realizar cambios de inmediato, supimos que esta historia era más grande que cualquier artículo de periódico”, contó Ryan Mac a PERFIL sobre la génesis de la publicación.

“Character Limit: How Elon Musk Destroyed Twitter”

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“Estábamos recopilando tantos informes y hablando con tanta gente dentro de la empresa que ya no cabían en las páginas del Times. Así que decidimos rápidamente que esta era una historia que se contaba mejor en un libro y nos llevó alrededor de un año y medio escribirla”, agregó.


En ese proceso supieron que la escritura sería de a dos porque ya solían escribir artículos juntos. “Kate es como una hermana para mí ahora. Hablamos tres o cuatro veces al día y nos complementamos bien, como el lado izquierdo y el derecho del cerebro”, sostuvo el autor.


El libro recorre todo el proceso de compra de Musk y sus decisiones poco acertadas desde que adquiere la red social por 44.000 millones de dólares y decide modificar el  modelo publicitario de la plataforma que generaron una pérdida importante de ingresos y una consecuente ola de despidos.


“La decisión de Musk de comprar Twitter pareció haber sido una determinación impulsiva. Asumió que Twitter era un nudo de problemas técnicos que una mente brillante en ingeniería, como la suya, podría desentrañar fácilmente, permitiendo así el crecimiento de la libertad de expresión en la plaza pública digital. Pero, en el fondo, Twitter estaba plagado de dilemas sociales y políticos, no meramente tecnológicos. Sus líderes enfrentaban constantemente preguntas sobre qué se debía permitir que la gente dijera, y se convirtieron en enemigos de gobiernos, activistas, celebridades e incluso de sus propios empleados”, escriben los autores en el libro.

Kate Conger y Ryan Mac
Kate Conger y Ryan Mac, ambos periodistas de The New York Times y coautores del libro.


“La historia de la conquista de Musk no ha terminado. Aún podría culminar con un estallido, un susurro o con un improbable éxito. Pero lo que ya es evidente es que Musk ha destruido la plataforma. Lo que posee ya no es Twitter, no solo en nombre, sino tampoco en esencia ni en espíritu. Desaparecieron las personas que la construyeron con idealismo, en una época en que las promesas utópicas de Silicon Valley parecían mucho más fáciles de creer, y se desvaneció su cultura de debate, igualdad e idealismo. Qué significa esto para un mundo en el que los medios de comunicación enfrentan un peligro existencial constante y la democracia misma está en riesgo, está por verse. Pero los primeros indicios no son alentadores”, dice otro de los pasajes de la publicación.

“No existe utopía en internet”

– ¿Encuentran algún elemento positivo en la gestión Musk?
– Sí, ¡la gestión de Twitter/X por parte de Musk es lo que nos permitió escribir este libro! Más allá de eso, siento que personalmente he sido menos adicto a la plataforma y la uso mucho menos que en mi mejor momento. Solía ​​ser un adicto a Twitter y pasaba horas en la plataforma, ya sea por mi trabajo o por intereses personales, como el fútbol. Pero la plataforma se ha degradado y, en general, me resulta menos interesante, ya que algunas de mis comunidades han migrado a otras plataformas. Y eso lo ha hecho menos atractivo para mí. Todavía tengo presencia en X, y no creo que ninguna plataforma la haya reemplazado todavía para eventos noticiosos inmediatos, pero definitivamente la estoy usando menos.

– ¿Cuáles fueron las peores decisiones que tomó Musk?
– Hay muchas malas decisiones. Creo que un error fatal que ha cometido durante todo este proceso es su subestimación de la importancia de la publicidad. Antes de su adquisición, los ingresos de la empresa procedían aproximadamente del 90% de la publicidad. Musk pensó que no tendría que cooperar con los anunciantes y creía que podría crear un producto de suscripción que reduciría la necesidad de publicidad de la empresa. Pero nunca iba a ser tan sencillo, y el distanciamiento habitual de los anunciantes -ya sea por la falta de moderación de contenidos o por la participación en teorías conspirativas o mandando a los anunciantes a la mierda- está perjudicando gravemente a la empresa.

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– ¿Cuáles eran esas promesas utópicas de Silicon Valley que X parece haber sepultado para siempre?
– En los primeros días de Twitter, los cofundadores de la compañía llamaron a la plataforma el "ala de libertad de expresión del partido de la libertad de expresión". Luego pasaron por años de dificultades y se dieron cuenta de que una plataforma que funcione para las masas y que atraiga a la mayor cantidad de personas posible debe tener una moderación de contenido adecuada. Se habla mucho de Twitter o de que X es la plaza global de la ciudad. Bueno, incluso las plazas de las ciudades necesitan policía para mantener la paz y asegurarse de que no haya violencia, amenazas o discursos de odio. A la antigua dirección de Twitter le llevó mucho tiempo darse cuenta de que no existe una utopía de libertad de expresión en la que todo el mundo se lleve bien en Internet. Siempre habrá malos actores arruinando la experiencia de otros, y el trabajo de una plataforma es asegurarse de que puede limitar las acciones de esos malos actores para que no afecten la experiencia del resto de nosotros.

Musk parece creer que puede lograr esta utopía de la libertad de expresión, pero el resultado de una menor moderación de contenido y el impulso de las cuentas que le gustan simplemente ha creado un lugar que refleja lo que personalmente quiere ver. Ahora vemos a X como un importante difusor de discursos de odio y desinformación. Y la gente y los anunciantes votan con los pies y se van. No existe la utopía en Internet.
 

RB/fl