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LATINOAMÉRICA

Una primera vez que hace historia y consolida rumbos

Con su contundente triunfo del domingo pasado, Claudia Sheinbaum se convirtió en la sucesora de López Obrador desde el 1 de octubre y en la primera mujer elegida para presidir México. La magnitud del resultado, también en el Congreso, le confiere mayorías para cambios de fondo.

mexico9-06-2024
CLAUDIA SHEINBAUM. La mandataria electa tiene 62 años y se define en su perfil de redes sociales como “científica y humanista”. | CEDOC

Algunas de las lecturas que se hacían entre la medianoche del domingo y el amanecer del lunes pasado en Argentina, sostenían que su triunfo cortaba una tendencia de resultados electorales que movían el péndulo de la política latinoamericana hacia la derecha o, más aún, hacia la ultraderecha. Pero lo concreto es que la contundente victoria en las urnas de Claudia Sheinbaum en el país de habla hispana más poblado de la Tierra, además de consolidar el proyecto que desde hace casi seis años encabeza en el poder Andrés Manuel López Obrador, confirmó que las tres naciones latinoamericanas con mayor cantidad de habitantes seguirán siendo democracias conducidas por gobiernos de izquierda o centroizquierda.

Al Brasil de casi 220 millones de habitantes que gobierna por tercera vez desde el 1 de enero de 2023 Luiz Inácio Lula da Silva y la Colombia donde el 7 de agosto de 2022 asumió Gustavo Petro y con él por primera vez la izquierda llegó a la Casa de Nariño, se sumará el próximo 1 de octubre la “científica y humanista”, según se define en su perfil de redes sociales, que batió varios récords y enfrentará grandes desafíos.

Lo rotundo de su cosecha de hace una semana en las urnas se explica y concatena con la imagen positiva con la que, seis años después de llegar al gobierno, se retirará su predecesor López Obrador o AMLO (como se lo conoce en todos lados). El gobernante saliente encarna además el único oficialismo de la región que atravesó la pandemia del Covid y logró salir indemne al imponerse en posteriores comicios. 

Tras quedar un par de veces, tanto él como su entonces Partido de la Revolución  Democrática (PRD), relegados no siempre de modo transparente al umbral del poder, el mandatario que hoy promete alejarse de la vida pública luego de traspasar el mando a su sucesora, fue principal impulsor en 2011 del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la fuerza que acaba de refrendar el domingo su continuidad hasta 2030. 

De aquel acto fundacional que hace poco más de una década se convirtió en la nueva expresión de la política mejicana también fue parte Sheinbaum, doctora en Ingeniería Energética por la UNAM, la emblemática Universidad a cuyo rectorado trepó con una bandera de protesta y reclamos contra el arancelamiento a fines de los años ’80, cuando la flamante presidenta electa era aún una militante estudiantil.

 

La elegida

“No llego sola, llegamos todas. Con las heroínas que nos dieron Patria, nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas”, afirmó en su discurso quien el próximo 24 de junio cumplirá 62 años y entrará a esa edad como la primera mujer presidenta de este país en sus poco más de dos siglos de historia.

Sheinbaum o simplemente Claudia, como se la conoce desde que ganó protagonismo como jefa del gobierno de la Ciudad de México (entre 2018 y 2023), acaba de ingresar al selecto grupo de mujeres a quienes el voto popular consagró y catapultó al más alto cargo ejecutivo en naciones de América latina, donde la deconstrucción de sociedades marcadas por el machismo y las desigualdades de género no termina de consolidarse. En ese grupo se incluyen Dilma Rousseff, en Brasil; Michelle Bachelet, en Chile y Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina, elegidas en dos ocasiones cada una como jefas de Estado. También inscribieron su nombre Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, Laura Chinchilla en Costa Rica, Mireya Moscoso en Panamá y Xiomara Castro en Honduras. No se incluyen en esta enumeración quienes llegaron a la presidencia tras integrar fórmulas electorales como candidatas a vice y, por diversas contingencias, pasaron a detentar un cargo para el que no habían sido elegidas.

Es decir que la próxima mandataria mejicana será la octava mujer elegida presidenta en una región de cerca de 700 millones de habitantes y, al igual que sus pares latinoamericanas, será la primera de su país en llegar a través de la legitimidad del sufragio a ese lugar. Con casi el 100 por ciento de las actas computadas, Sheinbaum obtenía 35.924.519 votos, que representaban el 59,75 %. Otra mujer, Xóchitl Gálvez, candidata de una variopinta alianza del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y rezagos del PRD, fue quien quedó segunda con 16.502.697 votos, equivalentes al 27,45%. En tanto, Jorge Álvarez Máynez terminó tercero con 6.204.710 sufragios, o un 10,32%. De los poco más de 98 millones de mejicanos llamados a sufragar hace una semana, cerca de 59 millones acudieron a las urnas, lo que supuso una participación del 61,04% en un país donde votar es derecho y deber pero no suele haber sanciones por el incumplimiento de la obligación cívica y las presiones y amenazas de distintos grupos tienen su incidencia en la abstención de cada proceso electoral.

