CULTURA
Un problema creciente

Cayetano lleva al teatro “No va más” su experiencia como ludópata, en un contexto de adicción alarmante

Se trata de una adaptación de su biografía escrita por Mauro Libertella. La obra se estrenó el 28 de agosto en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza y se podrá volver a ver el 18 de septiembre.

"No va más"
"No va más" | Prensa Cayetano

“Un  casino es esto. El sonido enloquecedor de las maquinitas que producen una especie de adrenalina, una ansiedad. La alfombra mullida de colores vivos. Todo está diseñado para activar los sentidos, para detonar algo físico, así cuenta  Nicolás Emiliano Cajg, más conocido como  “Cayetano” parte de lo que vivió como ludópata en su biografía No va más.

El relato crudo y directo de lo que el exintegrante del “Perros de la calle” vivió fue escrito a partir de sus testimonios por Mauro Libertella y editado por Orsai y, el 28 de agosto, se estrenó su adaptación al teatro en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza. La próxima función será el 18 de septiembre a las 20.

Su vivencia, el detalle de la adicción que le generaron las apuestas, los límites a los que llegó cobran relevancia en un contexto donde proliferan las maneras de acceder a casinos y sitios donde apostar online. La posibilidad de perder enormes sumas de dinero está al alcance de la mano.

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Cayetano

A lo largo de la función teatral, Cayetano presenta su viaje de superación con una sinceridad cruda, pero también con el toque de humor que lo caracteriza. Es una historia de apuestas altas y emociones fuertes, donde las risas se mezclan con las lágrimas en un recorrido hacia la redención.

No va Más es una obra teatral que se sumerge en el mundo de la ludopatía, mostrando de manera cruda y realista los efectos devastadores de esta adicción. A través del testimonio en primera persona de Cayetano, el protagonista, el público es testigo de su lucha contra el juego compulsivo, las trampas del azar, y la pérdida de control que lo consume. Es un espectáculo que pude ayudar a alguien que está enfrentando esta adicción o conoce a alguien que está pasando por eso.

 

Prestamistas, pérdidas de departamentos y el único objetivo de seguir jugando

Cayetano reconstruye  en el libro el camino de su ludopatía, no puede explicar el punto exacto donde se disparó ¿Fue cuando sus padres jugaban a las cartas por plata? ¿Fue cuando organizaban los partidos de ping pong en la escuela secundaria y apostaban? ¿Fue en el tradicional Café San Bernardo de avenida Corrientes que tenía una ruleta clandestina?

Es difícil reconocer el punto exacto en el que la adicción gatilla. Pero en su relato son claros los efectos. Cayetano apostaba a todo lo que era apostable, cualquier partido, deporte, casino. Esa atención constante al resultado de sus apuestas lo alejaba de cualquier instancia social. Nada era mejor que jugar, ni siquiera ver fútbol, que era su pasión, ni sexo, ni nada. La adrenalina estaba en el juego.

Cayetano

Su historia, como otras de apostadores, implica ir y volver del casino cuatro veces hasta que no quedara más lugar donde buscar plata. Incluye mentiras, perdidas de parejas, pérdidas de departamentos.

Cayetano logró pedir ayuda. Con terapia, con el afecto de sus seres queridos, con organizaciones especializadas en ludopatía, pudo alejarse del juego. Con el tiempo lo invitaron a escuelas a contar su experiencia para contribuir a la prevención de que más jóvenes se conviertan en adictos.

El 16%de los jóvenes admitió haber realizado apuestas online
 

 

En esas charlas una pregunta que se repitió fue: “¿Cómo ayudar a un amigo?”. “Mi consejo, en ese caso, es que hablen con los padres. Aunque parezca que lo están buchoneando, es una manera de ayudarlo”, sostiene Cayetano. “El adicto miente, enmascara, oculta, y es muy probable que los padres no sepan nada”, asegura en el libro.

Si uno ve que un amigo se está yendo a la mierda, hay una sola que puedo asegurar: solo no va a poder salir. Nadie puede salir solo. Quizás uno tiene miedo de que, si se lo cuenta a la familia de ese amigo, la amistad se rompa, y de hecho es muy posible que ese amigo se enoje. Pero es la única manera de ayudar. Y, a la larga, ese amigo va a reconocer el gesto como el de alguien que hizo algo amoroso por él en un momento en que estaba abriendo la puerta del infierno”, sentencia el autor que pasó por esa situación.
 

RB