Fue uno de los primeros procesos donde una adolescente, víctima de abuso sexual, fue admitida como querellante. Con la asistencia de Rodrigo del Barco como abogado del niño, ella pudo accionar directamente en contra de quien fue su agresor.
Como ocurre en muchísimos hechos similares, quien abusó de ella fue un familiar, el esposo de su tía. El agresor vivía a pocos pisos en el mismo edificio.
En un juicio abreviado, realizado en la Cámara 5ª del Crimen, N.G.J. fue condenado a cuatro años de prisión por abuso sexual simple continuado, agravado por el resultado de grave daño en la salud mental de la víctima y promoción a la corrupción de menores.
Los hechos ocurrieron en la vivienda que habitaban y en un natatorio cercano. La víctima tenía 13 años de edad cuando padeció tocamientos y propuestas sexuales a cambio de dinero. Le prometía pagos y le decía que si ella accedía, su madre no pasaría más necesidades económicas.
Al analizar la conducta, la jueza María Susana Blanc Gerzicich la calificó en varios tramos del fallo como “actos prematuros, excesivos y perversos”, provocando un daño grave en la psiquis de la adolescente.
Lo novedoso es la incorporación de la figura del abogado del niño y la niña. Del Barco lo expresó en los alegatos: “Son pocas las causas que han llegado a esta instancia, donde la querella se lleva a cabo por la misma adolescente y no por representante. Lo logramos gracias al esfuerzo y valentía de mi representada.”
El fiscal Marcelo Fenoll explicó a la víctima lo sucedido en el juicio, en lenguaje claro: “Con mi equipo estudiamos con el mayor detalle lo que te sucedió y en base a todo ello pedí una condena para N.G.J., porque no teníamos ninguna duda de que, desde el derecho como ciencia, pero también desde lo humano, lo moral y lo natural, lo que él hizo está mal”.
El fiscal añadió que “estoy convencido de que los adultos de bien tenemos una obligación con la ley, pero también con la naturaleza: cuidar a los niños y no aprovecharnos de nuestra posición, de nuestra experiencia, de nuestro conocimiento y de la inocencia de un menor para sacar ventajas, para confundirlos, para generarles responsabilidades y culpas.
Fuiste víctima de una mala acción, de un delito. Nada hay que justifique, explique o excuse lo que te hicieron. Que nadie, ni vos, ni tus pensamientos, ni nadie de los que te rodean, te quiera convencer de lo contrario”.
Y finalizó: “Si eso ocurre, podrás contestar que la Justicia demostró cómo fueron las cosas realmente. No te conocí personalmente, pero todo lo hecho durante el proceso me permitió conocer lo buena persona que sos, y que hay gente que te quiere mucho y bien.
Espero que puedas superar esto que te pasó. Con nuestro aporte, cumplimos con nuestro deber de cerrar un capítulo de tu historia. Gracias por ser valiente y por animarte a contar lo que te pasó.
Ojalá hayamos cumplido con lo que esperabas y que, sin importar lo pasado, tengas una buena vida. Pensá que contando todo lo que te pasó, seguro no fue fácil, tal vez hayas salvado a otros. Otra cosa: acordate que nadie tenía por qué atacarte y menos cuando estabas en tu casa o con tu familia”.