El proyecto, que aún está en etapa de estudio, busca aunar las obras del paisajista en la casona en la que nació, ubicada a solo dos cuadras del actual museo donde se exhibe su trabajo y objetos vinculados a su vida.
La residencia donde se pretende montar su trabajo supo cobijar a una escuela y hoy es sede del Juzgado de Faltas.
El actual Museo Octavio Pinto funciona desde 1986 luego de que su hermana Adelina realizara la donación de todo lo que allí se expone.
Hoy, esas obras, entre las que también se incluyen objetos personales como su paleta y sus pinceles, se exhiben en lo que otrora fuera la sede municipal de Totoral.
Su vida. Octavio Pinto fue un ciudadano del mundo. Había nacido en Totoral en 1890 y como en ese entonces la escuela primaria era muy precaria en la zona, su padre decidió enviarlo a cursar sus estudios a Córdoba, al Colegio Santo Tomás.
No había terminado la primaria cuando manifestó su amor por el arte, algo que su padre no veía con buenos ojos: él quería que su hijo fuese abogado y los mandatos sociales de la época eran muy fuertes. De pupilo en una escuela en Santa Fe, el desarraigo fue completo. Escribió: “Mi corazón estaba en pedazos”.
De regreso a Córdoba, se enfrentó nuevamente a su padre y se convirtió en un alumno de Derecho “poco brillante y mediocre”, según él mismo supo decir. Pero terminó la carrera y le entregó un título a su progenitor (también obtuvo un posgrado en diplomacia), para inscribirse en la Escuela de Bellas Artes.
Rindió su tesis con ‘El retablo de la iglesia azul’ con el que llamó la atención de sus profesores. Ese trabajo lo catapultó como un destacado impresionista y paisajista argentino. Octavio Pinto se rebeló y mezcló todas las tendencias desafiando lo establecido. Becado, viajó a España donde las luces que irradiaban sus primeras pinturas se apagaron: su trabajo se volvió oscuro en los albores de la Primera Guerra Mundial.
Allí pintó la vida cotidiana del paisaje urbano. Sus obras de entonces reflejan la hambruna, la miseria, la tristeza; y hasta la silla vacía que deja un amigo que se ha marchado a la guerra.
El artista plástico recorrió el mundo (residió en Marruecos, Japón, Brasil y Uruguay) pero en Totoral conoció a quien sería su mujer y con quien tuvo dos hijos. La muerte lo encontró joven, en Montevideo. Tenía 51 años.
CASA NATAL. Convertida hoy en Juzgado de Paz, la casona fue también escuela.