 

 

 

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Batiendo récords

La contundencia del triunfo de Morena y sus aliados de coalición, el Partido del Trabajo (PT) y El Partido Verde Ecologista de México (PVEM), se reflejó en la casi totalidad del mapa del país, a excepción de un ajustado traspié en Aguascalientes, y repercutió además en los comicios de la capital, que será gobernada por la líder social Clara Brugada, y en otras gobernaciones que estaban en juego. Pero el dato más significativo de cara al sexenio que encabezará la próxima presidenta quizá sean los márgenes obtenidos para contar con mayorías calificadas en ambas cámaras del Congreso, lo que permitiría a su gobierno encarar reformas de fondo en aspectos que AMLO planteó pero no pudo terminar de plasmar.

En las críticas y denostaciones de campaña, a Sheinbaum sus rivales le endilgaban que, en caso de ganar, no podría despegarse de la influencia y condicionamientos de su “mentor”. Después de los números logrados, que superan en alcance y magnitud los que en 2018 lograra el actual presidente, no parece fácil imaginar a esta mujer hija de intelectuales universitarios y nieta de inmigrantes judíos provenientes de Lituania y Bulgaria, como mero títere de nadie.

“Concebimos un México plural, diverso y democrático. Sabemos que el disenso forma parte de la democracia y aunque la mayoría del pueblo respalda nuestro proyecto, nuestro deber es y será siempre velar por cada una y cada uno de los mejicanos, sin distingos”, sostuvo como flamante mandataria electa, en elíptica pero obvia respuesta a quienes con el diario del lunes también deslizaban advertencias acerca de posibles derivas autoritarias fomentadas por tamaño respaldo de las urnas.

“Aunque muchas mejicanas y mejicanos no coincidan plenamente con nuestro proyecto, habremos de caminar en paz y armonía para construir un México más justo y próspero”, prometió Sheinbaum como parte de la “la Cuarta Transformación”, que Morena sostiene como paso siguiente a la Independencia, las Reformas liberales del siglo XIX y la Revolución Mejicana. En esa “transformación” iniciada por López Obrador se incluye el sostenimiento de políticas de inclusión y el fortalecimiento de empresas estratégicas, con nacionalizaciones de recursos como el litio.

El analista político mejicano Ismael Carvallo consideró que el futuro gobierno continuará su orientación hacia el humanismo, un “nacionalismo desarrollista con directrices neokeynesianas”. Anticipó como prioritarios una inversión pública en programas sociales contra la pobreza, fortalecer el Estado con proyectos de infraestructura y mantener un gobierno respetable para atraer inversiones.

Urgencias y condicionantes. Los desafíos de la desigualdad y la marginalidad en diferentes regiones, donde además los carteles del narcotráfico o las mafias que trafican y lucran con la desesperación y las urgencias de migrantes y otros grupos vulnerables imponen sus propios códigos, no serán fáciles de vencer. La estrategia de “Abrazos y no balazos” de AMLO no alcanzó a neutralizar espirales de violencia en los que mujeres aún padecen altos índices de discriminación y no todos los femicidios son reconocidos como tales en México, aunque cada día entre nueve y 10 mujeres son asesinadas, según el Sistema de Seguridad Pública de este país.

Claudia Sheinbaum es la nueva figura que emerge en el rompecabezas regional y global. Las felicitaciones recibidas y personalmente correspondidas desde y hacia líderes del más variado espectro ideológico, político y estratégico del planeta, hace presagiar relaciones internacionales sin sesgos ni alineamientos sobreactuados como los que se exhiben hoy en otras pampas. El afianzamiento del Grupo de Puebla, la inserción en distintas instancias de un mundo multipolar en sintonía con la política exterior de países como Brasil  parecen marcar distancia con Argentina, más allá de los cruces nada diplomáticos entre AMLO y Javier Milei.

El mismo fin de semana consagratorio de la científica mejicana como primera presidenta mujer de ese país, el mandatario argentino recalaba en El Salvador para la toma de posesión de su colega Nayib Bukele, a quien consultó sobre “secretos” para lograr la reelección. Una reelección, la del gobernante centroamericano, que muchos juristas consideran viciada de legitimidad en sus orígenes. Ese mismo fin de semana, el incombustible Donald Trump, otro admirado por Milei, buscaba que la condena impuesta en su contra alimente la idea de que se persigue a un inocente entre seguidores que pueden llevarlo el primer martes de noviembre otra vez a la Casa Blanca.

Y si esto último ocurriera, quizá la sombra del muro fronterizo vuelva a proyectarse ominosa sobre México, apenas semanas después de que la presidenta electa entre en funciones. Aunque al sur del Río Grande ya no tenga el mismo impacto aquel lamento atribuido quizá por error a Porfirio Díaz, de estar “tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.